Capítulo 25

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________ Jonhson

Al día siguiente, me arme de valor y fui a la empresa. Espere pacientemente a Hiccup en su oficina, hasta que llegó.

Al verme se sorprendió.

Y yo me sorprendí al ver una marca en su cuello.

—No pensé que vendrías —comentó Hiccup— ¿A qué se debe?

—He sido muy terca, lo sé, pero me gustaría...

—¿Quieres que firme tu petición de renuncia? Bien, puedo hacerlo ahora —dijo cortante.

—No, no voy a renunciar. Puedo separar la vida personal del trabajo, Hiccup. —respondí y él asintió— Solo quiero una explicación, sobre el mensaje que me enviaste.

—¿Explicación? ¿Yo? —cuestionó sarcástico— tú deberías darme una explicación, tú comenzaste a actuar raro y a evitarme.

—¿Qué querías que hiciera? Estaba dolida por tus palabras —expliqué.

—¿Mis palabras? Que yo recuerde, fue bastante amable contigo

—Sí, claro, ese mensaje es un gran ejemplo de tu amabilidad.

—Sigo sin entender a qué mensaje te refieres —de cruzó de brazos.

Asentí y saqué mi celular, me acerqué hasta él y le extendí mi aparato electrónico, mostrándole el mensaje que me había mandado.

Hiccup se sorprendió.

—_______, yo nunca escribí eso —explicó— ahora entiendo porque actuabas así.

—¿No lo escribiste? —dije sorprendida— entonces...

—De verdad, no lo escribí —nervioso se sentó en la silla— Mierda, de haberlo sabido antes...

—¿Sucedió algo? —pregunté confundida.

—Pensaba que ya no querías nada conmigo, por lo que decidí dejar de intentar romper el contrato, por ende...

—Te casarás con Charlotte —terminé su explicación, él asintió con la mirada perdida— eso explicaría la marca en tu cuello. No tardaron en poner manos a la obra.

—________....

—Esta bien, al fin y al cabo no somos nada —guarde mi celular— Bien, debo ponerme a trabajar, he faltado demasiado.

—________, no quiero que las cosas vuelvan a ser raras e incómodas —comentó— lo que sucedió entre Charlotte y yo fue un error, estaba dolido por lo que había pasado entre nosotros.

—No debes darme explicaciones, no somos nada —volví a repetir.

—Pero yo quiero que seamos algo, ______ —respondió rápidamente.

—Pero vas a casarte —comenté deliberadamente.

—Te encanta arruinar los momentos ¿Verdad? —dijo con una sonrisa ladeada.

—Creo que es mi especialidad, señor —respondí y él sonrió.

Diablos, amo su sonrisa.

  —¿Podríamos salir en la tarde? —preguntó mordiéndose el labio— si hay alguna reunión, cancela. Quiero salir contigo hoy en la tarde —ordenó.

Yo asentí.

—Cancelaré las reuniones, pero me pensaré tu propuesta —respondí y el asintió sonriendo.

—Espero que tengas la confirmación dentro de poco.

—Me gusta hacerte esperar.

—Y a mí me gustas

Su comentario hizo que me sonrojara.

—También creo que te gustan las pelirrojas —comenté encogiéndome de hombros— esa marca en tu cuello lo dice todo.

La expresión de Hiccup cambio a una de asombro mezclada con nerviosismo.

Salí de su oficina antes de que pudiera agregar algo más.

Llegue a mi oficina, allí estaban todos los chicos.

—¿Por qué invaden mi oficina? —cuestioné divertida— No renuncie.

—Que alivio —exclamaron los gemelos al mismo tiempo.

—¿Arreglaste asuntos con el jefe? —cuestionó Astrid alzando una ceja.

—Si, resulta que...—traté de responder hasta que me vi interrumpida.

—Yo nunca envié ese mensaje —terminó de decir Hiccup, había entrado recientemente a la oficina. Me pasó unos papeles que recibí rápidamente— Está bien que seamos amigos, pero vuelvan a sus labores.

—Oh vamos, danos un respiro —respondió Patán.

—Haré como que no oí eso —dijo Hiccup con una sonrisa, estaba apunto de irse.

—Quedate con nosotros un rato —comentó Brutacio.

—Debo volver a llamar a los abogados, ese contrato no se romperá solo —Hiccup me observó, dirigiéndome una discreta sonrisa, luego se marchó.

—¿Desde cuándo que son tan amigos? —cuestioné asombrada.

—Desde hace unas semanas, en alguna de las fiestas, o en algunas de las juntas en la casa de Patapez —respondió Brutilda— Y sí, tú no fuiste invitada.

—¿Por qué? —pregunté extrañada.

—O estabas trabajando, o estabas ignorando nuestros mensajes —respondió está vez Astrid.

—Bien, sí. Puede que tengan razón —admití.

Señor  (Hiccup y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora