Capítulo 15

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Terminé de colocarme el rímel, dentro de cinco minutos Tyler llegaría y yo aún no estaba lista.

Corrí deprisa a mi habitación a buscar una chaqueta, la temperatura había cambiado bastante y hacía mucho frío. Me miré por última vez al espejo y el telefonillo sonó.

- ¿Quién es?

- Soy Tyler

- Ahora bajo -dije y colgué.

Tomé mi cartera y mis llaves y salí del departamento.

Sea había decidido irse a vivir con Harry, a eso había venido ayer a casa. Dijo que habían hablado mucho sobre el tema y decidieron que ya era hora de la convivencia. Jamás pensé que mi rubia amiga llegaría a tanto con él pero me alegro por ella. Ayer pasamos una linda tarde de amigas, siempre me hace sentir mejor, es una gran persona.

- ¡Hola! -me dijo Tyler cuando abrí la puerta. Sonreí levemente y me acerqué a él para saludarlo- Luces hermosa.

- Gracias, tú no te quedas atrás -le dije divertida.

- ¿Vamos? -preguntó.

- Claro -dije y tomé su brazo.

Pronto llegamos a un lindo restaurante, al llegar a nuestra mesa me ayudó a quitarme el abrigo y sentarme. Sonreí levemente y le agradecí, él se sentó frente a mí y pronto vino un camarero a entregarnos el menú.

- ¿Qué quieres comer? -me preguntó.

- Mmm no lo sé la verdad -dije sin dejar de mirar los platos.

Una punzada comenzó a formarse en mi estómago, un dolor terrible. Solté la carta y tomé mi panza con una mano, Tyler me miró bien y yo hice lo mismo, se veía algo borroso todo.

- ¿Estás bien Lauren? -me preguntó.

Asentí levemente pero notaba como algo se movía con fuerza dentro de mi panza y estaba haciendo estragos conmigo. Sin pensarlo mucho me puse de pie.

- Voy al baño -le dije más que mareada.

- ¿Quieres que te acompañe?

- No, no -le dije rápidamente- sólo pide por mi lo que sea.

Más que apurada me dirigí al baño dónde para mi suerte no había nadie.

Me acerqué a uno de los retretes y me agaché para vomitar, abrí mi boca porque la sensación de hacerlo me estaba matando, pero nada salió. Me puse de pie y me acerqué al espejo, abrí el grifo y lavé mi cara con agua fría. Otra vez las ganas de vomitar vinieron a mí pero ya no me daba tiempo de llegar al retrete. Bajé mi cabeza al lava manos y una mancha se formó en el espejo, cómo si eso hubiera salido de mí. Pronto tomó forma.

- ¿Se puede saber que diantres haces aquí? -me preguntó y lo miré bien.

- ¿Paulo? -dije sin poder creerlo.

Estaba del otro lado del espejo y lo miré detenidamente, sus ojos no estaban azules sino que eran rojos como el fuego. Miré su cuerpo, estaba golpeado y herido.

- ¿Qué te sucedió? -le pregunté aterrada.

- Tranquila sólo jugaba con mis hermanos.

- ¿A eso le llamas jugar? ¿Dónde estás?

- En mi casa.

- ¿Qué haces aquí?

- ¡Me voy por dos días, sólo dos días y ya sales con el imbécil ese! -me dijo enojado.

- ¡Tú te fuiste y no tienes derecho a venir ahora a hacer una escena de celos detrás de un espejo!

Me miró fijo a los ojos, su respiración era agitada, al parecer estaba enojado por algo más. Miré su piel la cuál estaba más roja de lo normal, parecía que iba a arder.

- ¿Por qué tienes los ojos rojos?

- Cuando juego con mis hermanos mis poderes se salen de control alterando el color de mis ojos y haciendo que mi piel queme.

- ¿ Y tu pacto con Dios?

- Al Diablo con ello, no tengo nada bueno dentro -me dijo y lo miré espantada.

- ¿Qué significa eso? ¿Tendrás que vivir siempre en el infierno?

- Así es preciosa -me dijo y negué con la cabeza efusivamente.

- No por favor no puedes hacer esto -dije mientras las lágrimas empezaban a asomarse por mis ojos.

- ¿Por qué no puedo? ¿A quién diablos le puede importar el Diablo? -dijo lleno de resentimiento.

- A mí -le dije rápidamente- A mi me importas y mucho.

Boy of hell | Paulo LondraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora