Capítulo 17

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Habían pasado ya diez años desde la última vez que la Escritora supo de el Príncipe Adrien y Plagg el Dragón.

Un día como hoy hace ya diez años, la Escritora le había prometido a el Príncipe Adrien que volvería.

La Escritora estaba parada de nuevo en aquel jardín, pero ahora, el jardín maravilloso, estaba un poco descuidado.
Un carruaje lleno de niños se paró en la entrada.

¡Apúrense ya, que los va a dejar el carruaje! -se escucharon los gritos Adrien provenientes del interior del castillo.

¡Papá! ¡Me está jalando el pelo otra vez! -se oyó la voz de una niña.

¡Gabriel! -la voz de él Príncipe era paternal. ¡Déjale en paz el pelo a tu hermana Emily y termínate de una vez por todas ese vaso de leche o te vas a ir sin desayunar! Esencialmente paternal.

¡No le estoy haciendo nada papá ! -gritó la voz del niño, que la Escritora supuso que era Gabriel.

¡Ay! -gritó una niña. ¡Papá! ¡Me está jalando el pelo otra vez! -que la Escritora supuso que era Emily.

Los tres salieron del castillo, el Príncipe con una mano tomaba del brazo a Emily y con la otra mano a Gabriel, de una oreja. Era una escena conmovedora.

Buenos días, Príncipe.

Buenos días, déjelo donde siempre -y se pasó de largo sin voltear a mirarme.

Evidentemente el Príncipe no me había reconocido. Súbitamente soltó a los niños, como recordando algo importante.

¿Dónde está André?

Se quedó en el comedor untándose miel en los cachetes -respondió Emily.

¡¿Untándose qué?!

Miel -contestó Emily. Gabriel le dijo que lo hiciera. El Príncipe regresó corriendo al castillo.

¡Yo no le dije que lo hiciera, papá ! -dijo Gabriel.

¡Sí! ¡Sí se lo dijo! -dijo Emily.

¡Claro que no! -dijo Gabriel.

¡Claro que sí! -dijo Emily.

¡Claro que no! -dijo Gabriel.

¡Claro que sí! -dijo Emily.

¡Que no! -dijo Gabriel .

¡Sí, lo hiciste, yo te oí! -dijo Emily.

¡Tú no me oíste! -dijo Gabriel.

¡Claro que sí! -dijo Emily.

¡Claro que no! -dijo Gabriel.

¡Claro que sí! -dijo Emily.

¡Claro que no! -dijo Gabriel.

¡Claro que sí! -dijo Emily.

¡Que no! -dijo Gabriel.

¡Dios mío! Y así siguieron discutiendo dos vueltas más.

El carruaje lleno de niños arrancó y se fue, así nomás, perdiéndose a lo lejos; Gabriel y Emily se callaron al fin y sin hacer nada, lo vieron perderse.

Aprovechando el silencio, la Escritora pudo narrar que eran dos niños preciosos. Gabriel , como de nueve años, era toda la cara de Adrien igual rubio; y Emily como de ocho, era la cara del Chloe pero en morena, se podía ver que de grande sería hermosa.

¿Cómo se te ocurre hacerle caso a Gabriel? -dijo el Príncipe mientras salía del castillo con otro niño, al que le limpiaba la cara con un pañuelo, que paternalmente humedecía en su boca.

Y colorín colorado Miraculous aun no se ha acabado// Adaptación MLBDonde viven las historias. Descúbrelo ahora