Harry
No tenía muchas ganas de comer, así que cogí mi cazadora de cuero y fui en busca de algo que me distrajera de este cruel mundo en el que ahora vivía. Aunque, bueno, yo solito me lo había buscado, ¿no?
Me subí al coche y empecé a dar vueltas por todo Londres hasta que, esperando a que un semáforo en rojo se volviera verde, vi una pequeña callejuela. En ella había un bar que nunca había visto antes. Y era raro porque creo que en estos seis años había entrado en todos los bares de Londres y sus alrededores. Cuando se puso en verde, giré en dirección a aquel bar. Aparqué en un lugar que no molestase a nadie (y que pasase desapercibido) y me paré delante de aquel bar, dudoso de si entrar
Por fuera, la parte inferior de las paredes del bar eran tablas de madera oscura mezclado con pintura marrón clara en la parte superior. Era una mezcla muy, muy rara. Desde luego, no era un lugar muy atractivo. Es más, en cualquier otro momento no hubiera entrado ni de coña, pero había algo especial que me atrajo a él. Y lo comprobé en cuanto agarré la manilla de la puerta y entré. Al momento, me sentí mejor. Aquel lugar hizo que me sintiera bien y taciturno como jamás lo estuve
El bar no era muy grande, diría que bastante pequeño. Las mesas eran de madera oscura con las patas de metal en negro y las sillas del mismo estilo, de metal negro con el asiento de madera oscuro. Las baldosas eran de un tono marrón oscuro que hacían que se volviesen aún más brillantes gracias a la mediana iluminación, y las paredes eran de un grisáceo oscuro. Al fondo de la sala, había un futbolín y una diana electrónica. Las paredes estaban decoradas con objetos típicos de un país muy querido para mí: fotos y estatuillas de sus lugares más típicos, varias banderas, más fotografías en blanco y negro de personas que no conocía (tal vez, de los dueños), etc... Era un poco pintoresco, pero me encantaba ese lugar
Me senté en la barra, también en color tierra y en negro, y esperé a que me atendiera el camarero. No tardó mucho en hacerlo. El bar también era bastante solitario. O bien acababan de abrir o el negocio no les iba muy bien ya que no había mucha gente en el local. Sólo cuatro o cinco personas tomando algo en unas mesas lejanas a la puerta. Me alegré de que no se fijaran en mi presencia y pasaran de mí totalmente
-¿Qué desea? -el acento del camarero era británico, no como el aspecto del local
-Una cerveza
-Marchando. ¿Quiere algo de comer? -añadió
-No, gracias
Tenía un agujero en el estómago que hacía que no me entrara nada de comida. Sólo alcohol
Bebí un largo trago cuando el camarero puso delante de mí la cerveza. Me entró bastante bien. Al principio, el alcohol no me sentaba bien (vomitaba todo el rato), pero ahora lo dominaba como un campeón
Estaba tan tranquilo, pensando en mi triste y lastimera vida cuando mi móvil sonó de repente. Miré la pantalla y vi que era Niall. Siempre era él. Era el único de los chicos con el que aún tenía un poco de contacto. Bueno, él era el que tenía contacto conmigo porque yo no solía llamar a nadie
No tenía ganas de contestar así que dejé que sonara. A los pocos segundos, volvió a sonar. De nuevo, Niall. Y de nuevo volví a dejar que sonara. Al parecer, se cansó
Seguí observando el local mientras me tomaba mi cerveza tranquilamente. Giré la cabeza hacia la otra zona del local que no vi antes y me fijé que había más sillas y mesas. También había una esfera de cristal con varias bolas de plástico transparente dentro de ella. Me fijé mejor para ver qué era aquéllo y me di cuenta que, dentro de esas bolas, había pequeños juguetitos para los niños pequeños: coches de carreras, Barbies en miniatura, peluches del tamaño de un llavero... Con mucho gusto hubiera metido una moneda para sacar una de esas bolas y regalársela a Lux, pero no me hablaba con Lou y Tom tampoco. Dejé a todo el mundo de lado. Sólo estabamos yo y esta copa de alcohol en la mierda de mundo en la que se convirtió mi vida
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Conectada a ti 3: Reecuentro en Londres (Harry Styles y tú)
FanfictionYa han pasado 6 años desde el fatídico accidente, desde aquella noche difícil de olvidar, desde el dolor provocado por la pérdida de esas almas cándidas e inocentes. Pero el tiempo transcurre con rápidez y sin darnos cuenta. Las cosas cambian. Y los...