Roselyn y Akko se encontraban jugando en una pradera junto con otros dragones de su edad, la mayor de las Kagari podía ir a más lugares con dragones de su edad pero no quería dejar sola a su hermana menor, así que pasaba todo su tiempo con ella.
Últimamente habían más cazadoras de dragones que nunca, estas eran brujas especializadas en la caza de los dragones. Ambas jugaban tranquilamente cuando Siryah y Yasuka llegaron, estas eran de la edad de Akko y solían pasa tiempo juntas.
Siryah: ¿Quieres venir al lago de Yggnos? -preguntó moviendo su cola, en señal de alegría.
Akko: No lo sé...¿Puedo? -preguntó a su hermana.
Rose: De acuerdo, pero no crucéis la barrera. -les advirtió.
Las tres asintieron y se marcharon riendo, Rose sonrió al ver tan feliz a su hermana e inició el vuelo hacia su casa. Mientras Rose se encargaba de algunas tareas con sus padres, Akko y las demás llegaron al lago.
Akko: ¿Qué queréis hacer?
Yasuka: ¿Qué tal comer? -preguntó y su barriga sonó en afirmación.
Siryah: Tú solo piensas en comer, mejor volemos un rato sobre el lago y cacemos peces para nuestros padres.
Akko: Pero yo no sé volar muy bien...-susurró cohibida al ser la única dragona que todavía no volaba bien.
Yasuka: Nosotras te ayudamos, no te preocupes. -sonrió.
Ambas cogieron a Akko de las garras delanteras al mismo tiempo que iniciaban a volar. Estuvieron un rato volando y bañándose en el lago cuando unos dragones como ellas se acercaron corriendo a donde estaban.
Author: ¿Habéis visto a Kanna?
Siryah: No la hemos visto. ¿Ocurre algo?
Jeix: Hay cazadoras de dragones rondando por la barrera, y no hemos visto a Kanna desde hace un rato. -dijo preocupado. -Solo tiene 120 años, todavía es muy pequeña para que vaya ella sola, ni siquiera sabe defenderse o volar.
Akko: Tenemos que buscarla. -dijo decidida. -Author, avisa a algún adulto. Necesitaremos ayuda.
Author: En seguida. -se machó volando torpemente.
Los 120 años en humano serían como tener dos o tres años, mientras que tener 324 como Akko y los demás sería como tener diez. Akko y los demás comenzaron a buscar por los alrededores del lago hasta que encontraron unas pequeñas huellas.
Decidieron seguirlas hasta que llegaron a la frontera, un lugar donde si cruzabas la línea las cazadoras de brujas te veían y acababan contigo, es decir, ya no estabas protegido por la magia ancestral de los antiguos dragones.
Jeix: ¿Creéis que...? -preguntó temeroso, al ver cómo las huellas atravesaban la barrera.
Yasuka: Tendremos que esperar a que algún adulto venga, nosotros no podemos cruzar.
Akko: Yo lo haré.
La pequeña Akko cruzó la barrera pese a los gritos de sus amigos, caminó con cuidado por el espeso bosque que continuaba y siguió las huellas. Encontró a Kanna en un claro jugando con una mariposa, esta al ver a Akko sonrió y se acercó a ella.
Kanna: Hola Akko. -sonrió con inocencia. Akko escuchó pisadas y se puso alerta.
Akko: Tenemos que irnos, Kan. Este lugar no es seguro.
???: ¡Os tenemos! -gritó una cazadora de dragones, apareciendo sobre su escoba.
Esta iba a lanzar un hechizo contra ellas cuando un dragón violeta se abalanzó sobre ella, tirándola de la escoba. La dragona cogió a Kanna del cuello e indicó a su hermana que empezara a correr.
Akko: Rose...-dijo con alegría.
Rose: Vamos. -dijo como pudo. Kanna estaba aterrada y se tapó la cara con sus patas.
Comenzaron a correr mientras esquivaban los hechizos de las brujas, ahora habían dos más. Justo cuando estaban llegando a donde la barrera, Akko cayó al suelo a causa de un hechizo. Rose lanzó a Kanna a través de la barrera y se colocó delante de su hermana menor.
Rose: ¡Vete, Akko! Yo las distraeré. -gruñó viendo a las brujas.
Akko: Pero tú...-comenzó a sollozar.
Rose: ¡Hazlo!
Rose se abalanzó sobre las brujas, soportando todos los hechizos con tal de proteger a su hermana. Al cabo de unos minutos, la dragona violeta cayó al suelo llena de sangre y heridas. Justo cuando las brujas iban a lanzar el último hechizo, el padre de Akko apareció y quemó las escobas de las brujas, haciendo que huyeran.
Akko salió de los arbustos y se acercó a su hermana, había visto todo de primera mano y se encontraba muy asustada. Ferno miraba la situación con tristeza, sabía lo que le iba a pasar a su hija mayor en cuanto lo vio en sus ojos. Ella estaba decidida a salvar a su hermana, tras lo que le dijo Author.
Akko: Hermana...-sollozó, tocando su mejilla con sus garras.
Rose: Akko...Me alegro de que estés bien. -susurró adolorida. -Me alegro de heberte salvado, lamento no poder estar más tiempo contigo. Mi cuerpo no aguanta más, lo siento, Akko.
Akko: Lo siento, si no hubiera salido y hubiera esperado a algún adulto, tú....-empezó a llorar.
Rose: No lamento haberlo hecho....-se retorció del dolor. -Siempre estaré contigo, hermana.
Rose cerró los ojos para no volver a abrirlos. Akko comenzó a llorar, abrazando el cuerpo inerte de su hermana y culpándose de lo ocurrido. Yasuka, Siryah, Tohru y los demás que vinieron vieron con dolor la escena.
Aquel día había ocurrido una tragedia, en el país de los dragones. Las brujas se habían cobrado a una de sus muchas víctimas.
*Presente*
Akko terminó de contar su historia viendo a todas llorar, Tohru la abrazó al igual que sus amigas, aquel día fue devastador. Diana miraba impotente como Akko lloraba y pensó en que tenían que acabar con todo esto, no podían haber más muertes inocentes por tal cosa.
Aquella noche Diana se levantó para beber algo de agua de la cantimplora, al girarse para ir a su saco de dormir. Se encontró con una joven de cabello violeta y ojos rojos, los cuales le recordaban a Akko, en cierta forma se parecían.
Rose: Gracias por cuidar de mi hermana, Diana. Hazla feliz. -sonrió.
Aquella chica desapareció entre la espesura del bosque, Diana quedó confundida y pensativa tras las palabras de aquella misteriosa chica. Regresó a dormir deseando que fuera mañana para encontrar a Magnus.
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Secretos (Diakko)
Fanfic¿Qué pasaría si los dragones tuvieran un motivo para odiar a las brujas? ¿Y si ese odio los llevara a crear una guerra contra Luna Nova? Los dragones están hartos de que las brujas se beneficien de la magia que ellas llaman suya, pese a que la piedr...