Mr. Wick [Terminada]

El protector.

—claro, ya bajo ¡Gracias!—dijo John cerrando la puerta detrás de él.—¿Vas a estás bien sola?

—Claro que si— asentí cálidamente y lo ví salir de la habitación, suspiré y busque en uno de los cajones de un closet que había haber si podía encontrar algo útil.

Abril el cajón y para mí fortuna alguien había olvidado ropa, era ropa de hombre pero servirá, era una polera negra un poco nada más, pero nada que no se pudiera arreglar.

—Perfecto— dije cuando tome del cajón la ropa, pero un golpeteo en la puerta me aceleró el corazón, abri sigilosamente y el hombre alto de tez morena de la recepción me sonreí con una bolsa negra en su mano derecha.

—¿Señorita Penny?

—Si,— dije un poco insegura ¿Y si el también era un asesino?— soy yo.

—El señor Wick, me encargo traerle algo de ropa que le pudiera servir— dijo y estiró su mano derecha para entregarme la bolsa negra de papel.

—¿Gracias?— tome la bolsa de su mano y sin más me sonrió y se fué.

Asenté la bolsa negra en la cama y la abrí, un pantalón negro de mezclilla, una polera negra de algodón y unos botines de tacón negros, Creó que John tiene una obsesión con el negro.

Me dí una larga ducha, la herida se encontraba un poco mejor gracias al torniquete improvisado de John, al caerle el agua solo sentí un leve ardor, el agua tibia recorriendo mi cuerpo me hacía sentir que todos mis miedos, tensiones y preguntas se desvanecían junto las gotas de agua.

—¿Penny dónde estás?— su voz me hizo sentir avergonzada ¿Porqué? Realmente no lo sé, nada de lo que sentía con el tenía explicación.

Me vestí rápidamente, extrañamente John sabía bien mis medidas porque la ropa me había quedado perfecta, amarré mi cabello en una coleta alta y salí de la habitación, John se había quitado el saco negro y la camisa blanca dejando al descubierto varios tatuajes en su espalda, aunque uno de ellos resaltaba más que los demás "Fortis Fortuna Adiuvat".

—Yo...yo lo siento— dije, cuando John descubrió que lo admiraba como una tonta.

—Te quedó bien— dijo y comenzó a quitarse el vendaje que le había colocado en el abdomen.

—Si, Gracias.— me dirigí hacia el y le quite el vendaje de las manos— dejame ayudarte.

Pase mis manos a través de él para desenvolver las vendas, hasta que la herida quedó al descubierto, estaba aún enrojecida pero se veía mucho mejor.

—¿Tienes hambre?

—Si— dije en seco pues mi mente estaba hipnotizada admirando aquel cuerpo maravilloso, tan lastimado.

—Abajo hay un pequeño restaurante, me ducho y bajamos.— dijo y se elejo de mi sin decir nada más y meterse al baño, cuando escuché el agua correr comprendí que John solo quería alejarse de mi.