Jhoony Sigue el Camino Amarillo

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Emergiendo de la oscuridad que rodeaba su mente podían verse las luces de patrulla. Azules y rojas brillaban con su dejo depresivo inconfundible. En su mano derecha podía sentir la inconfundible sensación de papel arrugado, cosa que todo escritor conoce...En su izquierda el peso vulgar de un arma de fuego. Tenía o creía tener una mueca de satisfacción, parado sobre la cima como el rey de la colina diciendo al mundo entero que finalmente había conseguido remover e incinerar ese puñado de víboras venenosas. Su familia...

***

Cuando abrió los ojos el cielo estaba ya aclarando, pero no era celeste y brillante como acostumbraba serlo en Lapan Grows, sino ceniciento y sucio. El reflejo que producían los despojos provocaba que la luz le dañara los ojos.

— ¿Puede escucharme amigo? ¡Oiga! Al menos dígame que está muerto y paso a otra cosa...Dios...es un desastre por aquí

La voz sonaba amistosa y desconocida para él. Cuando su vista pudo enfocar bien vio el rostro amable y gordo de un bombero. Por un breve instante pensó que había comenzado a nevar, algo ligero caía del cielo, danzante y sutil. Pero su color distaba bastante del inmaculado blanco de una nevada.

— ¿Puede decirme su nombre? — El bombero lo zarandeó un poco. Vio sombras pasar detrás de él y escuchó el sonido de sirenas y autobombas ir por la autopista. Rescatistas a pie caminaban cuidadosos entre las tumbas derribadas por el estallido con sus mascaras.

— Jho...jhoony. Respondió soñoliento.

—¿Jhoony Qué?

— Jhoony Woodward.

Tal vez seguía soñando. O los disparos de los policías lo habían finalmente matado y enviado a un mundo extraño como en alguna de esas novelas de muchos universos que estaban de moda por esos años. El bombero se sonrió y señalo hacía arriba.

— Eligió un mal momento para venir a visitar a sus seres queridos...

—¿Cómo dice?

— Bueno, tendrá que esperar un poco más antes de ser ingresado en la bóveda familiar amigo.

Jhoony miró hacia arriba y pudo ver claramente el nombre Thomas Woodward en una placa al costado de la entrada de la casa mortuoria donde horas antes había sido acorralado por la policía. De momento, muy confundido no reparó en lo que eso significaba. Más la Mujer de Ojos Amatistas pronto lo haría recapacitar sobre el insólito hallazgo.

El bombero llamó por radio para avisar que había encontrado a un superviviente del estallido a las puertas de Lapan Grows y se marchó tras darle algunos consejos. Principalmente que esperara a que alguien del servicio de emergencias lo viniera a revisar. "El hospital esta que revienta, no se lo recomiendo".

Se paró y para su asombro las heridas que creía haber recibido no le aquejaron. "Mírame convertida en reina" Escucho o creyó escuchar en su cabeza al ver los alrededores. Los arboles del bosquecillo contiguo al cementerio estaban carbonizados, muchos de ellos aun humeaban lanzando sus volutas oscuras al aire cargado de cenizas, que caían y bailoteaban sobre los cascos rojos de los bomberos. Los coches patrulla habían sido reducidos a una montaña de metal ardiente y achicharrado.

Las casas y depósitos a dos cuadras del cementerio de Lapan Grows habían perdido pintura, color, forma. Eran cansadas ruinas de lo que fue una vez un barrio comercial de la ciudad. Un bálsamo de llamas las devoraba lentamente cubriendo el horizonte como una muralla roja y negra, se demoraban sobe sus tejados y paredes derruidas. Las llamas trepaban muy alto en el cielo y la humareda se elevaba hasta las nubes perdiéndose a la vista.

Memorias de la NevadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora