XIII

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Al llegar al gimnasio, fuimos directo a la casa de Diego. Luther acostó a Cinco en la cama, mientras yo me sentaba en una de las sillas. Diego dejó al maniquí a mi lado y se paró frente a la cama junto con Luther.

— Que gracioso. Si no supiera que es un imbécil, diría que se ve lindo cuando duerme.— soltó Diego. Yo reí por lo bajo.

— Tranquilo. Volverá a estar sobrio eventualmente. De vuelta a su estado desagradable.

— ¡Oigan! Él se ve tierno despierto y dormido. Solo que ustedes están celosos de que sea más inteligente que ustedes.— solté en modo de broma.

— No puedo esperar tanto.—Diego ignoró mi comentario— Debo saber cuál es su conexión con esos locos antes de que muera alguien más.

— Todo lo que dijo antes...— Diego se alarmó y señaló al techo— ¿A qué crees que se refería?— los tres nos callamos rápidamente. Diego sacó su cuchillo y nosotros nos pusimos en modo de defensa.

— Me lanzas otro de esos malditos cuchillos y levantaré cargos.— los tres nos relajamos al notar que solo era el dueño del lugar.

— ¿Qué quieres, Al?

— No soy tu secretario.— Diego bajó las escaleras y volvió hacia nosotros mientras Al lo seguía—Una chica te llamó, dijo que necesita tu ayuda.

— ¿Que chica?

— No sé. Una detective. Creo que dijo que su nombre era Blotch o algo así.

— ¿Patch?— pregunté mirando a Diego. El anciano solo se encogió de hombros como respuesta.

— Necesita mi ayuda.— Diego solo se acercó al anciano. Patch era su ex-novia y cada vez que ella tuviera un problema, él iba a ir a salvarla.

— Necesita que te encuentres con ella en ese motel, un basurero en Calhoun.— Al le dió un papel con la dirección a mi hermano, mientras que Luther y yo nos mirábamos preocupados.

— ¿Cuándo?

— Hace media hora. Dijo que encontró a tu hermano.— Al salió y Diego miró a Cinco. Yo solo pensé en Klaus.

— Eso no tiene sentido.

— Klaus.— respondí preocupada. Diego salió y yo lo seguí corriendo.

— Vayan. Yo esperaré con...— no logré escuchar lo que dijo porque cerré la puerta con un fuerte golpe. Tomamos el auto de Diego y él nos llevó al hotel donde estaban Klaus y Patch. Al llegar ambos empezamos a gritar sus nombres pero nada, hasta que vimos una puerta abierta y dentro de esta habitación se encontraba el cuerpo de la detective. Mi hermano tiró sus cuchillos y comenzó a negar mientras caminaba en dirección a Patch. Cuando la dio vuelta ella tenía un disparo. Diego empezó a golpear el suelo a la vez que lloraba. Yo lo miraba desde la puerta sin saber que hacer.

— Estaba en camino.— dijo Diego al cuerpo— ¿Por qué no esperaste?— a la lejanía se escuchaban las sirenas de la Policía y las ambulancias— Me tengo que ir ¿sí? No puedo quedarme aquí, ¿sí?— él se levantó del suelo tomó sus cosas y se quedó parado sin hacer nada. Intenté buscar algo que nos sirviera para localizar a los psicópatas y a Klaus, y encima de uno de los muebles encontré una boleta. La tomé y la guardé en el bolsillo de mi pantalón. Las sirenas se escuchaban más cerca y Diego no sé movía, así que tomé su mano y lo llevé por dónde habíamos venido. Manejé yo, ya que mi hermano no podía. Al llegar él solo se dirigió hacia Cinco. — Pedazo de mierda. ¿Tienes idea de lo que hiciste?— Luther lo detuvo de golpear a Cinco, Diego seguía forcejeando— No, déjame... ¡Quítame de encima tus manos de simio!

Some things Never Change [TUA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora