XLI

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Elisa

Bajé del coche con cuidado, agradecí al conductor y entré al edificio.

— Bienvenida Elisa —sonrió la recepcionista. Le sonreí de vuelta
— Gracias Rocío —seguí avanzando hasta el elevador, una vez dentro fui hasta mi piso.

Las puertas se abrieron, todos estaban ahí

— ¡Bienvenida de vuelta! —gritaron todos, Eude, Estrimo, Kapo, Mario, Iván...

¿Qué hacía este tipo aquí?

— Heeey —sonreí y me acerqué a abrazar a Estrimo. Estaba segura que él estaba detrás de todo esto.
— Me alegra tenerte de vuelta —susurró, nos separamos— fueron largos los días sin ti
— Sí, realmente nos hiciste falta —se acercó Mario y me dió un abrazo— a pesar que tuvimos a Ivan para suplirte, no fue lo mismo —apuntó al rubio, este me sonrió.
— Traté de hacer lo mejor que pude, pero al parecer tu trabajo aquí es más que perfecto —me abrazó, la verdad era incómodo.
— Bueno... —me separé rápido— Ya estoy de vuelta que es lo importante.

Me acerqué a Kapo tratando de no ser descortés con Iván, le di un abrazo y me quedé a su lado.

— Bueno chicos, hoy es un dia relajado, pero debemos ir preparando las cosas para la jornada de la siguiente semana así que... No se pierdan —asentí.

Caminé hasta mi escritorio, hice un mueca al ver las cosas de alguien más, supuse que eran de Iván.

— Moveré mis cosas, espera —tomó todo y se sentó a mí lado
— no es necesario que te quedes aquí junto a mí, sabes? —no sabía de qué manera podía alejarlo de mi.
No era que no me agradara, es solo que sabía desde ahora que si Ginés se enteraba que trabajaba conmigo sería un problema.

— Por dios Elisa, no muerdo —rió— y no te preocupes, tampoco voy a meterte en problemas con el rubio ese que llevas por novio —lo miré seria— uh, Perdón. ¿No han vuelto?
— Sí, volvimos. Y no es el rubio ese. Se llama Ginés —rodé mis ojos y volví a mí computadora— Y claro que no harás problemas porque Ginés no tiene nada que temer de ti. Lo amo demasiado como para ver a alguien más —sonreí.

Estrimo frente a mí, también tenía una sonrisa en el rostro.

Iván tenía una sonrisa como... Irónica, no sé era rara. Se alejó hasta la computadora vacía frente a Mario.

— Elisa, me acompañas a buscar unos papeles? —preguntó Estrimo, asentí. Me puse de pie y caminé junto a él hasta el cuarto donde guardabamos papeles.

— ¿Qué buscamos? —pregunté, sonrió
— Así que... Volviste con Ginés —alzó las cejas
— Sí —me fue inevitable no sonreír— estuvimos hablando mucho, y bueno... Fue tan lindo al quedarse conmigo todo el tiempo que estuve en el hospital, y fuera de ahí... Dios, me cuida bastante —Estrimo estaba más emocionado que yo, me daba ternura— de hecho vendrá por mí al final del día
— Genial —me abrazó— ustedes dos son el uno para el otro, no hay duda
— Bueno, nos complementamos bien —aseguré
— Oye, por cierto... —se puso serio— ¿Aún no hablas con Eude acerca de lo que pasó, verdad? —negué, me rasqué la nuca. Era verdad, ni siquiera lo había saludado está mañana.
— No, pero debo hacerlo... Digo, perdoné a Ginés que fue el culpable de todo... Creo que no tengo nada contra él —hice una mueca— Hablaré más tarde con Eude.
— Bueno, volvamos al trabajo. —asentí y caminé fuera hasta mi escritorio, sería un largo día.



— Elisa... —despegué la mirada de mi computadora— ¿Podemos hablar? —preguntó el gran hombre frente a mí. Asentí y me puse de pie.
— Venga, vamos a fuera. Tomaré mi hora de comida —sonreí. Caminamos hasta el elevador. Ambos estábamos en silencio, pero no era tan incómodo.

Las puertas se abrieron, salimos de ahí directo a la puerta principal. Eude me tomó de la mano y caminó al estacionamiento.

— Vayamos a desayunar a algún otro lado —asentí. Me detuve frente a su auto y este me abrió la puerta.

Subí, luego subió él.

— Elisa yo... —sonreí
— No te preocupes Eude, entiendo que tuviste miedo a decirme, no te culpo... Solo que en el momento me dolió muchísimo. —hice una mueca— luego comprendí que no debía culparte a ti por las cosas que había hecho Ginés pero me apenaba buscarte después de haber sido tan mala contigo —tomé su mano— pero todo bien, yo te sigo queriendo muchísimo —lo abracé.
— y yo a ti pequeña, te extrañé demasiado. —acarició mi cabello— recuerdo cuando estabas en cama... Dios, moría por dentro. —nos separamos, sonreí de lado— No vuelvas a dejar de comer, ¿Vale? —puso un mechon de cabello detrás de mi oreja.
— lamento haberlo hecho, en serio —hice un puchero— no sabía en lo que me estaba metiendo —suspiré— bueno... ¿A dónde vamos ahora?



Jan

Colgué el teléfono. Definitivamente esa llamada me había puesto mal. Era... Como si me hubiesen echado un balde de agua fría. Me sentía terrible, de verdad.

Debía pensar seriamente como le diría a Elisa aquella horrible noticia, y sobre todo... Debía tranquilizarme para no ponerla de nervios al decirsela.

Primero debía ver a Tania y a Fati, seguro las habían llamado también, y estarían igual que yo.

Tomé las llaves del departamento y corrí hasta la calle, Tania y Fati estaban en el parque. Fui hasta allá a toda velocidad, ahí estaban las dos. En un banca con la mirada en la nada.

— Hey —me senté a su lado— ¿Se enteraron lo de Jandro? —pasé saliva.
— Sí... Dios, ¿Creen que será bueno decirle a Elisa? —preguntó Tania
— Claro que debemos decirle —se adelantó Fati
— pero Elisa no podrá viajar a México a despedirse de igual forma —respondí— dios, estoy seguro que se pondrá mal...
— era una de las personas que ella más estimaba —Fati miró a la nada— No puedo creer que se haya suicidado...
— ni yo, digo... —parpadé algunas veces, luego las miré— desde que rompió con Elisa estaba mal, pero no creí que tanto.
— Ella era su estabilidad... Y se le fue —Tania suspiró— No la culpo... Pero fue un poco egoísta dejarlo así. —la miré mal. Jandro no me caía bien, y a ellas sí. Pero debíamos estar de acuerdo en que se merecía que Elisa lo dejara. Ella no era feliz. Y con Ginés es muy feliz...
— ¿Qué dices? —me levanté— Jandro le puso los cuernos. Claro que Elisa iba a dejarlo.
— pero debió escucharlo, no dejarlo y ya. Es obvio que lo puso mal —negué incrédulo.
— Saben que... No tengo tiempo para discutir, tengo que ir a darle la noticia a Elisa... —les di la espalda y caminé lejos.

Sᴇᴄʀᴇᴛs ~ Wᴀʟʟs (🆃🅴🆁🅼🅸🅽🅰🅳🅰)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora