Capítulo 3

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—El nuevo traje que me proporcionó Lucius es más ligero—dijo Bruce a través del articular a Alfred.

—Fue un buen salto amo Bruce, a parecido totalmente una gacela. ¿Termino por esta noche la vigilancia?.

—Si.

Había sido una noche productiva en donde detuvo a tres asaltantes que intentaban robar a una familia. La escena que presenció antes de que actuará, trajo consigo dolorosos recuerdos al ver como uno de los hombres levantaba su arma contra el padre de familia.

—Genial. Selina hablo hace unos minutos, me preguntó si lo habías conseguido.

Bruce salto tres techos más en medio de la oscuridad de Gotham hasta llegar a la familiar escalera de incendio. Cuando sus botas se posaron en el último escalón, quito su marcará negra que se encargaba de cubrir su identidad tanto de policías como delicuentes.

El aire frío le permitió controlar la adrenalina que se esparcía por su cuerpo y mente, como cada vez que salía de vigilancia. Bruce descendió por la escalera y miro debajo hacía el centro del callejón en donde se encontraba Alfred esperándolo, el estaba sentado en el automóvil como cada vez que salía a combatir la inseguridad.

—Lo conseguí—declaró llegando hasta Alfred—Fue algo difícil, tuve que hacer varias llamadas y pedir uno que otro favor, pero será suficiente para que Helena lo ame.

Bruce entro al automóvil con rumbo a la mansión Wayne. La mayoría de las noches donde dejaba a un lado su título de millonario y colocaba la máscara de salvador de Gotham, permanecía desde que el sol se ocultaba hasta que el primer rayo  salía, más esa noche era especial y sus labores terminaron al tercer asalto.

El cumpleaños de Helena se llevaría acabó en una pequeña celebración en la mansión. Bruce como años anteriores dejaba sus labores para pasar la velada rodeado de su familia y amigos.

Salvar un poco a Gotham de la oscuridad, le permitía saber que había hecho una diferencia en las calles. Si bien, la luz nunca estaría en su mayor resplandor y los delicuentes siempre existirían o se formarían, al menos sabía que estaba dejando un toque de seguridad propio cada vez que salía a patrullar.

No tenía claro por cuánto tiempo seguiría su labor de proteger a los ciudadanos. En un principio lo había tomado como algo pasajero, más los días pasaron y se fue entrelazó cada vez más con su vida personal y profesional, hasta un punto donde formaba parte de si mismo.

Pero lejos de esa oscura y encantadora isla rodeada de edificios, se encontraba su hogar. La mansión Wayne nunca se sintió más viva como esa noche. Desde que atravesó la reja, sus ojos azules se encontraron rodeado de familiaridad en aquél inmenso terreno. Tan pronto como ingreso por la puerta de su hogar, las voces de sus amigos llegaron en medio de risas y conversaciones.

Sus invitados habían escogido la área del recibidor para reunirse en la celebración de un año más de vida. Todo era tan bello y parecía pasar en forma lenta cuando camino de la puerta hasta su amigos y familia, parecían que todos esos seres humanos estaban en una burbuja de felicidad, lejos del caos que podía proporcionar Gotham.

James Gordon reía por algo que le había dicho su hija Barbara, la niña rubia se encontraba sentada en las piernas de su padre. El capitán de la GCPD no mostraba ningún rastro de cómo día tras día se encontraba luchando contra lo peor de Gotham, aún lado Harvey Bullock con copa en mano trataba de hacer un truco de magia con cartas para impresionar a Helena Wayne, Barbara Gordon y Jessica Bored. Sentadas frente a ellos mantenían una conversación Leen Thompkins, Tabitha Galavan, Barbara Kean y su amigo Álex.

Por lo poco que logró escuchar antes de que se detuvieran para saludarlo cuando llego, era algo relacionado con el nuevo establecimiento que abriría Álex Winthrop en el centro de Gotham.

Dime Qué Se Vuelve Más Fácil - Selina y Bruce (Batcat)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora