Capítulo 25

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En cuanto todos volvieron a la sala principal, por un momento ninguno se creyó que hubieran podido desactivar la bomba. Ni siquiera Terence podía creérselo, tenía completamente asumido que iba a morir, le debía una bien gorda a Ethan y a Mika.

–¿Crees que hay más bombas?– Le preguntó Arya a Terence y él se quedó escuchando.

–Creo que no. Esa estaba preparada para que cualquiera que entrase aquí saliese por los aires.– Dijo y Mika bajó la cabeza.

–Tíos, tenéis que echar un vistazo a esto.

Los chicos se acercaron a las mesas con las armas y las municiones. Cualquiera diría que allí se escondía una mafia o un traficante de armas, cosa que daba bastante miedo. Vera cogió un rifle, lo cargó y apuntó a la pared del fondo, donde habían colocadas unas dianas con un par de aciertos en el centro y otros en la pared.

–Hace tiempo que nadie usa esto.– Dijo Mika soplando una fina capa de polvo.

–Si, pero son buenas. Muy buenas.– Vera bajó el arma.– No nos vendrían mal.

–¿Quieres ir por la vida con una escopeta?

–Esto es América.– Sonrió.– Puedo enseñaros a usarlas, no nos llevará mucho tiempo.

–Genial.– Dijo Ethan cogiendo una de las armas.– Siempre he querido aprender a manejar una.

–No, en realidad tu... no deberías aprender.

–¿Por qué no?– Dijo desilusionado.

–Para manejar un arma hay que tener la cabeza muy fría y saber muy bien lo que se hace.

–¿Crees que es mejor idea enseñarle a disparar a Mika que a mi?

–¡Oye!

–Lo que digo, es que tu cerebro ahora mismo es demasiado inestable como para que aprendas.– Ethan gruñó.– Además, que es muy peligroso. Luego no quiero que venga tu novia reclamándome tus heridas de guerra.

–¿Novia?– Ethan sonrió nervioso.– ¿De qué novia hablas?

–¡Oh vamos!– Dijo Daniel sentándose en una mesa.– En la tienda de música dijiste que la única que te había escuchado tocar era tu...

–Tu querer decir novia.– Completó Yurgen.

–No. No, no, no.– Se rió.– Iba a decir hermana. Mi hermana. Tengo una hermana de diez años.– Todos entonaron un "aaahh" a la vez.

–Díez añitos... que mona.– Dijo Arya.

–Aquí nadie tiene hermanos menos tú.– Dijo Daniel.

–Bueno...– Dijo Vera.

–¿También tienes una hermanita?

–No. Hermano mayor. Veinticuatro años.

–Oh.

–Si... De pequeños nos llevábamos bien. Luego creció, empezó a trabajar con mi padre, viajó a Europa y bueno... Ya nada es lo que era.

–¿De qué trabaja tu padre?

–No lo tengo demasiado claro. Nunca me lo contó y yo nunca pregunté.

–Pues que alegría de familia...– Dijo Terence cruzándose los brazos y bajando la cabeza.

–¿Lo dices por mi o por ti?– Vera le miró.

–¿Perdón?

–Estoy de acuerdo con ella.– Dijo Mika apoyándose en el hombro de Vera.– El hotel, la comida, los juegos mentales, la ropa de marca... ¿De donde demonios sacas el dinero?

–No quiero hablar de eso...

–Venga, tío.– Dijo Daniel.– Somos amigos. Nadie va a juzgarte si has robado un banco.– Terence suspiró.

–Al contrario de ti, yo si sé en qué trabaja mi padre. Tiene una de las empresas de tecnología más importantes de Seoul y es pionero en nano-tecnologia a nivel mundial.– Hizo una pausa.– Mi paga mensual a día de hoy es de unos mil dólares. Es decir... Cinco mil al mes.

–¡Joder!– Exclamó Mika.– ¿Eres... multimillonario?

–Supongo, pero no me gustaba esa vida. Por eso vine hasta el edificio A, pero mi padre no parece entender que no quiero nada de él y sigue enviándome dinero.

–Si tu sentir mejor, poder pagar a mi.

–No creo que eso llegue a ocurrir.

–Bueno, se acabó el hablar. Que cada uno coja el arma con el que más cómodo se sienta. E Ethan, tu puedes...

–Ya, ya, ya. Trabajar mi cerebro en la sala de al lado.

Ethan cogió las cosas que Terence y Arya le habían conseguido y buscó tranquilidad en una sala lejos de las armas. Se sentó contra la pared y estuvo un rato con aquellas pruebas, pero después de hablar de su familia, se dio cuenta de lo mucho que les echaba de menos, así que decidió intentar una cosa: sacó su móvil y marcó el número de su madre.

–Por favor, no lo cojas, por favor no lo cojas...– Repetía mientras su móvil daba tono.

Este es contestador de Katherine Monroe. En este momento no puedo atenderte, así que por favor, deja tu mensaje.

–Bien, eh... Hola mamá.– Sonrió como un idiota.– Soy yo, Ethan. Solo llamaba para... bueno, para decir que estoy bien. Ahora mismo estoy en Fresno, he conocido a una gente que va a ayudarme y va a protegerme. Supongo que Cory Sanders os habrá puesto al día, pero quería decíroslo yo mismo. Estoy bien. Estoy muy bien... Dale recuerdos a papá y a Lex. Dios, os hecho mucho de menos... pero esto es lo mejor para todos. Prometo que volveré pronto a casa. Oh, y dale un beso a Sasha de mi parte, por favor.– Hizo una pausa en la que vio a Vera mirándole desde la puerta.– Tengo que colgar ya. Te quiero mucho.

–¿Hablabas con tu madre?– Se acercó.

–Le dejaba un mensaje.

–Ojalá yo pudiera hablar con la mía...

–¿Por qué no puedes?

–Porque no soy médium.– Dijo con una sonrisa nostálgica.

–Mierda... Lo siento, yo...

–No pasa nada.– Sonrió.– Está bien.

–Ah, vale... ¿Qué tal las clases?

–Bien, se les da mejor coger un arma de lo que me esperaba. ¿Y tu que tal?

–Compruébalo tu misma.

Ethan levantó su muñeca orgulloso y Vera pudo ver que su porcentaje había subido al 50%. Vera le cogió la mano dejando ver su tatuaje y le miró asombrada.

–Cincuenta por ciento... Y estas perfectamente...

–Bueno, a veces me da alguna que otra jaqueca, pero soportable.

–Es maravilloso.– Sonrió.– Eres alucinante.

–Vaya, gracias.– Ethan sonrió.

–Vamos, Daniel dice que si salimos ya hacía Oakland podremos llegar a la hora de cenar. Y Terence se ha comprometido a pagar un hotel, dice que no vuelve a dormir en ningún sitio abandonado.

–Vale, pues vámonos de viaje.– Dijo levantándose y mirándola con una sonrisa.

–¿Qué?– Ella se rió.

–No, nada.– Ethan se rió.

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