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Narra Akko

Magnus trabajó durante toda la noche en la pócima, la cual nos indicaría quienes son los responsables de armar la guerra entre dragones y brujas. Siryah ayudó un poco gracias a sus conocimientos sobre el tema, mientras que las demás esperábamos.

Tohru nos hizo la cena a todos, y a Kobayashi le hizo un plato especial para ella. Sabía lo que era y decidí no entrar en el tema, por otro lado Diana no dejaba de observarme de reojo y no entendía el por qué.

Kobayashi: Torhu...-la llamó, sacando un trozo de carne de su comida. -No me des tu cola, no la voy a comer da igual los métodos que uses.

Tohru: De acuerdo...-dijo devastada. Yasuka las miró extrañada y siguió con su comida.

Diana: ¿Cómo volveremos a Luna Nova? Desde aquí es una semana, y no creo que la escuela aguante tanto tiempo.

Magnus: No te preocupes por eso, tengo un portal que comunica directamente con vuestra escuela.

Lucoa: ¿Y por qué no ha venido antes para ayudarnos?

Akko: Es verdad, nos podría haber ahorrado el viaje. -dije algo molesta, al saber que tenía un portal.

Magnus: Quería ver si podíais resolverlo vosotras solas, y por lo visto he acertado. -respondió echando un último ingrediente. El polvo terminó siendo de un color violeta, lo guardó en un frasco y me lo entregó. -Ya está listo, lo único que tenéis que hacer es soplar y el irá a las personas encargadas de esta guerra.

Siryah: Muchas gracias, Magnus. -agradeció en nombre de todas.

Cada una se marchó a su habitación pero yo me fui al pequeño jardín que había, la luna llena iluminaba todo el lugar y hacía que me sintiera en paz. Regresé a mi forma dragón y me enrollé para pasar ahí la noche, ser humana me cansaba y a veces prefería ser dragón, aunque sea para dormir.

Diana: Me ha sorprendido no encontrarte en tu habitación, Akko. -dijo detrás de mí.

Akko: Necesitaba regresar a mi forma natural, ser humano es agotador. No sé cómo podéis resistir tanto.

Diana: Creo que entiendo lo que te pasa. -se sentó a mi lado, la observé sin decir nada. -Te interesan los humanos, y te frustras por no comportarte como nosotros.

Akko: ¡Eso es una tontería! -levanté mi cabeza molesta, y acerqué mi rostro al suyo. Le mostré mis afilados dientes pero ella pareció no inmutarse, eso me hizo enojar más. -No digas tonterías. No tengo ningún interés en vosotros.

Diana: Sé que es cierto, cuando estabas en Luna Nova vi cómo observabas nuestras costumbre y leíste varios libros sobre nuestra historia. -me tensé. -Solo quieres ser aceptada por nosotros, ¿cierto?

La observé durante un rato hasta que me tumbé de nuevo, evitando su mirada. Podría jurar que estaba sonriendo pero creo que era imposible. Poco a poco fui conciliando el sueño, no me importaba que ella estuviera al lado.

Con los primeros rayos de sol me desperté, sentí algo pegado a mi torso y observé un figura humana, durmiendo tranquilamente. Era Diana. Al parecer había pasado la noche al lado mía e inconscientemente la había arropado con una de mis alas.

Akko: Lo que me faltaba...-suspiré. La volví a mirar y acerqué mi rostro para verla más de cerca, era linda....¿¡En qué estoy pensando!? Deseché esos pensamientos e intenté despertarla. -Diana, ya ha salido el sol.

Se desperezó y me vio confundida hasta que pareció recordar lo que pasó anoche, se sonrojó y se marchó sin decir palabra. No entiendo a los humanos. Volví a mi forma humana y entré en la casa, donde mis amigos me esperaban.

Tohru no dejaba de abrazar a Kobayashi y ella parecía algo incómoda, Lucoa les sacó una foto y las demás miraban divertidas la escena. Nos despedimos de Magnus e ingresamos al portal, una luz nos cegó durante unos minutos y tuvimos que cerrar los ojos.

???: ¡Cuidado! -gritó una voz.

Cuando abrimos los ojos nos vimos envueltas en medio de la batalla, el cielo estaba gris y la mitad de la academia ardía en llamas. Nos refugiamos detrás de una barricada, donde Sucy y los demás estaban luchando.

Eliza: ¿Cómo habéis llegado aquí? -preguntó asombrada. -Cuando os he visto aparecer de la nada en mitad del campo me he preocupado.

Akko: Una larga historia, por ahora será mejor que usemos la pócima. -la saqué de mi bolsillo y la enseñé.

Yasuka: Debemos usarla en mitad del campo, Magnus nos lo ha dicho esta mañana. -me explicó, mientras se refugiaba de las explosiones.

Lucoa: Nosotros los distraeremos, lo dejamos en vuestras manos. -me sonrió.

Lucoa, Tohru, Yasuka, Siryah y Eliza se transformaron en dragones e iniciaron el vuelo hacia el campo de batalla, para luchar contra los otros dragones. Observé el frasco y luego a Diana, quien había sacado su varita para luchar.

Akko: Necesito que hagas que esta poción funcione.

Diana: ¿Qué harás tú? -preguntó preocupada.

Akko: Mientras tú vas a mitad del campo me concentraré en protegerte, confía en mí.

Diana asintió y salió sin dudar al campo, me sorprendió la confianza que depositaba en mí. Me transformé en dragón e iba ahuyentando a los dragones que intentaban atacarla, uno me hirió en el torso pero logré evitar que atacase a Diana.

Ferno: Hija...-dijo mi padre, aterrizando frente a mí. -Es mejor que te escondas, esto es peligroso. Hemos perdido a varios de los nuestros, no quiero perderte a ti también.

Akko: Estoy bien papá, además no estoy sola. -mostré mis dientes. -Mis amigas luchan a mi lado, y Diana va a poner fin a todo esto, confía en nosotras.

Ferno: Os ayudaré.

Mi padre me ayudó a alejar a los dragones, cuando Diana estuvo en medio del campo sopló la pócima. La mitad del polvo violeta se dirigió al Rey Ion y a Nelson, la profesora de vuelo. Las alumnas y profesoras la miraron asombradas, Finnelan se acercó a ella y le arrebató la varita.

Directora: ¿Por qué lo has hecho? ¿No te bastaba enseñar a las alumnas? -preguntó decepcionada. -Has sido una profesora ejemplar. ¿Por qué?

Nelson: Siempre he pensado que la magia pertenecía a las brujas, pero cuando vi aquel tratado decidí romperlo e iniciar una guerra. Los dragones no merecen tener magia.

Ion: Digo lo mismo de las brujas, sois muy egoístas y solo la usáis para vuestro propio beneficio.

Eliza: Eso no es cierto, papá. Muchas brujas lo usan para ayudar a otros seres vivos, además hay que aceptar su manera de usar la magia. Así lo dice el tratado. -le dijo a su padre. Este gruñó molesto y resopló, echando humo por su boca.

Ion: Sigo pensando que las brujas le daréis un mal uso. Vayámonos de aquí.

Les devolvió la piedra filosofal y la directora la regresó a su torre, todas suspiraron aliviadas menos Nelson. Ella miraba con odio al Rey Ion, quien iba a emprender el vuelo hacia nuestro reino.

Nelson: ¡No te dejaré ir tan fácilmente!

Cogió la espada mata dragones y corrió hacia Ion. Todo pasó a cámara lenta, me interpuse entre ambos haciendo que la espada se me clavase en el pecho, caí al suelo adolorida mientras la profesora reía.

Lo último que vi antes de cerrar los ojos fue a mi padre abriendo la boca y comiéndose de un bocado a la profesora, la espada cayó al suelo haciendo ruido pero pasó desapercibido. Diana se acercó corriendo hacia mí mientras me miraba con preocupación, al igual que las demás.

Lo siento, chicas.

Secretos (Diakko)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora