Había una vez, un príncipe del invierno que añoraba con poder salir al mundo. Tenía amigos, una alegre chica de la primavera y un chico del otoño, ambos príncipes del reino de la primavera y otoño.
El príncipe del invierno era feliz con sus amigos, sin embargo, como se había dicho desde el principio, este quería salir al mundo, pero no podía.
- ¿Por qué mami? – preguntó Noel, mirándola. Anna sonrió.
- Ahorita lo sabrás.
Él no podía salir, pues debía hacerse cargo de su reino. Y si saliese de su reino nevado, para conocer el mundo, causaría grandes estragos en el mundo, alterando así, el balance. Pues era una norma que debía cumplirse, sólo podían salir a visitar los otros reinos por cierto periodo de tiempo.
El mundo humano, sólo podía ser visitado cuando fuesen reyes, y cuando fuese su estación. Pero eso no le bastaba al príncipe.
Él ansiaba conocer el mundo humano, ser capaz de poder visitarlo cuando quisiese. Y todo lo que él quería, se veía lejano, tan sólo siendo un sueño o ilusión.
Los años pasaron y se convirtió en rey del invierno, al igual que sus amigos se convirtieron en reyes de sus reinos. Su amiga les contaba las maravillas del mundo, y todo lo que había en él.
Y él sólo podía sonreír, deseando que lo que ella decía fuese cierto. Lo mismo contaba su otro amigo, pero sin la misma emoción que su amiga.
Y cuando llegó al mundo, sólo vislumbró lo mismo que en su reino. Un panorama en blanco.
Aquel maravilloso mundo que sus amigos describían, no se hallaba en ningún sitio. La decepción y tristeza lo abordaron al igual que la desesperación, tanto así, que comenzó a llorar.
Y su llanto, provocaba que copos de nieve cayesen del cielo, desconsolando todavía más. El mundo parecía igual, y no hallaba cambios; y hubiera seguido llorando, de no ser porque algo vislumbró, o más bien, alguien.
Noel miró con emoción a su mamá para luego volver a mirar la página.
Una chica había salido a jugar en la nieve, cuando notó como hermosos copos de nieve caían del cielo. Se quedó de pie de donde estaba, contemplándolos.
El príncipe la miró con sorpresa, ¿Qué hacía ella, un humano, bajo el cielo del frío invierno?
La chica volteó al sentirse observada, sorprendiéndose de ver al príncipe del invierno. Él limpió con vergüenza sus lágrimas, queriendo ponerse de pie, no haciéndolo al final; ella se acercó a él, con pasos lentos y algo temerosos.
Y cuando estuvo frente a él, notó que los copos de nieve habían dejado de caer, algo que la hizo sentir un poco triste. Lo miró a los ojos, notando su desconcierto.
Ella sonrió suavemente.
- ¿Eras tú quién hizo esos copos de nieve?
- Sí.
- Eran realmente preciosos... ¿Puedes controlar el frío?
- Sí.
- Es realmente hermoso lo que haces.
- ... ¿Por qué? Si todo lo que hago no es más que esto... Nada está vivo en invierno.
Su aura se notaba decaída, pues estaba decepcionado por no ver el mundo que sus amigos le dijeron. La chica se sentó frente a él, mirándolo con cierta preocupación y tristeza, no le gustaba verlo así.
Una idea surcó su mente, haciéndola sonreír y levantarse de donde estaba. Tomó con delicadeza y timidez la mano del príncipe, sacándolo de sus depresivos y pesimistas pensamientos, sorprendiéndolo.
- Venga conmigo, yo le mostraré que está equivocado. Le mostraré la belleza del invierno.
Las palabras de la chica lo sonrojaron y le dieron esperanzas.
- ¿Y qué pasó mami? ¿Qué pasó! – preguntaba emocionada y ansiosa. Anna soltó una risa, acariciando los cabellos de su pequeña.
- Creo que eso lo sabremos mañana. Es hora de dormir. – dijo la rubia, levantándose del borde de la cama donde estaba sentada, dejando el cuento en el estante de la habitación. Noel hizo un puchero, inconforme.
- ¡No es justo!
- Los niños deben dormir a sus horas, Noel. Mañana continuamos donde nos quedamos. – sonrió, acariciando sus cabellos, depositando un beso en su frente. Noel sonrió.
- ¿Es una promesa?
- Sí... Buenas noches, Noel.
- Buenas noches, mami.
Y diciendo eso, apagó la luz, saliendo del cuarto de su hija. Se dirigió a la recámara que compartía con su esposo, y se metió en la cama, abrazándolo por la espalda, con una sonrisa.
En unos minutos, se hallaba entre sus brazos. Sonrió todavía más, Norman era el príncipe del invierno y ella, la chica que acompañaba al príncipe.
Pues el cuento que ambos habían escrito, estaba basado en ellos. Y que mejor que escribir que Norman era invierno y Anna una chica que veía al invierno como lo más hermoso.
Simplemente, perfecto.
-Traumada Taisho
Me dieron ganas de desarrollar más la historia... Lo pensaré xd
Noel se tenía que usar, sí señor... Por cierto, no es de mi autoría. Le pertenece a su respectivo autor(a).
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Perfectly Imperfect [Norann/Noranna]
Fanfic[Serie de drabbles y One-shots] Aquello que nunca había sido previsto, y que resultaba un capricho del destino, para Norman y para Anna aquello no podía ser más que algo perfectamente imperfecto. ¡Portada por Mioyoshida, gracias!