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Suelto un sollozo mientras mis lágrimas bajan por mis mejillas, Set me envuelve en sus brazos, no quiero que lo haga, no quiero que me abrace. Es tan triste, él lo espero siempre.

—Él lo sabía, le dio la pelota y el estúpido no jugó con él —dije entre llantos. Set parecía muy tranquilo, pero su respiración es un poco irregular… Quién lo diría, dentro de un asesino hay un corazón que se pone triste cuando un perro muere.

—¿No ibas a ir a comprar con tu amiga? —me atrajo hacia él y comenzó a besarme, mis músculos se relajaron, pasó su mano por mi cintura hasta mi espalda baja.

—Sí —me separé de él. —Iré a despertarla —deja un último beso.

Toqué la puerta de Eli.

—Estaba esperando —la abrió. —¿Tienes tarjeta o efectivo? —me sigue hasta mi habitación.

—Efectivo… ¿Cuánto crees que gastemos? —pregunto con media sonrisa recordando los setenta mil dólares.

—No lo sé, ¿mucho? —suelta una risita. Entramos.

—¿Crees que esto es suficiente? —inquiero sacando unos dos mil dólares de dónde estaba el dinero.

—Eso es perfecto.

Al final compramos más ropa de la que debíamos y por culpa de Eli ahora tengo cinco pares de ropa interior con encaje y dos pijamas “sexis”. Mi vestido de “novia” es:

 Mi vestido de “novia” es:

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—Deberíamos volver ya —la apuré—, van a ser las diez.

—Bien, busquemos el auto —agarró las bolsas.

Salimos de la multitud y llegamos donde había dejado el auto.

Llegamos a casa y son las 10:58 pm. Siendo sincera, no sé quién va a abrir esta vez. Toco la puerta y no me sorprendo al recibir un beso de bienvenida.

—Demoraron más de lo que pensé —dijo dándonos paso. —Quiero hablar contigo —me jaló del brazo.

—Bien. Eli deja las cosas en mi habitación —ella solo asiente.

—Papá dejó nuestro regalo de bodas —dijo dándome un papel.

—¿Qué es esto? —le di una mirada al objeto.

—Mi padre nos regaló un departamento —estiró los labios hasta formar media sonrisa.

—¿Estás hablando en serio? —no había pensado que viviría con él, la idea me eriza los bellos de la espalda y definitivamente no de una buena manera.

—Muy en serio —dejó otro beso en mis labios.

—Prepararé algo de comida —caminé hacia la cocina, temiendo su tacto, pero me detuvo agarrando del brazo.

Casada con el asesino de mi madreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora