Thomas, El Ensamblador

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La radio de su Chevy emitía "Young Girl" hacia la soledad y tranquilidad de la campiña Himburguesa ya a las afueras de Fixa Town. Pam decía que esa canción siempre le había parecido "Como de un pedófilo intentando convencer a otros de que no es un pedófilo." Pero las radio de alocado rock and roll blondinense no abundaban en estos lugares. El rock and roll de drogadictos y homosexuales como también diría Pam.

En el camino Jhoony había decidido comprar un anotador de bolsillo donde escribir las ideas y recuerdos que había tenido en las últimas horas intentando encontrar un sentido más claro a aquello que, como tornado, lo interpelaba en la noche desde que saliera de casa.

Mientras devoraba un sanguche de bondiola comprado a un vendedor ambulante, las manos fuertes del granjero escribían nuevamente en papel. Sólo que esta vez, lejos de ser una novela, plasmaba en la libreta el sueño que tuvo esa tarde luego de dormir una pesada siesta en el límite norte de Witters Alley. Esperaba, en algún momento, volver a leerlo y encontrar allí algo que pudiera darle pistas sobre la Mujer de Ojos Amatistas. ¿Quién era? ¿De dónde había venido? y sobre todo "Que quería". De momento Jhoony estaba convencido de que era algo meramente Psicológico y había encontrado en esto un pasatiempo para hacer algo que a menudo no hacia:

Conocerse a sí mismo o, mejor dicho, volver a conocerse. Cuando acabara con esto y la improvisada y condimentada cena, llamaría a su abuela para comentarle que tenía pensado visitarla. Tras muchos años de estar fuera de esta actividad, Jhoony escribió de nuevo y se sintió muy bien hacerlo, aunque sólo fueran pensamientos. Son los pensamientos los que te llevan a escribir y aun invisible a sus ojos, en el asiento trasero ella lo sabía y lo alentaba.

***

Sus manos se veían más jóvenes de lo que él las recordaba y presionaban las teclas como un profesional, sin necesidad de mirar el teclado o buscar allí las letras adecuadas para formar rápidas oraciones. Cada una de ellas convertía la nada en algo llenando poco a poco el vacío de cosas maravillosas, lumínicas y hermosas. De pronto ante sus azorados ojos las imágenes difusas de su mente se convertían en una realidad sentida y tangible que giraba y giraba todo alrededor de su mente, ansiosa por explorar el inmenso espacio que cabía en el universo de su propia imaginación. Él era la luz brillante que motorizaba la alocada carrera de una galaxia en expansión.

En un segundo durante una tarde aburrida, una noche de insomnio o una mañana campestre Jhoony podía convertirse en un Dios de proporciones inmensas que con abrir una mano en el vació podía dar nacimiento a trillones de planetas y galaxias que se abrían delante de sus ojos hasta encontrar la plenitud de la inmensidad. La brillante y ardiente luz de la creación.

El rayo de información lumínico atravesaba su cuerpo, su carne, sus nervios y como en un shock eléctrico sin dudarlo sus manos se ponían a trabajar sobre el blanco de un papel para generar una gran sinfonía de inacabable beatitud. Siempre de la mano de la mujer de ojos Amatistas iba a visitar sus creaciones, valles, montañas, ríos, criaturas bondadosas, malignas, seres humanos, alienígenas. En el punto en que Jhoony se dio cuenta que existía un canal, una ruta hacia todo lo que su mente inquieta era capaz de crear (pero incapaz de compartir) Jhoony empezó a escribir y no se detuvo.

A su lado la mujer de Ojos Amatistas le besaba el oído con sus dulces palabras.

Dame obediencia y devoción

Dame trabajo duro y sacrificio

Dame todo tu amor por la vida

y todo tu temor a la muerte.

Dame todos tus deseos y todas tus pesadillas

Yo las puedo transformar porque las puedo comprender.

Memorias de la NevadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora