Capítulo 16

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A Ethan tampoco le hacía demasiada gracia robarles la comida a los Donovan, pero tenían que comer, así que intentaría no comer demasiado.

Con lo que no contaba era con que Yurgen comía por dos. Después de cenar, Vera se dedicó a mandar mensajes y hacer llamadas, los chicos se tumbaron a ver la televisión y las chicas ayudaron a Ethan a recoger.

–No pareces el típico chico que limpia después de cenar.– Le dijo Arya.

–Mis padres solían llegar tarde a casa y a mi me tocaba hacer la cena y a veces recoger en casa.

–Igualito que estos.– Dijo Mika terminando de coger los platos de la mesa y mirando a los chicos.– Vagos.

Cuando les tocó hacer el reparto de habitaciones, todos estuvieron de acuerdo en dejar que Arya y Daniel se quedasen en la habitación de los padres. Terence e Ethan dormiría juntos en la habitación del hermano pequeño, Mika y Vera compartirían la habitación de la hermana mayor y Yurgen dormiría en el sofá.

Por la mañana siguiente, Ethan no se dio cuenta de que fue el último en levantarse. Normalmente le gustaba dormir, pero aquel día fue diferente.

–¿Os habéis levantado hace mucho?– Dijo al llegar al comedor y ver a todo el mundo.

–Pues si, hace un rato.– Dijo Mika dejando frente a él una taza de café.

–Oh, gracias.

–De nada.– Se sentó frente a él y comenzó a barajar unas cartas.– ¿Sabes jugar al poker?

–¿Al poker?

–En un rato vamos a ir al casino Lotus.– Dijo Vera acercándose. Incluso recién levantada y con el pelo despeinado a Ethan le parecía que estaba impresionante.– Jugar al poker y contar las cartas puede que ayude a tu cerebro a expandirse.

–¿Contar las cartas no es ilegal?

–Si.– Dijo Mika.– Tienes que hacer que no se note. Ser muy inteligente, cosa que no se te hará difícil.

–¿Y tu sabes jugar?

–Me enseñó mi padre cuando era una niña.– Dijo repartiendo las cartas.

–¿Se te dan bien los juegos de cartas?–  Ethan sonrió.– ¿Ese es tu don?

–No. Mi don es que soy experta en todos los estudios. Ingeniería, biología, geología...

–Sexología.– Añadió Terence.

–Venga, vamos a empezar de una vez.

Enseñar a Ethan a jugar al poker les llevó menos de lo que esperaban. Pilló enseguida el truco y antes de lo que creían estaba contando cartas, doblaba las apuestas y era imposible ganarle.

Cuando consideraron que estaban listos, fueron hasta el hotel casino Lotus. A pesar de ser de día, las luces estaban encendidas y las calles estaban llenas de turistas y gente con mucho dinero que iban de casino en casino esperando ganar más dinero todavía.

–Ten, ponte esto.– Dijo Terence a Ethan dándole unas gafas antes de entrar a Lotus.

–¿Gafas de sol? Pero si vamos dentro.

–Te harán parecer mayor y no te verán contar las cartas.

–Vale, vale.– Ethan se puso las gafas.– Gafas Ray Ban, camisas de Gucci... ¿De donde sacas tu el dinero?

–Cuánto menos sepas acerca de eso, mejor.

–¿Estas en alguna especie de mafia o algo?

–Te lo contaré a su debido tiempo, chaval.

Entraron al casino escoltando a Ethan como si fuera el hijo de un multimillonario. Vera divisó rápidamente la mesa de poker donde había cinco ricachones jugando. Fueron hasta ella y cuando se libró un sitio, Ethan se sentó. Parecía estar muy tranquilo, pero en realidad, estaba muerto de miedo.

–¿No deberías estar en el instituto, chico?– Le dijo un hombre que podía ser su abuelo con un anillo de oro en el meñique.

–¿Tiene miedo de jugar conmigo?

–Depende. ¿Cuantas fichas tienes?– Ethan miró a Vera.

–Quince mil.– Dijo Vera acercándose un poco a la mesa.

–¿De donde ha sacado...?

–Luego te lo explicó.

El crupier le dio fichas a Ethan por valor de quince mil dólares y después repartió las cartas. Ethan miró sus cartas una vez y supo que no jugaría en aquella mano, así que se dedicó a observar. Los otros cuatro jugadores elevaban la apuesta y al final, uno de ellos consiguió llevárselo todo engañandoles y haciéndoles pensar que tenía una mala apuesta. Y así siguió unas cuantas veces.

–¿Vas a apostar alguna vez, chaval?

–Me gusta tomarme mi tiempo.

Ethan pensó por un momento que no podría hacerlo, e incluso estudio las posibilidades de salir corriendo, pero entonces, su cerebro se relajó y empezó a observar y a contar. Vio como las cartas de movían en las manos del crupier como si las cartas estuvieran con los números y figuras mirando hacia él. Cuando terminó de repartir, sabía exactamente que cartas tenía cada uno y cuales estaban por salir. Él tenía una jugada perfecta.

–Voy con dos mil.– Dijo apostando.

–Lo veo. Y subo otros mil.

–Bah, yo paso.– Dijo el de su izquierda. Eso era bueno, tenía buenas cartas, pero empezaba a faltarle el dinero.

–Esta bien.– El jugador frente a él igualó la apuesta junto a él y después el crupier puso otra carta en la mesa.

–Vale, subo a siete.

–¿Solo a siete?– Le retó Ethan.– Yo a diez.

–¿Se ha vuelto loco?– Le susurró Arya a Vera, pero ella no contestó.

–Demasiado para mí.– El hombre de en frente se retiró.– ¿De donde sacas tanta pasta, chico? ¿Paga papá?

–¿Lo dice por experiencia?

–Controla tío, o nos van a echar.– Le susurró Terence.

–Sólo quedamos tu y yo.– Dijo el hombre a su derecha.– ¿Qué me dices? ¿Subimos cinco?

Ethan se quedó mirándole. Si subía cinco más, apostaría todo lo que tenía. Sabía que sus amigos estaban de los nervios, pero él sonrió y subió cinco más. Su contrincante se rió, subió otros cinco y después enseñó sus cartas.

–Full.– Dijo orgulloso.

–Ya puedes tener algo bueno, chaval.– Dijo otro de los jugadores.

–El Full es una buena jugada, difícil de superar, pero no imposible.– Ethan enseñó sus cartas.– Escalera real de color. Gano yo.

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