Capítulo XXI
La Puerta Del Otro lado del Círculo está Abierta
Pánico. A pesar de que el Ejército había cortado las comunicaciones de todo Witters Alley, como también su radio y televisora local, los ciudadanos habían visto en TV como, la noche anterior, Lapan Grows había sido pulverizado en una nube en forma de hongo. Al ver con sus propios ojos helicópteros armados bajar sobre los campos de sembradío o las granjas aledañas desde la absoluta nada. Camiones y blindados surcando sus limpias calles y soldados con mascaras de gas la gente creyó lo que la paranoia mediática/política les había enseñado.
La peor pesadilla de su sociedad se hacía realidad delante de sus ojos, en sus esquinas, en sus cielos ahora surcados por los nuevos Blackhawk UH-60. Un Cohete con una estrella roja tenía escrito "Witters Alley" en algún lugar de la atmósfera.
Como en el institucional de inicio de transmisión, los Tanques T-72 iban a aparecer en cualquier momento junto a barbaros soldados del ejército rojo con armas químicas para imponerles libros de lectura marxista y sacarles sus dos autos o meter pobres en sus ampulosas casas. ¡Era cierto! Lucy Drissen era una guerrillera, su plan: La ocupación de Witters Alley de la mano de sus amigos Latinos y Musulmanes.
De más está decir que ni el ejército, ni el ministerio de Defensa o, valga el caso, Zidrone Sistems había tenido en cuenta el hecho de que su propia población era adicta y enferma a la propaganda que todos los días era sometida. Muchos adultos habían nacido bajó la amenaza del Armaggedon, los que no creían en el gobierno, pensaron de inmediato que por oscuras razones iban a ser detenidos por el Ejército, sometidos a experimentos extraños como en "Regresados de la Tumba". La única que sabía todo eso a ciencia cierta, la que se había tomado el extenso trabajo de aprenderlo era Mísinas y ahora, como una niña con un granja de hormigas los veía correr y gritar, y temer y morir.
La sangre no tardó en correr. Quienes salieron a toda velocidad en sus autos para escapar del cerco del ejército chocaron contra los 5 toneladas en cada salida. Fueron sacados de sus vehículos por la fuerza y arrastrados a "Zonas Seguras". Ciclistas que disfrutaban de su temprana recreación tomados de los brazos por guantes negros a punta de Fusil. Edificios públicos asaltados como en una película de acción barata. Voces apagadas detrás de los filtros de mascara de gas. Voces dulces en los alta voces pidiendo una calma inexistente.
Como en una película de romanos, los bárbaros habían llegado, en una horda mortal de botas y fajina oliva gritando órdenes a sus perros, que saltaban como Wargos sobre quien no se detuviera a la orden. Otros más incrédulos intentaron refugiarse en la comisaría del pueblo. Agolpados frente a sus puertas cerradas pidiendo refugio, fueron gaseados por los militares y detenidos. El Intendente, acorralado por cuatro lustrosos rifles FAL Himburgueses firmó todos los permisos, todas las ordenes y acordó hasta la última coma. Habló pidiendo tranquilidad a sus ciudadanos, mientras detrás del decorado su gabinete firmaba declaraciones juradas de secreto y reserva a puño limpió.
La primera muerte se dio en Joes! cuando el jefe de Lucy intentó detener al pelotón de paracaidistas que quiso adueñarse del establecimiento por estar justo en frente del Mirador, una posición clave en la operación. Los soldados lo golpearon tan fuerte con las culatas de los rifles que murió producto de una contusión. El mozo que siempre otorgaba a Gawayn una cerveza a partir de las 22, fue lanzado a la calle y apaleado a la vista de todos los parroquianos.
Los líderes de la comunidad respetados en Witters, todos ellos marcados hace siglos por Howar desde el Cocoon Club eran obligados a colaborar con el ejército. Si algún amante de la libertad se negaba, era encerrado en la comisaría local. El Párroco, el columnista principal del Witters Now y el jefe de la asociación de Vida Silvestre terminaron entre barrotes y criminales comunes. Cualquier pobre idiota que intentara entrar en Witters era enviado por donde había venido tras el clásico sonido de una metralleta preparando el cargador.
Al finalizar la primera etapa de la Operación Pájaro Negro 2, cinco ciudadanos habían muerto, tres producto de la represión, otros dos, enfermos cardíacos que se desplomaron en plena calle producto de la lustrosa y metálica sorpresa. Aunque esto es según los datos que el ejército proporcionó sobre el asunto una vez retornó la democracia. Organizaciones de derechos humanos estiman que el total de victimas directas fue de unos veinticinco muertos y cincuenta heridos. Fallecimientos producidos de manera indirecta (falta de agua, comida, medicinas etc) siete. Datos oficiales no computaron nunca las "Victimas colaterales" También existe el rumor de que tres de los muertos fueron arrollados por un pelotón de tanques M60 cuando intentaron una suerte de "Protesta" en la plaza principal de Witters. Pero ni los civiles ni los militares sabían que lo peor estaba por suceder.
Mísinas ya había marcado el punto de aterrizaje, aquel negro hueco de radar aun pendiente entre Fixa y Witters. Lo que los militares creían que se trataba de simples "Anomalías" eran, en verdad, puertas. Huecos generados por la propia Mísinas para que ella o sus agentes pudieran ingresar en el mundo mortal. Del otro lado del Círculo la puerta estaba abierta y desde ella vendría el ardiente golpe final.
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Memorias de la Nevada
FantasíaUn alcohólico escritor frustrado y la victima de una espantosa violación son abordados por una maligna deidad que vive en el único manuscrito del autor. Necesita que le provean un cuerpo y restituyan su memoria para sumir al mundo en las tinieblas.