Capítulo 15

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En el restaurante había familias que paraban antes de seguir su viaje de vacaciones, transportistas que paraban a comer... Tampoco estaba demasiado lleno, así que no les resultó demasiado complicado encontrar mesa.

Se acercaron a la barra por turnos para coger la comida. Ethan fue en el primer turno, acompañado de todos los chicos. Fue muy incómodo ir con ellos y que le vigilaran como si los niños de la familia que estaban junto a ellos fueran a atacarles. Estaba claro que aquellos chicos habían estado durante mucho tiempo en el edifico A y que no sabían como comportarse realmente en el mundo real.

Durante la comida, nadie dijo nada realmente relevante. Cada uno estaba absorto en su mundo y/o centrado en proteger a Ethan.

Cuando terminaron de comer, Daniel terminó de echarle gasolina al coche y después siguieron su camino hasta Las Vegas.

El camino hasta Las Vegas no fue muy largo. Ethan nunca había estado allí, y los demás mucho menos. Todo eran luces y edificios enormes. Daniel aparcó la furgoneta y después todos salieron a admirarlo todo.

–Wow... esto es alucinante.– Admitió Mika.

–Como tú.– Le dijo Terence y Mika puso los ojos en blanco.

–¿Qué es lo que tenemos que hacer aquí?

–Hoy quiero ver como reacciona el cerebro de Ethan a esta clase de estímulos, y mañana en un casino.

–Espera, ¿has dicho casino?– Dijo Arya.– ¿Por qué en un casino?

–Imposible ir de Vegos sin pisar casino.

–Las Vegas, Yurgen.– Le corrigió Terence.– Las Vegas.

–¿Qué quieres que haga en un casino?

–No te preocupes por ello ahora. Lo prinero es encontrar un sitio donde dormir.

–¿Dormir?

–No quiero que a última hora nos toque coger una habitación en algún hotel. No podemos permitírnoslo.– Dijo Vera y Terence bajó la cabeza.

–¿Tienes un plan?

–Claro. Vamos.

Vera llevó a los chicos por toda la ciudad en busca de algo que solo ella sabía. Ethan no sé preocupaba demasiado por no saber el plan de Vera, confiaba en ella, y sabía que les llevaría a algún lugar seguro.

Mientras caminaban, Ethan comprendió que no podía ignorar tantos estímulos, así que dejó que su cerebro trabajara a su libre albedrío. Cuando se le ocurrió mirar a su pulsera de control, vio que había subido un dos por ciento. Al verlo, se lo enseñó a los chicos orgulloso, pero los demás le dijeron que no lo enseñara tan a la ligera.

Cuando el sol empezó a caer, Vera se detuvo en frente de un edificio residencial. No había muchos como aquellos, así que parecía aliviada de haber encontrado aquel.

–¿Qué hacemos ahora?– Quiso saber Daniel.

–En este edificio vive gente normal. Y, ¿veis esa ventana que está cerrada?– Dijo señalandola.– Me apuesto lo que queráis a que no están en casa. Si tengo razón, podríamos entrar y...

–¿Quieres ocupar un piso?– Dijo Ethan alarmado.

–Sólo será una noche. Dos como mucho.

–Me gusta el plan.– Dijo Mika.– Es original.

–¿Y no podemos hacer nada que no sea ilegal?

–No es si legal si nadie se entera.– Vera sonrió y se acercó sl portal.

–¿Qué piso es?– Preguntó Arya mirando arriba.

–El tercero C.– Dijo Ethan y todos le miraron.– ¿Qué? Sois vosotros los que me habéis "coronado" como el tío más inteligente del planeta.

–Bien.– Dijo Vera.

Esperaron a qué alguien del edificio saliese para poder aprovechar y entrar tranquilamente. Antes de subir al tercer piso, Vera se fijó en los buzones. Nadie sabía por qué, pero pero al llegar al tercer piso, tocó en el B en lugar de en el C. Antes de que nadie pudiera decir nada, una mujer mayor abrió la puerta. Parecía amigable, con una bata de flores azul y un bastón que la ayudaba a andar.

–Buenas noches.– Le dijo Vera con una sonrisa.

–Hola, guapa. ¿En que puedo ayudaros?

–¿Sabe si los Donovan están en casa?– Dijo señalando a la puerta del C.– Es que somos unos amigos suyos y veníamos de visita sorpresa, pero no nos abren.

–¡Oh! Pues lo siento querida, pero los Donovan se han ido una semana a Florida.

–¿Enserio?

–Si, se marcharon ayer. Lo siento.

–No pasa nada. Les Llamaremos esta noche para ver que tal va todo. Gracias por su ayuda.

–No hay de que, guapa.– Dijo antes de cerrar la puerta y después Vera se giró hacia los demás.

–¿Y esto por qué?– Preguntó Terence.

–Ahora sabemos cuanto tiempo van a estar fuera los dueños de la casa. Tenemos vía libre.

–Mola.– Mika sonrió.– Empiezas a caerme bien.

–Ahora sólo hay que abrir la puerta.– Dijo Daniel dando un par de toques en ella.

–¡Yurgen ocupa!– Dijo acercándose a la puerta.

–Puede abrir cualquier cosa y descifrar cualquier código.– Les explicó Terence.

–Bienvenidos casa.– Dijo cuando abrió la puerta.

Los chicos entraron tan pronto como la puerta estuvo abierta y se repartieron para hacer un reconocimiento rápido de la casa. Aquella familia tenía dos hijos: hija mayor y un hijo pequeño.

Ethan entró en la habitación del chico y por un momento, le recordó a la suya cuando era niño. Juguetes, libros y fotos de su familia. Además, había un montón de maquetas de motos por todas partes. Había una pequeña caja de madera cerca de una que estaba en su mesilla, debía de ser su favorita. Ethan cogió la caja y al abrirla, vio que había un montón de dinero. Trescientos dólares en billetes mínimo.

–¿Qué haces?– Escuchó de repente y vio a Daniel en la puerta.

–No se lo digas a Vera.

–¿Por qué? ¿Qué es eso?

–Dinero. Y bastante.

–¿Por qué debería decírselo a Vera?

–Porque el dinero es tentador, pero no para siempre. Si nos quedamos sin dinero, no quiero robarle a un niño.

–No vamos a robarle a un niño.– Ethan sonrió.

–Todos eramos humanos hasta que: la raza nos desconectó, la religión nos separó, la política nos dividió y el dinero nos clasificó.– Dejó la cajita de nuevo en la mesa.– Es inevitable.

–Tranquilo. No se lo diré.– Daniel sonrió.– Y me asegúrate de que ese dinero siga ahí cuando nos marchemos. Aunque no puedo decir lo mismo de la comida. ¿Por qué no vienes y cenamos con los demás?

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