Me acerqué a Vanya mientras está tomaba unas pastillas.
— Lo siento— dije sin más, aún con restos de lágrimas en mis ojos.
— No pierdas tu tiempo. Diego tiene razón, no debí venir.
— Este es tu hogar y siempre lo será. Además él también era tu padre.
— Creí que me odiabas.
— Te dije que no te odio, solo estoy dolida. Lo que escribiste me sentó muy mal. Pero aún así era la verdad— le reste importancia— ¿Quieres que te pida un taxi?
— Ya llamé a uno. Pero gracias— se escuchó una bocina— Es para mí.
— Espero que sepas que papá te amaba mucho, a su manera.
— Si, ese es el problema, ¿no?— no supe que contestar— Cuídate.
— Tu también, Vanya.
Me dirigí a la cocina por algo de beber y allí me encontré a Cinco y a Klaus. Me senté luego de haberme servido un vaso de agua y solo miré un punto fijo por varios minutos.
— ¿Dónde está Vanya?— preguntó Allison entrando a la cocina.
— Se fué.
— Que lastima.— contestaron mis hermanos.
— Sí— Número Tres miró a Cinco por unos segundos intentando descubrir que hacía este.
— Una gran mansión, 42 habitaciones, 19 baños, pero ni una sola gota de café.
— Papá odiaba la cafeína— le contestó Rumor.
— También a los niños— respondió Klaus mientras abrazaba mi guitarra eléctrica— ¡Y nos tuvo a nosotros!
— Saldré en el auto.
— ¿Adónde vas?— pregunté.
— ¡A tomar una buena taza de café!
— ¿Acaso sabes manejar?— Allison lo miró confundida.
— Sé como hacer todo.— mientras se teletransportaba tomé su brazo y me moví con él. Llegamos dentro de un auto y debo admitir que me mareé bastante— ¿Qué haces aquí?
— También quiero café, niño.—me puse el cinturón y nos dirigimos a una cafetería a la cual solíamos ir cuando niños. Bajamos del auto y un señor que iba saliendo nos abrió la puerta— Muchas gracias.— ambos nos sentamos en la barra y Cinco tocó el timbre para llamar a la camarera. Mientras esperábamos llegó un hombre calvo y se sentó a nuestro lado.
— Lo siento, el fregadero se tapó. ¿Qué deseas?— le preguntó al señor.
— Tráeme un éclair de chocolate.
— Listo. ¿Le traigo a los niños un vaso de leche o algo?
— Los niños quieren café.
— Negro.— agregué a lo que dijo mi hermano.
— Lindos niños.— dijo mirando al señor, luego nos miró y sonreímos ampliamente.— Bueno.
— No recordaba que este lugar fuera tan feo.— me dijo Cinco.
— Sigue igual.
— Solíamos venir cuando éramos niños.—le comentó al señor— Nos escapabamos con nuestros hermanos y hermanas y comíamos donas hasta vomitar. Todo era más fácil.
— Supongo.
— Deja en paz al señor.— la señora nos trajo nuestros cafés y el pedido del calvo.
— Pagaré por lo de ellos.
— Gracias.— agradecimos a la vez— Debes saber moverte por la ciudad.— Cinco le hablo al señor.
— Eso espero. Llevo 20 años aquí.
— Bueno. Necesito una dirección.— el anciano se la dió y se fué del negocio.
— ¿Para que necesitas eso?
— No importa.— Se escuchó la puerta abrirse nuevamente, tanto Cinco como yo miramos por el reflejo del timbre. Eran unos hombres armados.— Eso fue rápido. Creí que tendría más tiempo.
— Bueno. Seamos profesionales, ¿sí? De pie y ven con nosotros. Quieren hablar.— la voz del hombre moreno era grave y lo sentía a nuestras espaldas.
— No tengo nada que decir.
—No tiene que ser de esta manera. ¿Crees que quiero disparar a un niño y a una jovencita? ¿Ir a casa con eso en mi conciencia?
— Yo no me preocuparia por eso.— me miró de reojo y le sonreí— No irás a casa.— agarró un cuchillo de manteca y se teletransportó clavándole el mismo cuchillo en la nuca del moreno. Utilicé el material de un tenedor y mi piel se transformó en metal. Golpeé a unos tipos.
— Oigan, idiotas.— intentaron dispararme pero sus balas rebotaban en mi piel. Cinco golpeó la puerta del negocio desde afuera e intentaron dispararle. Este se teletransportó y le clavó un palo de madera en las costillas a uno de los hombres. Me entretuve mirando a mi hermanito hasta que sentí una bala, fui hacia el causante de mi herida y le quebré el cuello. Solo quedaban un par, los cuales se dispararon entre ellos mientras Cinco y yo nos teletransportábamos. De vuelta en el negocio de donas, todos estaban muertos, mi hermano se sentó en la barra y con un cuchillo cortó la piel de su brazo para retirar un chip. Salimos y nos dirigimos a la casa de Vanya. Esta quedaba a unos minutos— ¿Qué carajos fue eso?— pregunté exaltada.
— ¿Acaso no te divertiste?
— Ese no es el punto. ¿Quienes eran esos tipos? ¿Por qué intentaron matarnos?
— Te lo contaré cuando lleguemos con Vanya.— caminamos un rato más y llegamos al edificio.
— ¿Usarás tus poderes?
— Tal vez. Pero mira, dejo la ventana abierta. Entraremos por ahí.
— Vanya tendría que cerrar sus ventanas.— escalamos hasta su ventana y entramos— Su casa es bonita.— nos sentamos en los sillones y dejamos la luz apagada. 20 minutos después escuchamos la puerta, había llegado Vanya. Antes de que prendiera la luz, Cinco encendió la lámpara su lado.
— ¡Cielos!
— Debiste haber cerrado las ventanas.— le expliqué.
— Vivo en el segundo piso.
— Los violadores escalan.— respondió Cinco esta vez.
— Son tan raros.— se sentó a mi lado y nos miró a ambos— ¿Eso es sangre?— preguntó mirando mi camisa.— ¿Tú también?— preguntó mirando al niño.
— No es nada.— respondió el último.
— ¿Qué hacen aquí?
— Decidí que son las únicas en quienes puedo confiar.
— ¿Por qué yo?— preguntó la chica a mi lado.
— Porque eres ordinaria.
— ¿Y yo?
— Porque me vas a escuchar.— Vanya se levantó del sofá y fue hacia lo que supongo en el baño, ya que cuando volvió tenía gasas y alcohol en sus manos. Dejé que curara a Cinco primero, su herida se veía peor que la mía.— Cuando salté y quedé atrapado en el futuro...¿Saben lo que hallé?
— No.
— Nada. Absolutamente nada.— ambas lo miramos atentamente. Vanya comenzó a curar mi herida mientras Cinco seguía contando su historia— Por lo que pude ver, era la única persona con vida. Nunca descubrí quién mató a la raza humana pero sí encontré una cosa.— solté un gemido debido al ardor que me generó el alcohol— La fecha en que ocurrió. El mundo acaba en ocho días. Y no tengo idea de cómo evitarlo.— ambas quedamos sin habla, no sabíamos cómo procesar lo que acababa de decir nuestro hermano.
— Voy a preparar café.
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Some things Never Change [TUA]
FanfictionConsiguió a ocho de ellos... Kendra es una de los ocho niños que adoptó Sir Reginald Hargreeves. Vivió su infancia siendo expuesta por tener habilidades, siendo un experimento. "- Se acabó la interrogación. Solo... vete" "- ¿Siempre fuiste un idiot...