06

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Terminamos de comer y le guardo un plato a papá, son las 12:22am… Hoy me caso.

Mi teléfono sonó, es papá.

—Cariño, me quedaré a dormir fuera.

—¿Por qué?

—Cosas de trabajo, tal vez llegue a las… una y media.

—¿Estarás aquí para…?

—¡Sí! No te preocupes por eso… Cariño, tengo que colgar.

Fin de la llamada, dejo escapar un suspiro.

—¿Qué pasa? —pregunta Eli.

—Papá no vendrá hasta en la tarde —contesté como si no me importara.

—¡Armemos tus maletas! —exclamó cambiando de tema como por quinta vez en la noche.

—Vamos —me levanté del sofá.

—Las acompaño —dijo Set siguiéndonos.

Set está dormido en mi cama, Eli se fue a dormir y yo aquí que no puedo, ¿por qué?... Primero, estoy lo suficientemente nerviosa como para no dormir; segundo, Set está durmiendo en mi cama. No obstante, bien podría dormir en la sala, pero lo más probable sería que me enfermaría por el frío, con Eli tampoco porque la cama es demasiado pequeña y me temo que papá deja su cuarto cerrado con llave.

Iba a coger el teléfono de la mesita de noche cuando siento una mano alrededor de mi brazo. Intento zafarme, pero aun estando medio dormido es más fuerte que yo.

—Duérmete, no querrás tener ojeras —estaba medio dormido.

—¿Cuál es tu mayor defecto? —pregunto de la nada, en un intento para que me soltara, pero lo único que consigo es ser arrastrada a la cama junto a él.

—No me gusta conocer gente —probablemente no es consciente de lo que dice.

—Del uno al diez, ¿qué tanto quieres casarte conmigo? —aprovecho la ocasión, podría escapar, podría irme con Eli a algún lugar lejano.

—Siete —me enrolla con sus brazos. Es un número alto para lo que me esperaba… No puedo huir, soy una cobarde, terminaría volviendo a casa.

—¿Por qué? —pregunto dándome la espalda para más comodidad pero aún sin soltar mi brazo.

—Eres… ¿bonita?, pareces calmada… y… tu personalidad… —se durmió.

Una parte de mí dice que tengo que irme, solo dejar este lugar y desaparecer, en cambio la otra que no puedo dejar a papá, no puedo alejarme de lo poco que me queda, que quizá no sea tan malo como lo pinta mi cabeza.

No puedo dormir…, ¿por qué no puedo dormir…?, ¿por qué la oscuridad es oscura…?, ¿por qué el planeta se llama así si es redondo…?, ¿cuántas estrellas hay en el universo? Es típico de mí ser distraída, es algo bueno a veces cuando quiero escapar de mi propia mente.

Tomó el celular de la mesita de noche… 4:39am y yo no he dormido. Me giro.

—Set... —si yo no puedo dormir, él tampoco lo hará—, no puedo dormir —se removió. Se puso boca arriba.

—Set… —dije tocando su brazo. ¡No lo despiertes estúpida! Reacciono muy tarde.

—¿Eh? —tiene voz de niño recién levantado.

—No puedo dormir —dije sentándome en la cama, con obvias intenciones de ir a la sala.

—Ven aquí —extendió el brazo.

—No voy a…

—Solo ven aquí —me jaló.

Quedamos muy juntos. Es cálido, aunque no creo que eso sea suficiente.

Me duermo.

—Cora… —escucho a lo lejos—, Cora, despierta —ahora más claro.

—¿Eh? Quiero dormir —protesto, no reconozco la voz.

—Ya dormiste las ocho horas necesarias para descansar bien.

—No importa —me acomodé en las sábanas.

Sentí una presión en los labios… Set, lo había olvidado por completo.

—Despierta, bella durmiente —dice con un tono divertido.

—No hagas eso —agacho la cabeza, refiriéndome al beso.

—El almuerzo está servido.

—¿Almuerzo?, ¿qué hora es?

—12:40pm —dijo levantándome por los brazos. —Además, creo que tu amiga quiere alistarte.

—¿Llegó papá? —bostezo.

—Dijo que estaba en camino.

Me levanto de la cama y salgo a la cocina.

—Me iré a casa, nos vemos —deja un corto beso.

—No puedo creer que te cases…, aunque no son las condiciones que había imaginado —dijo Eli entrando a la cocina.

—Ni yo —admití comenzando a comer.

—¿Qué quieres que haga?

—¿A qué te refieres?

—A tu cabello —dijo poniendo sus manos en la cintura como si fuera obvio.

—¿Qué quieres hacer con él? —pregunté asustada.

—Darle vida.

—¡Me encanta! —chillé de emoción.

—Obvio que sí —dijo orgullosa.

Se escucha la puerta abrirse.

—Hola, Eli —dijo mi papá saludándola. —Cora, ¿podemos hablar? —me preguntó y me levanté del sofá.

Lo seguí hasta las únicas escaleras… El ático. Subimos.

Muchas cosas de mi padre, cajas cubiertas de polvo y algunas cosas cubiertas con sábanas desgastadas, parecían transparentes.

—Pero antes de dártelo, te contaré la historia de cómo nos conocimos tu madre y yo —sus manos se deslizaban ágilmente dentro de una caja. —Fue en el noventa y dos, ella estaba a punto de ser asesinada en un callejón, no la conocía de nada, pero algo me decía que debía hacer algo. Tenía casi la misma edad que tú, un poco más, le disparé al hombre, podría decir que lo maté, pero no lo sé —mi sangre se heló… Papá también es un asesino. —Estaba herida… Pasó tiempo y pasó lo mismo, pero al revés —fruncí el ceño. —Para ese entonces, yo tenía muchos enemigos, lo hizo con la misma arma, ella le dio… en la mitad de la frente —quiero vomitar, mi corazón está a mil. —Fue la primera y única vez que tu madre mató a alguien.

—¿Por qué me lo cuentas? —siento leves palpitaciones en mi cabeza.

—Tu regalo de bodas —me entregó un maletín negro, lo abro rápidamente y me encuentro con el arma. —Yo… para mí esta cosa o bueno, para mí esto es casi una reliquia, debido a que vale mucho —dijo soltando una risa nerviosa, casi nunca mi padre se pone nervioso. —Es el arma que un día empuñó tu madre —dijo soltando un suspiro: papá amaba a mi madre y aceptó el divorcio para protegerla, pero sus sentimientos nunca murieron. —Espero que no tengas necesidad de usarla —papá habla de ella como si fuera poesía, es una lástima que ella ya no esté.

Cierro el maletín y abrazo a papá muy fuerte, quizá esto es una de las cosas más significativa que tiene mi padre y no lo despreciaré.

—Gracias —es lo único que sale de mis labios, aunque no me siento atraída por el regalo.

—Sé que no es lo mejor que te pude dar.

—Está bien —dije apartándome de él. —Será mejor que te arregles, ¿a qué hora es?

—Tres y media —contesto y bajé las escaleras.

1079 palabras.

Casada con el asesino de mi madreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora