XIV

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Al salir de la habitación lo detuve durante unos segundos y lo abracé. Lo extrañé demasiados estos días. No creí que lo necesitaría tanto. Klaus me aceptó el abrazo y me atrajo aún más hacia él.

— ¿Quieres hablar de lo que te pasó?— solo negó sin emitir sonido. Seguimos caminando y antes de bajar las escaleras vimos a Pogo reparando a mamá. El primate nos miró, yo solo bajé la mirada y mi hermano siguió bajando las escaleras. Klaus se detuvo mirando el candelabro en el suelo. 

—¿Qué pasó aquí?— me preguntó sorprendido mirando todo a su al rededor.

— Los mismos que te raptaron, nos atacaron a nosotros y dañaron a mamá. Fue todo muy extraño.— al terminar de hablar, Diego se dirigia a la puerta principal con un maletin con el logo de la academia. 

— Te ves muy mal.

— Muchas gracias. ¿A dónde vas?— preguntó Klaus rapidamente.

— No. — respondió Diego antes de que Klaus le pidiera algo. 

— ¿Qué?

— No te llevaré.

— Vamos, sabes que no se conducir.

— No me...— se detuvo al ver mi mirada de súplica

— Bien, genial. Buscaré mis cosas. Dos minutos.— Klaus le dió algunas palmadas en el pecho al moreno y se fue a buscar sus cosas.

— Gracias.— hablé. Le dí una sonrisa triste. Miré su maletin y volví mi vista hacia él.— No estoy de acuerdo con que vayas a buscar a esas personas. Sé que quieres vengar a tu chica pero esta no me parece la forma.  

— Mira, Ken, sabes que te quiero mucho y que eres mi hermana preferida. Pero esto no te incumbe y si no vas a apoyarme, no quiero tu opinion sobre el asunto.— terminó de decir eso y se fue camino a su auto. Lo seguí segundos después. Me senté en el asiento trasero mientras esperábamos a Klaus. Odiaba sentir que todo se estaba desmoronando otra vez. Klaus sin querer hablarme de su presunto viaje en el tiempo y ahora Diego y su venganza. 

Cuando Klaus llegó al auto venía acompañado de una botella de alcohol. El viaje fue muy silencioso y lo único que se escuchaba era el ruido del motor. Diego miraba a Klaus de vez en cuando un tanto preocupado. Pero aun así no dijo nada hasta unos 15 minutos después de que estuviéramos en la carretera. 

— ¿Estás bien?— Klaus solo siguió mirando por la ventana mientras daba un trago a su botella.— Vaya, que milagro. Mi hermano Klaus está callado. La ultima vez que lo estuviste teniamos doce. Corriste con los tacones de Grace, te caiste y te rompiste la mandibula. ¿Cuanto tiempo estuvo cerrada?

— Ocho semanas.— respondió como si le costara hablar.

— Ocho gloriosas semanas de dicha.

— Diego.— reclamé y lo miré con el ceño fruncido desde el espejo. 

— Oye... dejame aqui.— tanto Diego como yo lo miramos confundidos. Era un lugar donde se encontraban los veteranos que habían servido a los Estados Unidos. Klaus bajó rapidamente sin darme tiempo de reaccionar.

— ¿Seguro que estaras bien?— preguntó Diego pero Klaus solo cerró la puerta en su cara. Sin esperar más bajé del auto y lo seguí en silencio, sin que se diera cuenta. Él entró y se dirigió a la barra, allí tiró su tapado y se sirvió un shot. Aún no se había percatado de mi presencia y yo estaba bien con eso por ahora. Lo ví dirigirse hacía una vidriera con fotos de antiguos militares mientras llamaba la atención de las personas mayores que se encontraba en aquel lugar.

Some things Never Change [TUA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora