XIX

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Lo bueno es que nunca fue tan consumidor y acumulador como Manuel. De hecho, con la ayuda de Julio, le toma solo dos horas sacar todas sus cosas. Cuando las últimas pequeñas cajas y bultos ya están fuera del apartamento, Miguel se da una vuelta rápida para cerciorarse de que no se está olvidando de nada.

Se pasea por el baño y el cuarto, recuperando su cepillo de dientes y una media que estaba escondida debajo de la cama. Mira a su alrededor, y suspira con pesadez. Pasa una mano por su cabello, y su mirada se posa sobre el estante del pasillo.

Medita en ello por un segundo antes de recordar que se esconde ahí, entre el montón de libros y recuerditos de viajes apilados unos sobre otros. Estira bien el brazo, tanteando con sus dedos hasta dar con la tapa dura de lo que busca. Con dificultad, tira hasta que por fin lo tiene entre sus manos.

Lo desempolva. Lo abre por un segundo, antes de volver a cerrarlo. Escucha a Julio llamarlo desde las escaleras. Traga saliva, y se apresura a salir de ahí.

No sabe porque se siente como un ladron.

Par de IdiotasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora