Narra Akko
Las profesoras nos habían reunido a todas las alumnas en el pequeño anfiteatro, todavía no sabíamos para qué nos habían llamado pero espero que no tardasen mucho, tengo muchas cosas que hacer.
La directora junto con la profesora amargada entraron por la puerta principal, trayendo consigo el silencio absoluto. Era increíble cómo dos personas hacían callar a todas las alumnas sólo con su presencia.
Directora: Bien, como ya sabéis últimamente han habido avistamientos de dragones cerca de Luna Nova. Las profesoras nos hemos reunido y hemos llegado a la conclusión de que es mejor cerrar la escuela hasta que nos hayamos encargado de ellos.
Finnelan: ¡Silencio! -todas se callaron. - Hemos contactado con una posada que hay a las afueras del pueblo y han accedido a alojaros, id recogiendo vuestras cosas y nos vemos en las líneas ley.
Todas salieron de allí corriendo asustadas y nerviosas. Me quedé ensimismada con mis pensamientos, ahora que no dormiríamos aquí se complicaría las cosas, y sólo nos quedaba un día antes de que Ion mandara a su ejército.
Eliza: ¿Qué hacemos? No podemos irnos así como así. -dijo furiosa, dando vueltas por la habitación.
Yasuka: Ahora que lo pienso. -todas la miramos con curiosidad. -, Diana estaba sonriendo cuando la directora estaba anunciando la solución.
Siryah: ¿Creéis que ella ha...?
Akko: Sí, no hay otra forma. Hasta ahora las profesoras no han actuado, además Diana llevaba unos días algo distante y sin hablarnos. -dije seria, cambié mis ojos a dorados y miré por la ventana. -Debemos hablar con Croix, la piedra es ahora lo de menos. Las brujas aún tienen la mata-dragones.
Eliza: Lo mejor será librarnos de la espada, y luego conseguir la piedra.
Guardamos lo esencial en nuestras mochilas, también nos llevamos algunos libros que nos serían útiles para entrar en Luna Nova a través de los pasadizos subterráneos. Por el pasillo nos encontramos con los equipos rojo, azul y verde.
Miré a Diana con desconfianza y ella a mí, no podía creer lo que nos había hecho. Hacer que abandonáramos la escuela para evitar conseguir la piedra, muy bien Cavendish, pero los dragones tenemos trucos bajo la manga.
Localizamos a Croix hablando animadamente con Ursula, en sus ojos podía observar que había un brillo especial e hice una mueca de desagrado. ¿Cómo le podía gustar alguien como ella? Fuimos hacia ella para llamar su atención, al vernos se despidió de Ursula y nos acompañó hasta un rellano, apartado de los demás.
Croix: ¿Qué ocurre?
Eliza: ¿Cómo que qué ocurre? ¡Nos han tirado de la escuela! ¿Ahora cómo conseguiremos la piedra?
Croix: Cierto. ¡Ah sí! He conseguido que la directora me diera el hechizo que protege la piedra. -todas la miramos con emoción. -Lo malo es que los dragones no pueden contrarrestarlo, sólo una bruja puede.
Akko: ¿Qué ocurre si un dragón intenta romper el hechizo?
Siryah: Supongo que algo doloroso, ¿no? -Croix asintió.
Yasuka: Si Diana no puede ayudarnos...Tal vez lo haga Lotte, a ella se le dan bien los hechizos antiguos.
Eliza: Buena idea, será mejor hacernos su más íntima amiga para luego acabar con ella. -sonrió con malicia.
Las profesoras nos llamaron y nos fuimos a través de las líneas ley, viajar por las líneas era algo desagradable para los dragones. Empecé a sentir ganas de vomitar y a estar mareada, Croix parecía estar igual que nosotras pero intentaba no aparentarlo.
Llegamos a la posada y nos dividieron en grupos, a todas nos tocó juntas con Croix. En la habitación de en frente se alojaban el equipo rojo y azul, con lo que podíamos vigilarles con más cercanía.
Yasuka: Es la última vez que voy por las líneas ley, estoy que quiero vomitar...-dijo con mala cara, tumbada en su cama.
Todas habíamos salidos pálidas de las líneas, por suerte nadie se fijó. Nos enteramos por medio de un chica que trabajaba aquí, que habían aguas termales. Decidimos ir para despejarnos un poco, nos desnudamos y nos envolvimos una toalla a nuestro alrededor.
Otra de las diferencias entre dragones y humanos es que a nosotros no nos da vergüenza enseñar nuestro cuerpo, todas somos chicas así que no debe darnos pudor. El agua estaba caliente y eso nos encantaba, me recordó cuando mi padre calentaba la cama con sus llamaradas para que no pasara frío en invierno.
Eliza: Esto me hace recordar a mi cama...-susurró relajada.
Yasuka: Es cierto...Creo que esto lo necesitaba desde hace un tiempo.
Akko: Estaría mejor disfrutar esto en nuestra forma natural pero no puede ser así, si nos ven sería un gran problema.
Siryah: Es cierto, además ahora debemos quitarles la espada a las brujas.
Eliza: ¿Se la han traído? -le preguntó a Croix.
Croix: Sí, creo que la tiene la directora en su habitación. Como mañana se irán a Luna Nova, es posible que la dejen, ahí será nuestro momento para robarla.
Akko: Pero debemos hacerlo con cuidado, no queremos que nos posea.
Estuvimos como media hora más dentro del agua hasta que escuchamos risas y voces, todavía no habían llegado al baño pero era bueno poder escuchar a lo lejos, gracias a nuestros agudos oídos.
Nos vestimos con el pijama que habíamos traído, y nos dirigimos de nuevo a nuestra habitación. Al abrirla nos encontramos con Diana, buscando algo y parecía desesperada. Al vernos se congeló y me acerqué a ella, con el rostro serio.
Akko: ¿Qué se supone que haces aquí? Según recuerdo tu habitación es la de enfrente. -dije con mis ojos dorados.
Diana: Sólo buscaba una cosa, hasta luego. -se marchó a paso rápido. Regresé mis ojos a la normalidad y todas nos miramos.
Croix: Tienes razón, hay que vigilarla.
Yasuka: Pero eso será mañana, ahora quiero dormir. Esas aguas son mágicas, estoy más relajada que nunca.
Siryah: Concuerdo contigo, Suka.
Todas nos acostamos para intentar dormir, aquella noche no paré de escuchar voces hablando o pasos de un lado a otro. Sólo espero que Diana no haya hecho ninguna tontería, si es así, lo pagaría muy caro.

ESTÁS LEYENDO
Secretos (Diakko)
Fiksi Penggemar¿Qué pasaría si los dragones tuvieran un motivo para odiar a las brujas? ¿Y si ese odio los llevara a crear una guerra contra Luna Nova? Los dragones están hartos de que las brujas se beneficien de la magia que ellas llaman suya, pese a que la piedr...