Capítulo 22

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Abrí mis ojos para encontrarme con el techo de mi habitación, los fuertes rayos de sol entrando por la gran ventana. Giré sobre la cama y estaba sola.

- ¿Paulo? -lo llamé.

Nadie contestó a mi llamado.

Lentamente me puse de pie, abrí la puerta de la habitación y asomé la cabeza. No había nadie en la cocina, ni en la sala, ni en el baño.

¿Dónde estaba Paulo?

Volví a mi habitación y me senté en la cama para pensar un poco. ¿Se había ido? ¿No volvería a verlo? Mis ojos se llenaron de lágrimas.

- Se fue -susurré y miré hacia la ventana.

Cerré los ojos y recordé la noche más maravillosa de toda mi vida, una noche inolvidable. Sus besos, sus caricias, su respiración mezclándose con la mía... rompí en llanto.

Al poco sentí un gran mareo y unas tremendas ganas de devolver, me puse de pie y corrí al baño dónde al llegar me tiré de rodillas al inodoro y cómo si hubiese comido algo que me hubiese hecho mal, comencé a devolver.

Cuando acabé me puse de pie y me miré en el espejo, toda un vida por delante frente a mis ojos pero ahora no podía continuar sin él a mi lado.

¿Qué ha hecho conmigo?

Otra vez ese mareo, cerré los ojos y me sostuve del lavamanos. Cuando al fin se fue el mareo ella entró al departamento y sin pensarlo dos veces corrí a su encuentro. Me tiré a sus brazos en busca de consuelo.

- ¿Qué pasó? -me preguntó preocupada.

- Sólo necesito que me abraces -le dije y rompí en llanto.

- Lauren dime que tienes.

- Sólo tengo miedo -dije angustiada.

- Tranquila amiga no voy a dejarte sola.

- No me sueltes Sea, no me sueltes.

Sea extrañada me abrazó con fuerza, no entendía mi estado y tampoco iba a entenderlo.

Nadie sabe lo que yo siento ahora sin él.

3 semanas después

Me dejé caer en la cama. Mi vida había vuelto a ser la de antes, bueno no del todo. Otra vez al trabajo, a la rutina, a los problemas.... pero nada de él.

No lo volví a ver, no sabía nada de él. Había veces en las que creía que estaba completamente loca y que todo lo que pasó fue producto de mi imaginación.

El señor Diablo se fue. Sentí caer una lágrima por mi rostro, no había dejado de llorar, siempre que estaba sola lo hacía.

Miré a mi alrededor, estaba sola en casa. Sea quiso volver a vivir conmigo pero se lo prohibí. Decía que temía por mi salud y aunque era un poco extremista la verdad era que desde que él se fue no había dejado de tener náuseas, mareos, dolores de cabeza muy fuertes y hasta un poco de fiebre. No quería ir al médico, era sólo perder el tiempo en escuchar algo que ya sabía.

Me puse de pie y salí de la habitación para buscar un vaso de agua cuando un profundo escalofrío recorrió mi cuerpo. Detuve mis pasos en la puerta, era la misma sensación de..

- Lo siento.. -dijo provocando que mi corazón casi se saliera de su lugar.

- Aaliyah -dije sin poder creerlo.

- Sólo necesito saber una cosa -me dijo y se acercó a mí, colocó su fría mano sobre mi panza.

- ¿Dónde está Paulo? -le pregunté rápidamente.

- No puedo decírtelo -me dijo y sus pálidos ojos se humedecieron.

- Por favor Aaliyah necesito verlo, necesito saber de él.

Se alejó de mí y la miré bien. ¿Qué hacía aquí?¿Dónde estaba Paulo?

 Me miró fijo a los ojos provocando más frío en mí, dijo algo que no entendí creo que en el mismo idioma en el que me habló Paulo.

- ¿Qué dijiste?

- No tenemos mucho tiempo Lauren.

- Mucho tiempo ¿para que?

- Lauren...

- ¿Qué?

- Dios quiere tu vida por la eternidad de Paulo.

- ¿A qué te refieres?

- Dios quiere tu vida a cambio de la de Paulo.

- ¿Va a morir? -pregunté mientras las lágrimas comenzaban a salir de mis ojos.

- Si no hacemos lo que él quiere me temo que sí.

Esto no podía estar sucediendo, no era posible. Yo no podía permitir que Paulo muriera, no, no iba a permitirlo.

Si Dios quiere mi vida por la de Paulo no voy a negarme.

Mi vida no valía nada, sin él no valía nada.

Boy of hell | Paulo LondraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora