XV

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Cuando llegamos a nuestro destino, que era un motel donde se hospedaban aquellos psicópatas. Nos detuvimos detrás de un camión de helados, Diego bajó a hacer algo mientras que Klaus y yo nos quedamos en el auto. Cuando volvió nos explicó que había puesto una especie de chip rastreador en el auto de estos.

— Bingo.— al parecer nos habían visto. Klaus sacó la botella de vodka, la cual desapareció de sus manos cuando yo la tomé. Una vez con esta en mis manos, dí un largo trago de aquel liquido. Necesitaba más pero con esto era suficiente para moverme unas horas más.

— Si sabes que matar a estas personas no te hará sentir mejor.

— Sí, pero cuando acabe, voy a dormir como un bebé.— dijo en dirección a Klaus. 

— Seguro que sí.—respondí luego de devolver la botella a su dueño. No mucho tiempo después vimos a Hazel salir de la habitación.

— Quédense en el auto.

— ¿De qué hablas? El tipo me torturó.

— Estoy de acuerdo con Klaus. 

— Tengo un plan.— No nos dejó emitir sonido cuando abrió la puerta del auto y salió de allí. Esperé a que este desapareciera de mi vista y bajé del auto.

— ¿Que haces?

— No lo dejaré solo. ¿Vienes?—no respondió y bajó de aquel vehículo. Caminamos detrás de Diego hasta llegar al final de las escaleras. El moreno estaba por salir de allí cuando hablé.

— ¿Cuál es el plan exactamente, grandote?—él se detuvo al escuchar mi voz.

— Les dije que esperaran en el auto.

— Sí, pero también dijiste que lamer una batería de 9 voltios me haría crecer los pelos.—reí al recordar aquel momento, Klaus de veía muy gracioso.

— Teníamos ocho años.— Cuatro se encogió de hombros y subió un escalón más pero Diego lo detuvo.— Por una vez en sus vidas, necesito que me escuchen. ¿Está bien?—hablaba a la vez que nos empujaba por las escaleras.— Vuelvan al auto. Si no salgo en dos minutos significa que probablemente estoy muerto. 

— Que alentador.— hablé recibiendo una mirada de reproche.

— Si eso pasa, busquen ayuda, ¿sí?— dijo tomándome de los hombros.

— Sí. De acuerdo.— No lo haría. Ni siquiera pensaba volver a aquel auto. Diego subió algunos escalones mientras que nosotros nos quedamos en los pies de la escalera inmóviles. Cuando llegó a la mitad de esta nos miró.— Está bien.— fingimos irnos y luego de unos segundos subimos de nuevo. Escuchamos el ruido de un auto derrapar y disparos. Corrimos hacia Diego y uno de los disparos le había dado en el brazo. Klaus lo tomó y nos cubrimos detrás de una pared. 

— ¿Ves?—habló Klaus— Solías pensar que era un idiota.

— Aún pienso que eres un idiota.

— Se escapan.

— De nada.— luego de esa pequeña conversación bajamos rápido las escaleras y nos dirigimos al auto. Yo fuí la primera en llegar y encontrar que los malditos habían destrozado nuestros neumáticos. 

— Mierda.—exclamé.

— Sube al auto.—habló Diego sin haber mirado el vehículo. Cuando lo miró comenzó a bufar y Klaus comenzó a darle patadas.

— ¿Es parte de tu plan maestro?— mal momento para el sarcasmo de Klaus.

— Cállate.— mientras ellos seguían ignorando nuestra salida, yo me dirigía a esta. Corté un par de cables hasta que encendió. 

Some things Never Change [TUA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora