Capítulo 6

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Diez de la mañana.

Era una mañana fresca, el rocío humedecía las ramas de los árboles, el Dragón abrazaba a el Príncipe dulcemente como protegiéndolo. La Escritora estaba con la boca abierta viendo el cañón...

Pero ha decidido no narrar nada hasta que el Príncipe despierte y lo descubra primero.

La Escritora decidió ir a dar una vuelta mientras los dos personajes principales se levantaban. La Escritora hace esto porque ella, en lo personal, piensa que dormir es algo maravilloso y uno tiene que dormir lo suficiente y así reunir fuerzas para vivir.

Para estar tan agobiado el Principito dormía BASTANTE bien.

El Príncipe despertó pasadas unas cuantas horas... de hecho varias horas... Si a mí me lo preguntan, Adrien es medio flojito... En fin, el Príncipe por fin se levantó... por ahí de las doce treinta del mediodía.

Buenos días, Príncipe

Buenos días, Escritora.

¿Cómo estás?

No lo sé... un poco angustiado, un poco preocupado, un poco ansioso...

Pero nada que te quite el sueño, ¿verdad?

El Dragón se estiró también.

Buenos días.

Buenos días, Dragón.

Buenos días, Plagg.

¿Qué aventuras nos esperan ahora, Príncipe? ¿Por cuáles otras fantásticas emociones nos vas a hacer pasar el día de hoy?

Hoy hay mucho que hacer -dijo el Príncipe levantándose. Tengo que buscar la forma de vencer el vértigo de vivir y tengo que cruzar el cañón, ya estoy decidido a hacerlo.

Cuando el Príncipe volteó no podía creer lo que veía.

¡No puedo creer lo que veo! -dijo de nuevo el Príncipe redundante. ¿Y ahora qué pasó? -el Dragón vio el cañón. ¡Órale!

El cañón se había movido durante la noche. Había subido y bajado, las piedras habían crujido y ahora un puente se alzaba enorme ante el Príncipe y el Dragón, un puente que les permitía cruzar al otro lado. ¿Cómo pudo pasar esto? -preguntó sorprendido Adrien.

Confiaste en la vida Príncipe, confaste en ti -se oyó la voz del Cañón. ¿Y ya? ¿Eso fue todo?

Ahora se te hace fácil -dijo el Cañón. Pero recuerda todas las veces que no lo has hecho, recuerda cuando te sentías desesperado o cuando te encerraste en el castillo, en esas ocasiones no confiaste en la vida, no confiaste en ti.

Gracias por abrirme el camino.

Yo no he hecho tal cosa -respondió el Cañón. El puente siempre ha estado aquí, pero estabas tan ofuscada que no lo veías, a veces las cosas más evidentes sólo se pueden ver desde la tranquilidad, cuando aquietas tu mente y te relajas.

Eso suena lógico.

¿Con quién hablan, perdón?

Hablamos con el Cañón, ¿no lo escuchas, Dragón?

No.

Los dragones del miedo son sordos ante la voz de la vida -explicó el Cañón. El miedo no puede oírme; y si no tienes cuidado Príncipe, a veces tampoco te dejará a ti que me oigas. En muchas ocasiones la voz del miedo grita más fuerte que la voz de la vida.

El Príncipe pensó un momento.

No -respondió el Cañón. No es tan fácil, Príncipe.

¿Qué no es tan fácil? -preguntó la Escritora, que evidentemente se había perdido de algo.

¿Puedes escuchar lo que pienso, Cañón?

Sí, y te digo que no es tan fácil; No puedes deshacerte del Dragón. ¡¿Tú pensaste eso, Príncipe?!

Me pasó por la cabeza, fue casi inconsciente.

¿¡Alguien me podría explicar qué sucede!? ¿De qué platican? No me gusta no saber que está pasando.

La solución no está en deshacerte del Dragón -dijo el Cañón, porque a veces la vida te hablará a través de él.

Esto es más difícil de lo que yo pensaba.

Nadie nunca dijo que vivir fuera fácil Príncipe, pero una vez que le agarras el modo es demasiado divertido como para no hacerlo.

¿Divertido? Pero si no entiendo nada.

¿Sí saben que es de mala educación secretearse?

Es muy divertido vivir -sonrió el Cañón. Imagina lo que sería tu vida si lo supieras todo, si siempre supieras qué va a pasar...

Sería maravilloso.

Al principio sí-explicó el Cañón. Pero después sería una vida demasiado aburrida.

Si no me dicen qué está pasando me voy a comenzar a molestar.

No pierdas más tiempo aquí Adrien, ya es hora de que te marches, sigue el puente y cruza al otro lado.

¿Y qué hay del otro lado?

Eso es lo que vas a descubrir, pero sea lo que sea, bueno o malo, siempre recuerda que la vida es una gran aventura Príncipe, y que siempre vale la pena vivirla. Confía. Y no te falles a ti, a mí, a la Escritora, a la vida y a todos los que creemos en ti tal vez más de lo que tú crees en ti.

¿Tú crees en mí? ¿La vida cree en mí?

No estarías viva si no fuera así.

¿Tú crees en mí, Escritora?

Yo no te habría escrito si no creyera en ti, Adrien... No eres exactamente lo que tenía planeado... Pero comienzo a creer que has sido mucho mejor de lo que yo esperaba.
¡Muchas gracias! ¿Y tú crees en mí, Dragón?

Yo creo que ya he sido ignorado mucho tiempo, no sé de lo que estén hablando y me reservo mi opinión por no estar bien informado del asunto.

Sigue tu camino Príncipe y recuerda que en esta vida no hay nada que temer.

El Cañón se calló, una fuerte ráfaga de viento se levantó y sacudió el cabello de el Príncipe, alborotandolo. El Príncipe sintió el viento rozar su cara y su piel y no pudo evitar pensar que era el Cañón quien la acariciaba.

No -dijo el príncipe tierno y feliz, no es el Cañón Escritora...

Y al decir estas palabras el viento arreció como si escuchara a el Príncipe. Adrien estaba parado al principio del puente, encima de un gran precipicio, el río se escuchaba pasar debajo a lo lejos, el cielo era azul claro, el clima era perfecto, el sol brillaba glorioso, las nubes eran más blancas que nunca, los árboles, de muchos verdes intensos y contrastantes, se movían a merced del viento... se podía sentir, se podía oler, se podía respirar sólo una cosa...

¡Vida! -dos lágrimas rodaron por las mejillas de el Príncipe hasta llegar a una gran sonrisa que le llenaba la cara.

Y colorín colorado Miraculous aun no se ha acabado// Adaptación MLBDonde viven las historias. Descúbrelo ahora