Capítulo 2

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En realidad, Ethan odiaba las fiestas. Le parecía que en ellas la gente fingida ser algo que no era simplemente para encajar, tomar un par de chupitos de más y con un poco de suerte, acostarse con el capitán del equipo de fútbol.

Si podía evitarlo, no iría a algo así nunca. En cambio a Marcus, le encantaban. Cada vez que había una era la primera persona a la que invitaban, y a él le encantaba ser el alma de la fiesta y el centro de atención. Siempre lo era.

Para él, el mejor momento del día era cuando llegaba a casa y Sasha salía corriendo a recibirle. Sus padres siempre trabajaban a esa hora pero Lexie estaba en casa. Ella lo era todo para él.

–Hola, Lex.– Dijo asomando la cabeza para ver a su hermana en el salón.

–Hola.

–Estoy en mi cuarto. Si necesitas algo, sube.

–Si, ya lo sé.

–Vale, pequeño genio. ¿Has hecho los deberes?

–Claro.

–No me mientas.– Ethan sonrió.

–No he mentido.– Sasha ladró.

–Sasha está de mi parte.

–Porque le tiras la pelota cuando quiere. ¡La tienes comprada!

–Uy, si. Que malo soy.– Dijo levantando a su hermana del sofá.– Y ahora ponte a hacer los deberes.

Ethan subió las escaleras seguido de su perra hasta su cuarto. Se puso a hacer los deberes mientras Sasha mordisqueaba una de sus zapatillas. Siempre lo hacía y era incapaz de quitársela, salía corriendo y la escondía sin que nadie fuera capaz de encontrarla.

–Me debes un par de converse negras.– Le dijo a la perra, pero como siempre, le ignoró y siguió mordiendo. Ya le había destrozado unas azules y ahora iba a por las negras, aunque lo curioso, es que sólo se comía una de las zapatillas.

Ethan terminó los deberes en menos de quince minutos. La mayoría de sus compañeros tardaban eso sólo en organizarse, pero para él, era como un juego de niños.

Una vez que terminaba, le gustaba leer, salir a dar una vuelta con Sasha o tocar la guitarra. Sus padres les habían incitado a él y a Lexie a que aprendieran a tocar algún instrumento, pero a Lexie le gustaba más escuchar la música que tocarla. Ethan llevaba tocando desde que pudo sujetar la guitarra. Cantar se le daba fatal, pero con la guitarra era el mejor. Se tumba a en la cama y tocaba sin mirar a los acordes como si los viera en su mente.

Al cabo de un rato, Lexie abrió la puerta. Le encantaba escuchar a su hermano, sobre todo cuando él no se daba cuenta, pero siempre le pillaba.

–Eh.– Dijo incorporándose y dejando la guitarra a un lado.– ¿Ya has terminado?

–Si.– Dijo sería.

–¿Pasa algo?

–He hablado con mamá. Dice que va a llegar tarde y papá está de guardia en el hospital.– Dijo mientras iba hasta la cama de su hermano y se sentó frente a él.

–Así que hoy también cenamos solos.– Lexie asintió.– Menos mal que me tienes a mi, enana. Sino estarías sola siempre.

–Tengo a Sasha.

–Si, es verdad.– Dijo con una sonrisa.

–¿La sacamos a pasear?

Cuando Lexie le pedía a Ethan que sacasen juntos a Sasha era porque necesitaba estar un rato con su hermano. Sus padres vivían dedicados al trabajo y muchas veces no se daban cuenta que tenían dos hijos con los que deberían pasar más tiempo. Ethan no se sentía solo, pero Lexie era una niña, y a veces se preguntaba si se tomaban la libertad de dejarles tanto tiempo solos porque ya  se encargaba él de su hermanita.

Sasha salió casi corriendo de casa. Ethan bajó la vista hasta clavarla en el suelo. Siempre iba así por la calle, por alguna razón, no le gustaba mirar a la gente, le ponían nervioso. Pero cuando la levantó para mirar como su hermana se adelantaba un poco, vio una furgoneta negra como el coche de aquella mañana. Aquel coche le daba mal rollo. Hasta aquella mañana ni siquiera se había dado cuenta, pero ahora tenía la paranoia de que le estaban siguiendo.

–Lex, vámonos a casa.– Dijo Ethan sin dejar de mirar el coche.

–Por qué? ¿No podemos jugar un poco en el parque?

–No, hoy no. Además, va a llover.

–Eso es mentira. El hombre del tiempo no ha dicho nada.

–Ya veremos. Ahora vámonos.– Dijo cogiendo a su hermana con una mano y la correa de Sasha con la otra.

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