Capítulo 21

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Ethan se quedó dando vueltas a lo que le dijo Terence antes de quedarse dormido. "Tú fuiste él primero en conocerla". A él no le parecía que le estuviera ocultando nada, es más, le estaba ayudando a ocultar las jeringuillas que había robado.

Cuando se quedó dormido, soñó con ella. No tenía costumbre de soñar con chicas y mucho menos de aquella manera. Nunca se había enamorado de ninguna chica, ni había tenido novia. Le gustó aquel tipo de sueño. Pero el despertar le gustó menos.

Terence le tiró un cubo de agua encima supuestamente para despertarle.

–¿Pero que demonios te pasa?– Dijo Ethan cuando consiguió recuperarse del suso mirando a Terence que se había subido a la cama de Yurgen y ahora le miraban algo asustados.– ¿Qué? Perece qué habéis visto un muerto.

–Tu caliente...

–¿Eh?

–Ethan... estabas ardiendo... Literalmente.

–Esa es una mierda de escusa para lanzarme un cubo de agua.

–No, tío. ¡Enserio! – Terence se bajó de la cama.– ¡Y tus ojos se han vuelto del mismo modo que cuando te dio aquel ataque en el edificio A!

–Dime que no es verdad.– Dijo más angustiado.

–Ahora ya no, pero hasta hace un minuto, si. ¿Qué demonios has hecho?

Ethan pensó por un momento en lo que le estaban diciendo. Era imposible que se hubiera prendido fuego mientras dormía. Pero las caras de sus amigos no le irradiaban tranquilidad.

–¿Tu que soñar?

Entonces ahí si que le faltó el aire. Repasó su sueño de principio a fin y después él mismo sintió como le subía la temperatura corporal hasta ponerse completamente rojo. Terence, que se le había quedado mirando asustado, había empezado a sonreír con cara de pillo.

–No me fastidies.– Se rió.– Has tenido un sueño erótico.

–No.

–¿Y por qué estás volviendo a calentarte?

–Ethan tener sexo en sueño...– Dijo Yurgen como si fuera el mayor descubrimiento del mundo.

–Me quiero morir.– Suspiró dejándose caer de nuevo en la cama.

–Oye, no pasa nada.– Terence se sentó a su lado.– Todos tenemos esta clase de sueños. Algunos más a menudo que otros...

–Si, pero a ti no te sube la temperatura corporal a 1000°.

–¿Ha sido tu primer sueño erótico?

–Pues si. ¡Tengo dieciocho años!

–¡Edad no importar! Con once años...

–Yurgen, no nos interesa esa historia.– Yurgen farfulló algo en ruso.– Eh, que te he entendido.

–Yo creo que me voy a duchar.– Dijo Ethan intentando escapar.

–Dúchate con agua fría. Ayuda a que se...

–¡Cállate!– Dijo Ethan cerrando de golpe la puerta del baño.

Ethan decidió seguir el consejo de Terence y ducharse con agua fría para poder bajar un poco su temperatura. Lo que a nadie se le ocurrió, es que si podía subir, también podía bajar. Y se dio cuenta de ello cuando se vio en el espejo con los labios morados y las manos azules.

–Como mola.– Dijo Daniel cuando se lo contaron a los demás durante el desayuno.– Puedes controlar la temperatura de tu cuerpo.

–No mola tanto cuando te echan un cubo de agua mientras duermes.

–¿Estabas durmiendo cuando te prendía te fuego?– Le preguntó Vera y él se puso rojo.

–Nuestra habitación mucho calor.– Dijo Yurgen.– Yo sudor toneladas.

–Sudor no va ahí.– Le corrigió Arya.– En este caso tendrías que decir sudar.

–Tu entender.

–Bueno, ¿plan para hoy?– Preguntó Mika.

–Seguir estimulando las capacidades de Ethan.– Explicó Vera.

–¿Más? Salí de Nevada con un 30% y ahora tengo un 33%.

–Impresionante.– Dijo Vera mirándole.– Aunque hoy vamos a pasar un poco de cosas peligrosas.

«Según parece, salir a la calle para mi ya es peligroso» Pensó Ethan mientras bebía un largo sorbo de café.

Cuando estuvieron listos, cogieron sus cosas y salieron a dar una vuelta. Puede que Fresno no fuera la ciudad más bonita del estado de California, pero no estaba nada mal para dar una vuelta. No parecía que debieran preocuparse por nada, todo parecía tranquilo, y ahora todos habían pasado de guardaespaldas sobre protectores a amigos que se preocupan. E Ethan agradecía aquel cambio.

Al rato, llegaron a una zona comercial donde parecía que había más gente. Pasaron por delante de una tienda de música donde Ethan se quedó clavado mirando las guitarras. Recordaba cuando le tocaba la guitarra a Lexie y no pudo evitar sonreír como un niño.

–¿Qué miras?– Le preguntó Daniel.

–Echo de menos tocar la guitarra.

–¿Tocas?

–Desde casi los tres años.

–¿Quieres practicar?– Le dijo Arya.

–¿Cómo?

–Vamos, voy a enseñarte lo que se me da bien.– Dijo Arya entrando seguida de los demás.– ¡Buenos días!– Dijo saludado al dependiente.

–Hola, ¿en que puedo ayudaros?

–Verá, es que mi amigo lleva unos días sin tocar la guitarra, y la verdad es que se está agobiando un poco porque lleva tocando desde que era un crío, y nos preguntábamos si podría dejarle tocar alguna de las suyas.– Sonrió.

–¡Claro! Adelante, coge la que quieras.

–¿Habla enserio?

–Tío, Arya tiene un don para convencer a la gente de lo que quiere.– Le susurró Daniel.– Aprovecha esta oportunidad.

Ethan se rió y le dio las gracias a Arya. Se acercó a las guitarras eléctricas y cogió una que le recordaba a la suya, la enchufó al altavoz y comenzó a tocar. Hacía tiempo que no se sentía tan bien, tocar siempre le había relajado. Los demás se quedaron realmente asombrados ante la habilidad que tan bien guardada tenía Ethan.

–¿Cuándo pensabas contarnos que eres descendiente de Jimmy Hendrix?

–No lo soy.– Ethan se rió.

–Debes de tener a las chicas del instituto loquitas.– Terence sonrió.

–Ser el friky que saca buenas notas, intenta no vomitar en los exámenes y toca la guitarra no es muy atractivo que digamos.

–¿Cuantas chicas saben que tocas así?– Le preguntó Vera sonriendo.

–Pues la verdad solo lo sabe mi...– Ethan se interrumpió a sí mismo al ver algo por los escaparates que le hizo quedarse helado.

–¿Qué pasar a ti?

–Furgonetas negras.– Dijo y todos miraron.– Igual que en Los Angeles.

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