Capítulo 11

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Cuando al fin conseguí que mi amiga saliera de la casa me dirigí a la habitación.

Entré lentamente. Él estaba acostado en la cama mirando la tele. Rió divertido robándome una pequeña sonrisa, levantó la  cabeza y me miró.

- Lo siento no sabía que estabas ahí.

Entré del todo y me senté en la punta de la cama.

- ¿Qué miras? -le pregunté. Él se acercó a mí y apoyó su cabeza en mi hombro.

- Los Simpson -dijo y miré hacia la tele- Son muy divertidos, no puedo creer que no los haya visto antes.

- ¿Nunca los habías visto? -dije sin poder creerlo.

- Soy el Diablo preciosa, no tengo mucho tiempo para mirar la tele.

Asintiendo me puse de pie y lo miré.

- Creo que tengo un poco de ropa de mi hermano en el closet, vístete y vamos a comprarte unos conjuntos para que tengas algo que ponerte durante estos días -le dije y me miró bien.

- ¿Ir de compras? -dijo no muy contento.

- Sí señor Diablo, tiene que comprarse unos jeans o algo cómodo, no vas a andar por la vida en calzoncillos -dije divertida.

- Es cómodo estar así, pero creo que tienes razón, vamos -me dijo y se puso de pie.

Le di la ropa de mi hermano que le quedaba un tanto ajustada. Dean no es tan musculoso como el diablo pero algo es algo.

Desayunamos tranquilamente y salimos de mi departamento.

- ¿Te molesta si tomo tu mano para caminar? -me preguntó. Me giré a verlo y lo pensé por unos largos segundos.

- No, claro que no -le dije finalmente.

Con cuidado tomó mi mano con la suya y suavemente entrelazó nuestros dedos. Su mano era grande, casi envolvía la mía y sus dedos eran fuertes y largos. Una mano protectora me llevaba de paseo por las calles de Los Ángeles.

Mis extraños celos se hicieron presentes en mí mientras veía como todas las mujeres que pasaban cerca nuestro se giraban a mirarlo embobadamente.

- No te preocupes preciosa -me dijo con una sonrisa.

- ¿Preocuparme por qué exactamente?

- Ellas no me causan nada, sólo tú lo haces -dijo y sonreí levemente.

En menos de lo pensado estábamos en una tienda de ropa. Él miró a su alrededor y luego me miró a mí haciendo que lo mirase divertida.

- ¿Qué sucede? -le pregunté sin dejar de reír.

- Tengo miedo de perderme aquí dentro -me dijo mirando a su alrededor.

Sin pensarlo me acerqué a él y metí mi mano en los cabellos de su nuca, como cuando estábamos en la feria. Su mirada miedosa me estaba dando mucha pena.

- Tranquilo, no voy a dejar que te pierdas -dije dulce consiguiendo sacarle una sonrisa.

Tomé su mano de nuevo y nos pusimos a buscar un poco de ropa.

Comencé a poner en sus manos cada cosa que me gustaba, quería que se probara de todo.

Jeans, camisas, playeras, bermudas, pantalones de vestir... ¡Hasta un esmoquin!

- Y esto también -dije colocando unas zapatillas sobre la gran pila de ropa que tenía encima.

- ¿Todo esto? -dijo sin poder creerlo.

Boy of hell | Paulo LondraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora