Capitulo 4

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MUY BUENAS, CHICAS. QUERÍA DECIROS QUE HE SUBIDO HOY PORQUE NO CREO QUE PUEDA SUBIR ESTE LUNES. POR ESO, HE HECHO ESTE CAPITULO MUCHO MÁS LARGO QUE LOS ANTERIORES. PUBLICARÉ EL JUEVES, SEGURO. MUCHISIMOS BESOS

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Nada más entrar por la puerta, unas voces conocidas inundaron la casa de mi madre. Toda mi familia ya había llegado

-Por fin, apareces -Lucas vino a mí corriendo para besarme- ¿Qué tal con la paciente?

-Muy bien -disimulé- Ya no la veré hasta la semana que viene

-Bien

-Oye, ¿y cómo es que toda mi familia está aquí reunida?

-A mí no me preguntes. Ha sido tu madre la que lo ha organizado todo

De pronto, dos pares de brazos me abrazaron por detrás de improviso, haciendo que me tambaleara un poco. Miré hacia abajo. Eran Nuria y Mario. Las personitas que más quería en este mundo. Mis sobrinos. Tenían cuatro y tres años respectivamente

-¡Hola, tita! -dijeron los dos a la vez mirándome desde abajo

-Hola, mis amores -me agaché para abrazarlos mejor- ¡Qué grandes estáis!

-Ya soy más alta que Mario. Mira -Nuria se puso al lado de Mario para medirse

-Joooo -se quejó éste- Yo quiero ser más alto

-Aún puedes crecer. Sólo tienes que comer todo lo que mamá te ponga de comida y beber mucha leche. Te pondrás tan alto como el tito Lucas -los tres le echamos un vistazo

-¿Tú bebes mucha leche, tito?

-Claro que sí, Nuria -Lucas la cogió en alto- Por eso soy tan alto

Los cuatros nos dirigimos a la salita de estar donde estaban todos. Lucas soltó a Nuria y yo a Mario. Ella se fue corriendo a jugar con su casita de muñecas que tenía en una zona de juegos. En cambio, Mario se puso a jugar con el rabo de Lula. Ésta estaba tumbada en su cesto, junto a la chimenea. Ya era muy vieja para corretear con los niños por la casa, así que se dejaba hacer cualquier cosa. Y no se quejaba en ningún momento

En cuanto mis familiares me vieron, se lanzaron a besarme y a abrazarme con efusividad. Mi abuela, además, me empezó a pellizcar las mejillas como cuando tenía 4 años. Ni siquiera me dio tiempo a quitarme el abrigo

-Bueno, ya has llegado, cariño -mi madre vino hacia a mí y me plantó dos besos en las mejillas. Como todos los demás

-Hola, mamá

-Estás muy delgada -dijo mientras me examinaba de arriba a abajo como si fuera la primera vez que me viese- ¿Comes bien?

-Claro que sí, mamá. Oye, -la cogí por el brazo disimuladamente y la llevé hasta la cocina- ¿a qué viene esta comida familiar? No me has dicho nada

-Quería darte una sorpresa

-¿Una sorpresa? -estaba confusa- ¿Por qué?

-Porque mañana vas a ir a uno de los eventos más importantes del mundo de la psicología y la psiquiatría. Había que celebrarlo

-¿Y te da por hacerlo ahora?

-Cuando todos hemos podido quedar. Si uno no podia porque trabajaba, el otro estaba enfermo o de exámenes. Además, me lo dijiste hace un par de semanas. No pude organizarlo con más antelación

En eso mi madre llevaba razón. Tal vez, si se lo hubiera dicho en cuanto me llegó la carta, hoy me hubiera librado de este rollo. En fin...

-Bueno, vamos a comer ya -mi madre me puso una olla en las manos- Llévate esto

Conectada a ti 3: Reecuentro en Londres (Harry Styles y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora