Capítulo 40

64 4 0
                                    

Cuando Ethan volvió a su cuarto no se podía creer que estuviera allí. Le entraron ganas de gritar de alegría y de saltar en la cama como hacía cuando era pequeño, pero decidió que a lo mejor no era tan buena idea. Se tumbó en la cama y Sasha se subió para tumbarse junto a él y volver a chuparle los brazos y la cara. Apenas podía creerse que fuera a volver a utilizar su pijama y dormir en su cama.

–Pasa Lex.– Dijo al escuchar a su hermana detrás de la puerta y ella entró.– ¿Me echabas de menos?

–Sabes que si, tonto.– Se acercó a él y se sentó a su lado.

–No, tonto ya no.

–Mamá me ha contado que has ido a un sitio para gente lista y te han hecho muy listo.

–Si. Soy la persona más inteligente del mundo.

–No te creo.

–Bueno, pues no me creas.– Se rió.

–¿Por qué has tardado tanto en volver a casa?

–Es que hemos tenido algunos problemas...

–¿Por eso tienes cicatrices en la cabeza y en el brazo?

Ethan ni siquiera se había fijado en las cicatrices, pero suponía que era la clase de recuerdos a los que debería enfrentarse.

–Si.– Dijo y la abrazó.– Lo siento mucho.

–¿Por qué lo sientes?

–Por... Haberte echo esperar tanto.– Se limpió un poco las lágrimas.

–¿Y por qué lloras?

–Porque te quiero mucho.– Intentó sonreír.

–¿Qué te pasa? ¿Por qué estás tan cariñoso?

–Si quieres no te quiero.

–Creo que sigues siendo un poco idiota.– Lexie se rió.

–¿Quieres dormir conmigo?

–¿No soy un poco mayor para eso?

–No.

Lexie se quedó dormida entre los brazos de su hermano más rápido de lo que esperaba. A él le por su parte le agradaba estar de nuevo rodeado de su tan buena compañía como lo eran su hermana y Sasha.

Por la mañana siguiente insistió en ir al instituto. Había perdido demasiadas clases y quería volver a la realidad cuanto antes. Cuando Marcus le vio de nuevo en el instituto no podía creer que estuviera allí, y tuvo que preguntarle dos veces a ver si era real.

–Tío, no estas soñando. Estoy aquí.– Sonrió.

–¡Como me alegro de volver a verte!– Dijo abrazándole.– Creí que te habían secuestrado o algo así.

«Si, bueno, solo un par de veces.» Pensó, pero mejor contar esa historia cuando tuvieran más tiempo.

En las clases era como si supiera las respuestas de todo. Todo le parecía muy obvio y puede que a veces incluso hasta aburrido. Y eso le hacía gracia.

–¿Cuando te has vuelto tan inteligente?

–Creo que hace una semana.– Sonrió.

Aquella tarde cuando volvió a casa, Sasha le esperaba como si hiciera un año que no le veía. Hizo los deberes más rápido que en toda su vida y después salió a dar una vuelta con su perra. La llevó a su parque favorito donde podía soltarla sin que la pasara nada malo, y así también podía correr.

Cuando llegó, era pronto para que hubiera gente, pero para su sorpresa, vio a un chaval en un banco. Parecía angustiado, como si estuviera intentando tomar una decisión. Ethan se acercó y vio que tenía una jeringuilla en la mano. Al principio se asustó y quiso salir corriendo. Le había costado mucho superar su adicción como para volver a caer, pero aquel chico parecía que necesitase ayuda.

100%Donde viven las historias. Descúbrelo ahora