Abrí mis ojos y un frío se concentró en la punta de mis dedos. Mis brazos pesaban, mis piernas no respondían y las risas de unos niños resonaban opacas en la oscuridad del agua.
No sé cuanto tiempo pasó y no sé cuanto estuve así. Me hundí en el fondo. La luna que brillaba sobre mí, se veía tan cerca en la superficie y a la vez tan lejos, que era imposible alcanzarla.
De repente mi motivo por haber saltado se esfumó de mi mente. Me sentía en paz conmigo misma. Pensaba en nada y creo que eso era lo mejor de todo... Poder borrar todo el dolor y sufrimiento vivido, pero añoraba unos brazos, el calor, la sonrisa y los ojos de alguien. Solté un grito desgarrador que sólo yo podía oír.
Me cansé tanto...
Todo a mi alrededor se destapó de la nada, como si de quitarse tapones de oído se tratara. Algo tan simple se sentía muy pesado.
Su cuerpo a penas podía cargarlo, pero la adrenalina me ayudó lo suficiente.
Sujeté su rostro y comencé a llorar desesperada sobre su pecho. No me ahogaba por el agua, me ahogaba por no saber qué hacer, por el miedo que cada vez se adueñaba más de mis huesos y mi cordura.
Lo golpeé con fuerza repetidas veces, y lo poco que mi mente reaccionó hacer fue darle aire. Sus labios fríos y morados me estremecieron.
—Por favor... —supliqué. —por favor despierta. —volví otra vez a darle el aire que podía contener, pero, no había respuesta. —no me dejes sola... —logré hablar casi en un hilo de voz y golpeé su pecho nuevamente.
Mis brazos no daban más y su corazón no volvía conmigo.
Estuve más de treinta minutos así y luego simplemente me recosté sobre él. Lo abracé con todas mis fuerzas, suplicando a lo que sea que este arriba que me lo devuelva, porque sabía que él había decidido no volver, porque sabía que la única forma de que esto resultara ser una pesadilla era por medio de un milagro. No creo en los milagros, pero deseaba con todas mis fuerzas que ahora se me cumpliera uno.
—Mi corazón no te puede olvidar... aquella mirada esmeralda me hace soñar... —esa melodía sonaba tan desgarradora, pero era lo único que venía a mi mente.—¿tú piensas en mi?, ¿qué soy para ti?
Silencio por mucho... la luna y las estrellas estaban sobre nosotros. ¿Era momento de rezar?, ¿era momento de implorar al infinito?
Universo, Ángeles, Dios, mis padres... Alguien.
—Acercate a mí... ¿es que no ves que estoy aquí? —murmuré con mi oído pegado en su pecho para oír su corazón. —no me pienso ir de aquí sin ti...
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Lo Mismo Que Tú...
Storie breviLa vida de dos personas se cruzó en el momento preciso. La soledad puede ser muy mala consejera al momento de tomar una decisión con respecto a nuestro futuro. Ambos anhelan lo que tuvieron alguna vez, pero... ¿podrán conseguirlo nuevamente? Quizás...