Capítulo 23

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Paulo

La miré bien, estaba algo rara, últimamente siempre estaba rara. Estábamos sobre una de las torres más altas de la ciudad, el cielo estaba extraño, inusual.

Recordé su admiración por la noche, le encantaba la noche. Como la extrañaba, como la necesitaba. Es increíble pensar que jamás sentí esto por nadie, pero sabía que no podía estar con ella. Fue un error dejar que eso pasara aunque no me arrepiento, jamás podría arrepentirme.

Todo había vuelto a ser como antes, yo jugando con las almas del mundo, llenando de odio y maldad a las personas y fingiendo que nada me importa.

Sonreí ligeramente y giré sobre mi mano el pedazo de vidrio roto con el que estaba jugando. Cómo era de esperar me corté, solté el vidrio y miré mi palma ¿sangre?, nunca había sangrado al cortarme.

Levanté la otra mano y con uno de mis dedos toqué la herida, siseé ante el dolor.

¿Dolor? ¿Qué mierda está pasando?

Miré a Aaliyah la cuál me miraba fijo.

- ¿Qué es esto? -le pregunté mostrándole mi mano.

- Eso eres tú.

- ¡No estoy para juegos Aaliyah!

Ella sabía algo y no quería decírmelo, el cielo oscuro relampagueó, miré a mi alrededor y la volví a mirar a ella.

- ¿Qué quiere? -le pregunté pero no me contestó- ¡¿QUÉ QUIERE?!

Rápidamente me acerqué a ella pero ni siquiera parpadeó, sólo me miró fijo a los ojos. Traté de leer sus pensamientos pero.. ¡que diablos ella no tiene pensamientos!

- Quiere la vida de Lauren.

- ¡Maldita sea! -dije y salí de allí.

Aparecí en su departamento y la busqué con la mirada pero no estaba. La llamé pero nadie contestó, lleno de rabia golpeé fuertemente la pared provocando que esta quebrara.

¡Te lo juro barba, juro que si le hiciste algo te vas a arrepentir!

Salí en busca de Aaliyah, tenía que encontrarla y si es necesario hasta amenazarla para que me dijera en dónde diablos está Lauren.

Finalmente la divisé cerca de una de las camillas del hospital.

- ¿Dónde está? -le pregunté y se giró a verme.

- Ya sabes donde está Paulo.

- ¿Por qué la quiere?

- No lo se, sólo la quiere.

- ¡Tiene que tener un maldito motivo! -le grité.

- ¿Acaso no te parece que haber estado contigo no es un motivo?

La miré bien, eso era... era un castigo, un maldito castigo contra ella por haberme hacho sentir eso que nunca tendría que haber sentido. Pero esto no se quedaría así.

Quiere jugar sucio, entonces vamos a jugar sucio.

- ¡¿Quieres jugar amigo, quieres?! -pregunté mirando al cielo- ¡Entonces vamos a hacerlo de igual a igual!

Cerré los ojos y respiré profundamente, pronto a mis oídos comenzaron a llegar gritos de dolor, de miedo y de angustia. Él tocaba lo que a mí me importaba y yo iba a jugar con lo que a él le importaba.

Abrí mis ojos y miré alrededor.

- ¡¿Es lo que quieres?! -grité y reí con ganas- ¡Suelta a Lauren y dejaré de marar a tus hombres!

Giré y lo encontré frente a mí.

¿Hace cuanto que no bajaba aquí?¿Hace cuanto que no se animaba a presentarse en mi reino?

- ¿Dónde está? -le pregunté.

- ¿La quieres?

- No estoy de humor -lo amenacé- ¿Escuchas a tus hombres? -pregunté y sonreí levemente- ¿Quieres verlos morir uno por uno?

- Ellos no tienen nada que ver -dijo lleno de calma.

Como detestaba que nada le provocase culpa, que nada le diera miedo, que nada lo angustiara.

¡Oh, el todo poderoso no tiene alma!

- Quiero que dejes a Lauren -dije sin dejar de mirarlo.

- ¿Qué me das a cambio de ella?

- Ya te dije que es lo que va a pasar si no me la das.

Sonrió levemente, palmeó unas cuantas veces y como siempre que hacía eso aparecimos en ese celestial lugar, el cielo.

Miré a mi alrededor y allí la vi, estaba acostada sobre un extenso mueble.

- Lauren -la llamé y quise acercarme a ella pero él se puso en mi camino.

- No puede escucharte, ella ahora es mía -me dijo y lo miré coléricamente.

- ¿Qué es lo que quieres?

- Hay algo que no sabes Paulo -dijo y caminó hacia Lauren.

Se acercó más a ella y con cuidado colocó su mano sobre su vientre. Lo miré extrañado, ¿qué diablos estaba haciendo?

- ¿Qué es lo que estás haciendo?

- Habíamos dicho que no podías hacerlo. Eso era un trato, un acuerdo o como quieras llamarlo.

- ¿Qué pretendes hermano? -le dije soltando una risa neviosa- Soy el Diablo.

- Paulo.

- Suéltala porque voy a destruir tú maldito mundo si no lo haces -lo amenacé.

- Lauren está embarazada.

Boy of hell | Paulo LondraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora