Set
Han pasado un par de días luego de la pequeña excursión con Cora, creo que la pasó bien porque no me ha dicho lo contrario. Estoy en el balcón fumando un cigarrillo cuando siento un estropicio a mis espaldas, volteo y me encuentro con la mirada de Cora, pero está es diferente, no tiene su brillo, es una mirada vacía, sin ningún tipo de emoción aparte del odio. Ella cerró la puerta del balcón. Trae un cuchillo, se ve aterradora, es como si todo lo que yo he estado viendo se desvaneciera frente mío, la dulce Cora no está y fue remplazada por una especie de animal cediendo de venganza.
—¿Cora?
—¡Cállate! —exclama mientras le pone seguro a la puerta.
—¿Qué te sucede? —pregunto sereno, no recibo una respuesta por su parte. —Abre la puerta, Cora, hablemos dentro —digo calmadamente acercándome a la puerta.
—¡Tú y yo no tenemos nada de que hablar! —da un paso hacia atrás: quiere escapar, se comporta como un animal a punto de escapar.
—Vamos, Cora. Ábreme y hablemos tranquilamente en la sala, no me acercaré a ti si quieres —pido tocando el vidrio de la ventana.
—Tú mataste a mi mamá, me obligaron a casarme contigo y me siento feliz de estar aquí, ¡soy una maldita egoísta! ¿Cómo puedo disfrutar estar aquí? —sus ojos comienzan a enrojecerse.
—No eres egoísta, eres optimista, ves el lado bueno de las cosas, es todo —ella parece reflexionar un instante.
—Mientes —apunta el cuchillo hacia ella misma. Me altero al instante. —Soy una egoísta, ¿¡cómo carajos alguien disfruta estar con un asesino!? —se acerca más el cuchillo.
—Cora, ábreme ahora —le ordeno. —Aléjate de ese cuchillo en este instante —digo y ella estalla en llanto.
—¿¡Cómo ni siquiera puedo pensar en asesinarte!? —chilla y cae de rodillas.
—Está bien. Solo abre, ¿sí? —golpeo ligeramente el vidrio. Ella está mal. Sus ojos vuelven a su brillo natural, no por el llanto, quizá porque se dio cuenta de lo que estaba haciendo. Se levanta con dificultad y tira el cuchillo a un lado, se acerca a mí, me mira con culpabilidad.
—Ábreme —susurro, dudo que lo escuche. Mi corazón esta a mil por hora.
Ella agarra la manija de la ventana, la abre y solloza.
—Lo siento —dice mirando el suelo.
—Tenemos que hablar de esto —apoyo mi mano en sus hombros, ella solo asiente. Camino junto a ella hasta el sofá de la sala, me siento a su lado, mi ceño fruncido demuestra mi clara confusión.
—Yo… En serio, lo siento —dice mirándome con los ojos llorosos.
—¿Qué fue eso? —pregunto con calma, relajando mis gestos.
—Solo —sabe que no puede mentir— es… Son ataques de ansiedad —declara mirando el techo. No creo que solo sean ataques de ansiedad, pero no me hace falta saber cuál es la causa, es algo que se ve desde lejos. —Se han hecho más constantes desde que todo esto inicio —dice señalando a su alrededor. No puedo evitar sentirme algo culpable. Cora no debería sufrir por estas cosas de las cuales no tiene culpa. Pero hay un mal en el mundo, uno del que no es fácil de protegerse.
—Yo… no tenía ni idea. Si lo hubiera sabido... —ella no me deja terminar.
—No, esto solo es algo normal, después de lo de mi mamá… todo ha sido difícil; soy un mucho más sensible de lo que era antes, pero no al punto de ser extremadamente sensible y… eso conlleva a los ataques.
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Casada con el asesino de mi madre
Teen Fiction.. Cora vive la peor experiencia de su vida: la muerte de su madre. Como si las cosas no pudieran ser peor, se ve obligada a casarse con el hombre que la mató y no solo a su madre, sino también a gran parte de ella. Y lo peor es que ese hombre no fu...