Capitulo 8

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CAPITULO 8

Christian no podía creer lo que veían sus ojos, la razón de su enferma obsesión acababa de entrar a la casa llevando una maleta. Sonrió perversamente creyendo que Trudi había recapacitado y quería vivir con él...Pero la muy perra lo desaireó levantando su aristocrática nariz y riéndose en su cara le dijo: "sigue soñando idiota"

Christian enfureció y cuando ella pasó a su lado le susurró que pronto la tendría de rodillas suplicando y la desgraciada solo atinó a reirse aún mas fuerte.

Si. Ríete perra, ya verás de lo que soy capaz, pensó Christian, tenía planeado hacerle de todo y ella muy gustosamente lo aceptaría, muy bien podria usar alguna droga y ella no lucharía, sería perfecto aunque él preferiría a una Trudi mas salvaje porque lo excitaría mas tener que domarla pero se conformaría con una Trudi mas dócil la primera vez.

Esta noche podría ser la "gran noche" la tendría sí o sí, sonrió malevolamente imaginando todo lo que podría hacerle.

Trudi pasó la tarde hablando con Daniel, se encerraron por horas en el despacho, Christian se preguntaba si Daniel sería tan valiente como para contarle el asqueroso secreto de su relación con Richard, pero no creyó que el cretino tuviera las agallas para hacerlo. Cuando Estela los llamó para cenar, tanto Trudi como Daniel salieron del despacho con rostros sombrios aunque Trudi parecía a punto de morder a alguien y estúpidamente Christian deseó que lo mordiera a él.

Se sentaron a la mesa todos, Richard en una cabecera y Daniel en la otra, Clarissa, su madre al lado derecho de su padre y Estela al lado izquierdo de Daniel, por lo tanto él estaba hacia la izquierda de Richard y pegadito a Trudi, trató de rozar su pierna con la de ella y la muy zorra le lanzó una mirada asesina y se sentó rígidamente sin dirigirle la palabra.

-Me alegra mucho que volvieras a casa cariño, dijo Estela mientras palmeaba la mano de su hija.

-Es cierto, se te extrañaba en casa, añadió Clarissa.

Christian sonrió disimuladamente, tanto Estela como su madre eran unas reverendas putas y alli estaban ellas, con sendos y apretados peinados, pulcramente vestidas como perfectas amas de casa antes de la liberación de la mujer, no llevaban maquillaje, no decían malas palabras y jamás levantaban la voz, pero él sabía que habían intercambiado maridos y fueron folladas como las putas que eran.

-¿Y a qué se debe tu repentino cambio de hogar? preguntó Richard después de limpiarse la boca con la servilleta.

Trudi bebió un trago de vino y simplemente dijo:

-Extrañaba la casa...y a ustedes por supuesto, añadió luego de unos segundos. No lo dijo irónicamente pero a Christian le sonó así.

-Pues a mi me alegra mucho tenerte aquí, le dijo él.

Ella le sonrió sínicamente y continuó cenando.

Cuando ya todos estaban durmiendo, Christian, despues de perfumarse como adolescente en su primera cita, entró sigilosamente en la habitación de Trudi, llevaba un trapo impregnado en cloroformo, se abalanzó en la cama y...

-¡Pero que demonios!

Encendió la luz y para su asombro descubrió que Trudi no estaba allí, es mas, ni siquiera sus cosas estaban allí.

-¡Maldita perra! susurró enfurecido Christian.

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