XVI

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 Luego de ayudar a Diego con sus tenis, él me acompañó a atar a Klaus. Antes de llegar se detuvo y se giró hacia mí.

— Me prometes que intentaras no tomar hasta que vuelva.

— No haré eso. Sabes lo que ocurriría si me mantengo sobria. No quiero lastimar a nadie y menos a Klaus.— Cuando estaba sobria mis poderes me controlaban y entraban en una especie de ataque de ira que solo Diego, Klaus y Ben podían parar. Así que no era una buena idea.

— Lo sé pero sé que puedes controlarte.

— Bien, lo intentaré.— seguimos caminando hasta llegar a donde estaba Klaus.

— Odio esta habitación.— habló Diego mientras ataba a Klaus.

— Yo no, pasé mis mejores momentos aquí.

— A mi me ayudo a drogarme. Me llevé todo lo de valor después de que papá murió. Más fuerte y más arriba.— comencé a reírme como tonta ante las palabras de Klaus.

— Sí, justo eso decías cuando estábamos aquí.— Diego nos miró serios a los dos, mientras que apretaba aún más la soga. Klaus comenzó a soltar pequeños gemidos.

— Bien. Si veo una erección, me iré y dejaré que Kendra termine con esto.

— Fin del mundo y quieres estar sobrio de repente. No me malinterpretes, hombre, bien por ti. Pero creo que quieres tomar toda pastilla que existe.

— El pensamiento cruzó mi mente, créeme. Pero hay algo que debo hacer y toda esa cuestión molesta no parece funcionar a menos que esté sobrio.

— ¿Vas a conjurar a quien perdiste?— peguntó Diego.— ¿Cómo se llamaba?

— Dave.— Hablé de repente causando que ambos me miraran.— Te escuché en aquel bar, Klaus.

— Luchamos juntos en el valle A Shau en la Montaña de la Bestia.— la manera en la que hablaba sobre él partía mi corazón.

— Debe haber sido una persona muy especial.—sin yo quererlo mi voz salió con veneno.— Digo para aguantar lo raro que eres.

— Sí. Él era... él era gentil y fuerte y vulnerable y...— no terminé de escucharlo cuando salí a mi habitación, no podía seguir mucho más tiempo sobria mientras Klaus hablaba de Dave como si fuera lo mejor que le pasó en la vida. Corrí hasta mi antigua habitación y bebí un trago de una pequeña botella de ron que tenía de repuesto. Al volver escuché que Klaus seguía hablando con Diego.  

— Oye, míranos. Pasando algo de tiempo de calidad antes del fin del mundo.

— Sí, más vale. Casi todos los que me agradan están muertos.

— Yo sigo aquí.—hablé levantando la pequeña petaca de Ron con más de la mitad del líquido. Diego me miró con desaprobación para terminar de atar a Klaus.

— Lo sé, no hablaba de ti.

— Ah, sí. La mujer policía.— habló el atado.

— Sí. Mamá también.— bajé mi mirada ante aquella mención.— Las decepcioné a ambas. Así que aquí estoy. Solo con ustedes.— él se dirigió a mí y me quitó la botella.— Dijiste que nadie te alejaba de ellos, ahora yo sí.

— Mierda.— gritó Klaus.

— ¿Qué?

— Necesito orinar.—bufé ante lo que dijo Klaus. 

Diego lo soltó y lo dejó ir al baño. Mientras nosotros nos quedamos hablando sobre mi antigua promesa rota.

— Lo prometiste.

Some things Never Change [TUA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora