La Dama se Viste de Reina

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Jhoony comprendió que estaba en un cementerio cuando las luces de las linternas detrás de él reflejaron las altas cruces y rostros de piedra a su derecha. Tanteando con sus manos y moviéndose lo más sigiloso posible alcanzó a dilucidar que estaba en un pequeño camino de loza entre dos largas hileras de tumbas. Buscó entre estas la más alta donde fuera capaz de cubrirse de las luces que venían desde su derecha y se quedo muy en silenció escuchando atentamente lo que la policía decía. El murmullo de sus radios penetraba el largo silencio del campo santo. La lluvia era más pesada.

Lo que se insinuaba en la noche se había vuelto evidente para Jhoony Woodward. A medida que su búsqueda se hacía más frenética la Mujer de Ojos Amatistas parecía tener mayor poder. Había comenzado en sueños y recuerdos muy vividos allá en Witters. Ahora su sentido de la percepción la podía sentir cada vez más cerca, más grande y opresiva. Como una sustancia invisible que rodea el área dominando los acontecimientos con su misteriosa influencia.

Jhoony intentó ubicarse para hallar la salida del cementerio. Levantó la cabeza por detrás del hombro de un Cristo cargando una cruz y le pareció ver entre la bruma los tenues resplandores de las calles de Lapan Grows. Lo poco que recordaba de sus visitas familiares a este lugar era que el Lapan Memorial se encontraba relativamente a las afueras de la ciudad. De hecho, la casa de su abuela estaba en el otro extremo sur. Eso significaba que solo tenía que evadir a la policía una noche más antes de llegar a destino.

El sonido de las radios empezó a acercarse. Las voces que emitía, granuladas y fantasmales eran claramente audibles en el silencio de la necrópolis. Jhoony tomó uno de los tres cartuchos restantes y accionó el cerrojo con él mayor sigiló posible. Lastimosamente se vio obligado a gatear entre las viejas baldosas hechas pedazos hace añares. Las afiladas puntas y las piedras pequeñas le raspaban las rodillas, una de ellas empezó a sangrar. Mordiendo una bala para evitar gritar comenzó a andar cuerpo a tierra.

Los haces de luz de las linternas pasaban sobre él con asesina lentitud. Para suerte de Jhoony el ruido que la lluvia provocaba evitaba que los oficiales oyeran el sonido de su cuerpo al arrastrarse o el clank metálico del hacha al golpear alguna lapida. Antes de quedar al descubierto producto de una unión de calles en el cementerio, Jhoony recordó un film de acción y hundió su cara en el lodo. Metió su cara lo más profundo que pudo hasta que su piel blanca quedara completamente cubierta por la tierra mojada y la basura. Luego se echó de espaldas y guardo la 45 debajo del piloto para evitar que el resplandor de la misma ante la luz lo delatara.

Este tipo de ideas y conocimientos sobre como pasar desapercibido no eran propias de un granjero o escritor. De hecho, matar a tres oficiales de policía tampoco. Ahora la Mujer De Ojos Amatistas susurraba en su favor, le daba ideas, lo hacía más inteligente y mortal. Mientras se preparaba para moverse rápidamente de una calle a otra escucho:

— Debe haber salido por la puerta Norte. No hay otra salida.

— Petersburg dice que encontró la Reja junto a la carretera abierta, dice que el tipo debió usar un hacha o algo. Menudo loco. Esta siguiendo su rastró desde allí. Así que cuando Robert De Nimo salga huyendo de nuestro amigó nosotros lo atrapamos en la puerta y le damos su merecido.

— Parece el de "Regresados de la Tumba..."El Zombi con brazo de hacha y pierna de Motosierra" que ataca en el cementerio prohibido.

— No me recuerdes esa mierda ahora rodeados de tumbas...

— Bien, entonces que tal el capítulo donde ese tipo entierra a su hijo en el cementerio indio y luego ¡paff! intenta matarlo. Ame ese capítulo.

—¡A tu trabajó Roberts! —

Asustado Jhoony vio hacia el camino por donde había venido y se aterrorizó al ver que efectivamente el policía que lo había seguido desde que bajara por el terraplén ahora se encontraba de camino hacía él. Pero su linterna no había dado en el blanco aun. Descubrió entonces que quienes estaban custodiando la salida hacía el cementerio eran miembros de otra patrulla y por el hueco que él hizo en la reja venían otros. Mientras formulaba algún plan, la luz lo cegó.

Memorias de la NevadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora