Capítulo 8

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Cory abrió la puerta de su despacho para dejar salir a Ethan. Vera estaba en el pasillo aún hablando. Le recordaba a una especie de Lara Corft.

Le llevó a otra planta donde habían un pasillo larguísimo lleno de puertas. Ethan pensó cuantas plantas tendría aquel edificio, cuantas de ellas serían habitaciones para gente como él, cuantas serían clases, cuantas laboratorios... La cabeza le iba a explotar.

Cory le llevó hasta una puerta al otro lado del pasillo, tocó un par de veces y después abrió la puerta. Dentro, Ethan vio que era como un cuarto compartido de universidad. Dos camas, dos escritorios, dos armarios, aunque uno de los lados estaba más personalizado que el otro. En la parte izquierda de la habitación, había un chico asiático leyendo un libro.

–Hola Cory.– Dijo algo sorprendido.

–Terence, tengo un nuevo compañero para ti.– Se apartó para que pudiera ver a Ethan.– Acaba de llegar, y tengo que buscar toda la información que pueda sobre él. ¿Podrías introducirle un poco en todo esto?

–Si, vale.

Cory se marchó dejando a Ethan allí, con aquel chico que no conocía de nada y que además, leía un libro en alemán.

–¿Piensas quedarte en la puerta todo el día?

–No, yo eh...

–Tu lado de la habitación es la derecha.– Dijo dejando el libro a un lado y acercándose a él.– Soy Terence.

–Ethan.

–¿Eres de aquí?

–Si. ¿Por qué no iba a serlo?

–Oh, es que aquí puedes encontrarte de todo. Yo soy de Seoul, y mi antiguo compañero, Kalil Ehrlij, era de Israel. El muy imbécil me tenía todo el día muerto de miedo.

–¿Por qué?

–Era un prodigio con los ordenadores. Programas hasta con los ojos cerrados. Construyó un dron con bolígrafos.

–Que pasada.

–Si, menos mal que nunca fabricó una bomba.

–Ah...

–Bueno, ¿y tu que sabes hacer?

–¿Hacer de que?

–¿Qué se te da bien? Yo hablo todos los idiomas.

–¿Todos?– Dijo Ethan sorprendido y Terence sonrió orgulloso.

Bilkula.

–¿Eso era...?

–Nepalí. ¿Por qué no me cuentas por qué has acabado aquí?

Terence parecía simpático. Se sentaron cada uno en su respectiva cama y Ethan empezó a contarle todo. Al principio, no se dio cuenta de lo agobiante que había sido todo para él. Esa misma mañana estaba desayunando en casa con sus padres y Lexie y ahora estaba en un edificio de superdotados en el centro de Los Ángeles. Se sentía como si fuera a explotar y de repente le entraron ganas de gritar.

–Espera, espera, espera.– Dijo Terence de repente.– ¿Tienes dieciocho años?

–Si. ¿Cuantos tienes tu?

–22.

–¿Veinti...? Dios, no los aparentas.

–Gracias.– Antes de que Terence pudiera decir algo más, la puerta se abrió y Vera apareció.

–Eh, hola.

Ciao, bella.– Dijo Terence riéndose.

–Ya, oye Ethan, ¿puedo hablar contigo un momento?

Ethan asintió y después se levantó para hablar con Vera. Ella le hizo un gesto con la cabeza y salieron al pasillo para hablar tranquilos.

–Oye, solo quería decirte que... Bueno, presentarme oficialmente y eso.– Extendió la mano hacia él.– Soy Vera.

–Ethan.

Él estrechó la mano con la de ella y después le giró el antebrazo para verle mejor el tatuaje.

–Mola mucho.

–Gracias. Me lo hice hace tiempo.

–¿Quiere decir algo?

–No exactamente.– Vera suspiró.– Espero que no te enfades por haberte traído aquí sin ni siquiera preguntarte, pero si al menos tienes un buen cerebro, este es tu lugar.

–No, no pasa nada. Pero... es que todo va tan rápido que apenas me da tiempo a asimilarlo.

–No te preocupes. Todo saldrá bien.

–Eso dice Cory.

–Ya verás como si.– Verá sonrió.

–¿Sabes si voy a quedarme aquí para siempre?

–Ni idea. Primero tienen que hacerte las pruebas y después veremos como de inteligente eres. Tienes la ventaja de vivir cerca, cosa que podría venirte bien, pero si realmente eres el 100%...

–¿Cuántas probabilidades tengo de serlo?– Vera se puso seria, como si serlo fuera malo. Pero antes de que ella pudiera contestarle, Terence abrió la puerta.

–La cena se servirá enseguida, novato. Y además, quiero presentarte a un amigo. Ven conmigo.

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