XXVII

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— Elisa... —me miró confundido, le evité la mirada y miré al suelo. Ahora que lo tenía enfrente el miedo había vuelto
— ¿Podemos hablar adentro? —pregunté temerosa, mi voz había sonado como un hilo y sinceramente ya quería llorar.
Jandro se hizo a un lado y me dejó pasar. La casa estaba hecha una mierda, todo estaba por todos lados y parecía que no la había limpiado en años.
— Vengo por mis cosas —dije seria, Ale me miró triste
— ¿qué? —su voz comenzaba a quebrarse
— Walls y yo estamos intentando algo, y necesito dejarte atrás para poder ser feliz —cada palabra sabía a ácido, sabía que estaba haciéndole daño— necesito que me dejes ser feliz —deje caer las lágrimas por mis mejillas. Jandro seguía estático— no tienes idea cuanto me costó dejarte atrás. Ale, estuvimos juntos 3 años, yo también creí que acabaríamos juntos. De verdad lo creí. Pero las cosas pasaron y bueno... Ahora estoy enamorada de él —me miró con los ojos cristalinos
— ¿enamorada? —murmuró, asentí.
— Sí, enamorada —apreté los labios— queremos intentar algo pero no puedo si no te dejo atrás, si no sé que no te estoy haciendo daño —me acerqué a él— tenemos que dejarnos ir, dejarnos seguir la vida —con mis manos tomé sus mejillas. Lo hice mirarme pero sus ojos no me miraban, por más que lo intenté seguía mirando al suelo— la mudanza va a llegar en unos... 30 minutos a sacar mi cama y mis otras cosas... Y entonces será un adiós para siempre —suspiré
— ¿para siempre? —por fin me miró
— Al menos para siempre de un nosotros, jamás volverá a haber un nosotros —mordí mi labio
— Elisa yo... —me tomó por los brazos— no quise hacer lo que hice, yo te juro que me arrepiento de haberme metido con esa chica... —lo miré confundida. ¿Había tenido sexo con ella?
— No fue sólo que me mintieras, Jandro... Date cuenta que en tres años te di más de lo que he dado en mi vida entera. Te amé como una ciega, te entregué todo lo que estaba dentro de mi... Y no recibí más que dolor. Nosotros no estamos hechos para estar juntos, ¿no lo ves? —suspiré
— Podemos intentar que funcione, Elisa por favor —se acercó más a mi— tú sabes que me quieres
— Lo siento mucho Jandro, pero ya no es así —negué— Ya no me siento como antes, ya no te necesito para ser feliz. Ya tengo todo lo que quiero y bueno... Lo lamento pero sólo venía a dejarte claro eso. —me sentía con un extraño poder dentro de mi, como si las palabras fuesen mías y ya no me sentía nerviosa. Jandro me miró, con sus manos tomó mi rostro y se acercó
— ya no te reconozco pero sé que aún queda un poco de la Elisa que me quería, lo sé lo siento —unió nuestros labios, yo me aparté tan rápido como reaccioné.
— No, Ale, no voy a caer otra vez. No pasará —escuché el camión detenerse— esto es un adiós definitivo, cuando regrese a España y viva con Ginés las cosas cambiarán y quiero que me dejes cambiar con ellas. —me aparté— iré a recibir la mudanza —le di la espalda y caminé hasta la puerta.

Me sentía libre, al menos lo suficientemente para hacer pública la relación con Ginés. No me escondería más.



Walls

— Iremos a visitarte en cuanto haya tiempo, ya sabes que tu padre se la vive trabajando —me sonrió, acarició mi mejilla y me dio un besito.
— está bien mamá, estaré bien te lo prometo —le sonreí un poco, ella asintió.

Iba a irme hoy porque Elisa había llamado y al parecer poner sus cosas en el barco no le había tardado más de 3 días. Vendría para acá mañana y bueno, quería estar con ella cuando abrieramos las puertas del departamento por primera vez.

A mí madre la había invitado a la fiesta de inauguración que daríamos Elisa y yo, pero me había dicho que quizás no vendrían porque papá tiene mucho trabajo. De igual forma esperaba que viniesen algún día.

En los tres días que Elisa había estado en México y yo en Murcia se había dicho mucho que nos habíamos peleado, que Elisa estaba buscando volver con Jandro y eso. Cosa que fue detenida por Jandro, publicó un par de Storys diciendo que dejaran a Elisa en paz, que ella no estaba en México para volver con él si no para recoger sus cosas.

Dijo también que le deseaba lo mejor, y que cualquier cosa que ella quisiera hacer sabía que tenía su apoyo en todo momento.

Había sido extraño esta actitud de la nada, pero imagino que la habrá superado ya.

Yo por mi parte no subí storys de nada, aunque Gina se la pasó subiendo cosas en casa de mis padres, era una fortuna que Elisa la hubiese bloqueado hace tiempo, porque estoy seguro que sería un problema si las viera.

Finalmente subí al coche que me llevaría a la estación de tren. Según la mudanza tardaría 2 días en llegar mis cosas a Madrid, pero está bien, las de Elisa tardarían 2 semanas y no se quejaba.



Me desperté cuando una mano me tocó el hombro
— Walls! —gritó aquella chica rubia, la verdad su grito me había aturdido— ¿nos podemos tomar una foto? —miré la pequeña pantalla del tren que te decía donde estabas. La siguiente estación era donde bajaba.
— Claro, sólo déjame lavar esta cara porque seguro me veo horrible —reí
— Tú no puedes verte horrible nunca —me acarició el brazo— de verdad —me puse de pie quedando a sólo milímetros de su cara. Ella miró mis labios y luego relamió los suyos.
— Voy a lavarme la cara —dije con la voz cortada. Esta chica me ponía nervioso. Ni idea porque.

Entré al baño y me eché agua en la cara. Suspiré y salí. La chica estaba sentada en el asiento de aún lado del mío.

— ¿váis a Madrid? —preguntó
— Sí —me senté a su lado
— Estupendo, yo igual —me sonrió— bueno dale, una foto —pasó su brazo por mi hombro y se encimó un poco en mi.
Yo sólo sonreí para la foto

MARATÓN PARTE 2

Sᴇᴄʀᴇᴛs ~ Wᴀʟʟs (🆃🅴🆁🅼🅸🅽🅰🅳🅰)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora