Sus ojos verdes se veían preciosos iluminados con la tenue luz de las velas.
¿Su sonrisa?
Encantadora. Me hacía suspirar como una adolescente enamorada, y es que así me sentía realmente.
—¿Por qué me ves así? —preguntó soltando una pequeña risa.
—Porque eres tan lindo. —suspiré sin darme cuenta de que había pensando en voz alta. —quiero decir. —parpadeé un par de veces aclarando mi garganta. Quería que la tierra me tragara de una vez. —que.. que...
—Entonces no sé que cara tendré yo al verte. —me interrumpió y tomó mi mano sobre la mesa. —porque eres lo más hermoso que he visto.
Su mano era tan cálida y hacía mi corazón latir con fuerza. Sus palabras tocaban mi alma y se guardaban ahí sin manera de que pudiesen salir.
Nuestra primera cita.
Acarició mis nudillos con su pulgar y me regaló una sonrisa ladina. Sus ojos estaban conectados con los míos, no podía dejar de verlo y creo que él tampoco a mí. Creo que todo a nuestro alrededor pasaba a segundo plano.
—¿Ya pudieron elegir? —el mesero se acercó e impostó un poco su voz.
Adrien, rápidamente, aclaró su garganta y soltó mi mano tomando la carta, me miró de reojo en una manera cómplice.
—Creo que esto como entrada estaría perfecto. —le indicó. —¿te importaría que yo fuera tu asesor de comida esta noche? —se dirigió a mí y solté una risa.
—No creo que haya inconveniente. —respondí siguiéndole el juego y asintió.
▪︎▪︎▪︎
—¡Entonces yo le dije que tuviera cuidado con el pato! —alcé la voz, oyendo como contenía una carcajada.
—¿Y que pasó después de eso?
—¡Comimos pato en la cena! —al final se soltó a reír conmigo. —pato a la plancha de una rueda.
—No puedo creerlo. Pobre pato. —lamentó entre risas.
Llegamos a la puerta de mi casa pocos segundos después.
El cielo estaba lleno de preciosas estrellas y sin querer me quedé un momento viéndolas. La brisa rozó mis mejillas, todo se sentía tan ligero y maravilloso.
—Es impresionante... —musité.
—Lo eres.
Me giré a verlo en cuanto oí su voz, no contaba con que él tendría sus ojos fijos en mí.
No sé si era por el vino que habíamos bebido, que no me dí cuenta en que momento nos habíamos acercado tanto, a tal grado que, su respiración se mezclaba con la mía.
—¿Te había dicho que... —susurró. —tienes unos labios muy bonitos? —tragué con dificultad. Podía oír mi corazón querer escapar de mi pecho.
—No...
—Pues lo tienes. —subió su mano acariciando mi mejilla. —Marinette.
—¿Mmh? —entrecerre un poco mis ojos acercándome más. El olor de su perfume me llamaba cada vez más y no me haría de rogar si de estar en sus brazos se trataba.
—¿Qué tan malo es besar en la primera cita?
—Creo que... depende únicamente de que tan ebrios estemos. —reí un poco. —creo que estoy bastante ebria ahora. —sonrió pasando su pulgar por mi labio inferior suavemente.
—¿Y eso que tiene que ver? —cuestionó aguantando la risa sin dejar de verme.
—Que... si me besas ahora no dejaré que te vayas. —me abracé a su cuello y el abrió un poco más sus ojos.
—No quisiera que te arrepintieras por la mañana.
—Creo que debiste beber un poco más... porque lo único que quiero hacer ahora es perderme en ti y en tu perfume que me esta desquiciado. —sujetó mi cintura y lo abracé con fuerza. —eres un caballero.
—Tonta. —murmuró depositando un beso en mi cabeza.
—Adrien... quiero que...
Mis ojos pesaban. Sólo pude sentir un calor abrazarme completamente y mis pies en el aire.
Nunca me había dormido de pie y mucho menos abrazada a mi cita en la puerta de mi casa. Que vergüenza más grande.
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Lo Mismo Que Tú...
Historia CortaLa vida de dos personas se cruzó en el momento preciso. La soledad puede ser muy mala consejera al momento de tomar una decisión con respecto a nuestro futuro. Ambos anhelan lo que tuvieron alguna vez, pero... ¿podrán conseguirlo nuevamente? Quizás...