Llegaron a casa justo en el momento en que empezó a llover. Ethan se sorprendió de tener razón. Había mirado tres veces el parte del tiempo y no daban ni una gota de agua.
A la hora de la cena, sus padres aún no estaban en casa, así que Ethan se puso a hacer la cena. Había aprendido a cocinar hace años por aquella simple razón.
–¡Ya estamos en casa!– Anunció su padre cuando su madre y él llegaron y Sasha fue a recibirles.
–Estamos cenando.– Dijo Ethan desde la cocina y cuando ellos entraron, vieron a ambos hermanos cenando el uno junto al otro.– Hola.
–¿Qué tal el cole?– Le preguntó su madre a Lexie.
–Bien.
–¿Y tu el instituto?– Le preguntó su padre a él.– ¿Os han dado los resultados de álgebra?– Ethan tragó saliva.
–Si. 9,75.
–Bueno, no está mal. Sueles sacar un poco más pero...
–Papá, tengo la media más alta de clase. Con diferencia.
–Lo que tu padre quiere decir, Ethan, es que puedes dar un poco más de tu mismo. ¿No crees?
–Tengo testofobia. Ya lo sabéis.
–La testofobia no está reconocida como un cuadro clínico particular.
–Ya empezamos...– Susurró Ethan.
–Si hicieras más pruebas del tipo de un examen, puede que terminaras quitándote eso de la cabeza.
–¿Más? Mamá, tengo que estar mentalizandome una semana antes para no vomitar en medio de un examen.
–Tal vez deberías...– Comenzó su padre.
–¿Esforzarme más?– Dijo Ethan molesto como si le hubiera leído la mente a su padre.– Me esfuerzo todo lo que puedo. Pero parece que todo eso os da igual.– Dijo y se fue a su cuarto.
El padre de Ethan no era estricto. Bueno, no mucho. Era como si quisiera que él siempre fuera el mejor en todo, pero con Lexie no lo eran tanto. A veces se preguntaba que pasaría si algún día llegara a suspender.
Subió a su cuarto enfadado y cerró la puerta de golpe. La cabeza le dolía cada vez que discutía, y cuando eso pasaba, le gustaría tomarse algo y quedarse dormido hasta el día siguiente, como cuando dejaba el ordenador "suspendido".
Se tumbó en la cama y trató de relajarse. Salvo por las pequeñas peleas familiares, su vida era tan aburrida que cualquiera diría que era un adolescente. Trató de leer un poco, le encantaba leer. Tenía una estantería en su cuarto enorme llena de libros de todo tipo.
Estaba dispuesto a irse a dormir, cuando la puerta se abrió y Sasha y Lexie aparecieron. Sasha fue hasta la cama de Ethan y se tumbó en ella mientras Lexie le dio a Ethan una caja de zapatos.
–¿Qué es esto?– Le preguntó abriendo la caja.
–He encontrado tus zapatillas. Sasha las había escondido debajo del sofá.
–¿Debajo del sofá?– Dijo mirando a Sasha, que la miraba con ojos de cachorrito.– Pero mira que eres... Están completamente destrozadas.
–¿Y que vas a hacer con ellas?
–Reciclar.– Dijo dejando la caja a un lado.– Tengo dos pares sueltos, no voy a tirarlos.– Lexie se quedó callada rizándose su pelo rubio con el dedo. Ethan la miró y frunció un poco el ceño.– ¿Qué haces?
–Nada.
–Lex...
–¿Estas muy enfadado con papá?– Ethan suspiró y echó la cabeza hacia atrás.
–No. Solo... es que a veces papá se pone muy estricto.
–Pero solo contigo.
–Ya. No sabes la suerte que tienes. Eres la niña de sus ojos. Aprovéchalo.– Le revolvió el pelo.– Y ahora vete a la cama. Mañana madrugamos.
–No tengo sueño.
–Venga, hermanita. No me seas cuentista.– Dijo acompañándola a su cuarto y después volvió al suyo, donde Sasha seguía tumbada en su cama mirándole como si le estuviera pidiendo perdón por lo de más zapatillas.
–¿Y tu que miras, reina?– Dijo acariciándole la cabeza.– Te quiero demasiado como para enfadar contigo.– Le dijo con una sonrisa mientras se metía a la cama.
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100%
Science FictionSe dice que los humanos solo utilizamos el 10% de nuestra capacidad cerebral. Mucha gente se preguntaría como sería usar el 100%, pero Ethan Monroe no, y eso bastaba para desarrollar su cerebro hasta niveles inimaginables.