07

3.1K 156 1
                                    

—¡Terminé! —dijo Eli bajando la máscara de pestañas, a lo que me exalté.

—¿Qué hora es? —pregunto amarrando las botas.

—Tres en punto, deberíamos irnos ya.

Suelto un suspiro, es la hora.

Entramos a una sala de juzgado, ahí se encontraba Sack, Set, una chica, una mujer un poco mayor y un hombre de edad avanzada, seguramente el hombre a quien la ley le da el poder para unir a las personas en matrimonio. Me siento al lado de Set, frente a una mesa en donde estaba dicho hombre, apenas me senté este empezó a hablar, no le presto mucha atención. Reacciono cuando escucho mi nombre.

—¿Aceptas? —tenía la mirada cansada, como si hubiera dicho esto tantas veces, como si las palabras no tuvieran significado alguno para él.

—Acepto —las palabras salen, sin ningún sentimiento real y sin algún tipo de entusiasmo.

Luego le hizo la misma pregunta a Set, él aceptó, a pesar que tampoco deseaba esto. El hombre me puso a firmar unos documentos y a dibujar mi huella, lo mismo hizo con Set, por un momento pensé que él no lo haría, mis ojos se iluminaron en ese momento, pero dejaron de hacerlo cuando tomó el bolígrafo y rayó la hoja con su firma.

—Por el poder que me otorga la ley, yo los declaro marido y mujer. Señor, puede besar a la novia —dijo el hombre con una sonrisa forzada, luego sentí la presión en mis labios que cerraba el trato, supongo que no hay marcha atrás.

Todos vamos en una minivan blanca de la cual desconozco el modelo. Eli conversa divertidamente con mi padre en la parte delantera del auto. Yo estoy en la segunda fila, Set a mi izquierda y la chica que por su apariencia juro que es la hermana de Set está a mi derecha, detrás de nosotros está Sack con quien parece ser su esposa… Conversan de una manera algo incómoda para los demás.

—Quiero saber cosas sobre ti —es la chica que probablemente es de la misma edad que yo.

—¿Qué quieres saber? —suspiro.

—¿Cuántos años tienes?, ¿estudias o trabajas?, ¿tienes alguna habilidad?, ¿libros o cine? - hace las preguntas de una sola bocanada de aire.

—Veintiuno, por el momento ninguno, en realidad soy bastante normal, pero puedo ponerme en puntas y prefiero los libros, pero siempre disfruto una buena tarde de películas —intento tener su mismo nivel de velocidad.

—Perfecto —volvió a su teléfono... Extraño.

Eli intenta sacarme conversación, sin embargo, en la parte de atrás están casi invitándose a tener sexo. Hago lo posible para no parecer tan incómoda.

—Llegamos —dijo papá deteniendo el auto. Es un restaurante muy bonito llamado Luz en Noche. Papá y Sack se adelantan, primero sale Eli, luego la probablemente hermana de Set, luego Cristina quien es la madre de Set, yo y por último Set.

Mientras unos meseros nos ubican, les voy describiendo el restaurante: un poco rustico, pero elegante, mesas aparentemente de madera, lámparas que caen del techo que hacen honor a su nombre, paredes de ladrillo pintado de blanco y ventanas muy grandes, por lo que el lugar lucía más elegante y luminoso. Nos dieron una mesa más grande que la del resto. Nos sentamos de tal forma que mi padre y el de Set se sentaron en cada extremo de la mesa, Cristina al lado derecho de Sack y a su lado la chica, entre ella y mi padre hay un asiento vacío, no puedo evitar imaginar a mi madre sentada ahí, al lado de mi padre está Eli, luego yo y a mi lado Set, quedando al lado izquierdo de su padre.

—El menú —dice un camarero.

No sé qué comí, solo sé que estuvo delicioso, algo salado con regusto dulce sin duda, pero no sé exactamente qué. Ahora estamos en el postre y apenas son las 5:20 pm.

—Así que…, esposa, ¿qué deseas para la noche de bodas? —dijo susurrando a mi oreja… El miedo está en mi espina dorsal.

—¿Tú en serio vas a…? —susurro preocupada y triste.

—Del uno al diez, ¿cuánto lo quieres? —baja más la voz.

—Uno —dije tragando.

—Entonces no te tocaré más de lo habitual.

—Gracias —me siento aliviada, con una sonrisa en mi cara… Aunque, no debería de estarlo, ¿verdad?

—Pero ten por seguro que no descansarás mucho —dijo con una sonrisa juguetona en sus labios. Se aleja un poco de mí para comenzar a comer lo que sea de la extraña cosa que está en su plato.

—Acompáñame al baño —dice Eli de repente tomando de mi mano.

—¿Estás bien…? —pregunto extrañada mientras caminamos hacia el baño.

—Quiero decirte algo —sacó un papel de su sostén cuando pasamos por las puertas del baño para damas.

—Has sido mi amiga desde que tengo memoria, no sé qué habría hecho sin ti. Cuando Daniel Hamington se burlaba de mí, creo que es la única vez que te he visto pelear. Cuando mi primera tortuga murió, superaste la etapa de emo conmigo —dejó de leer el papel. Eli es muy cursi, siempre lo ha sido, pero me sorprende que no haya compartido su discurso con toda la mesa. —Gracias por estar conmigo cada momento que te necesité —me envolvió en un abrazo fuerte. —Perdóname por no impedir tu boda —dijo soltándome un poco—, sé que no te querías casar y aun así te hice jugar eso y te di una despedida de soltera. Soy una mala amiga, no te merezco, eres demasiado buena para mí —suelta todo rápidamente, enredándose con las palabras.

—No digas eso —dije callándola. —Sé que lo hiciste con buenas intenciones, eres una buena amiga —la regaño, tomándola por los hombros.

—No mientas —dice con los ojos empañados.

—No miento —aseguro con un tono firme. —Ahora, arréglate la pestañina y volvamos al postre —digo volteándola al espejo.

—¿En serio soy buena amiga? —dice al borde del llanto.

—Sí, lo eres —dije y comenzó a arreglarse el maquillaje.

—¡Prométeme que no dejaras que él te toque! —ay, Eli. Agachó mi cabeza… No puedo.

Se acerca el momento de irnos, me despido de mi padre.

—Tus maletas están en el auto —dice papá. Creo que a él tampoco le fascina la idea de la noche de bodas o la luna de miel.

—Adiós, pá —digo abrazándolo. Son las 6:40 pm.

—Eli empacó una mini maleta llena de toda clase de medicamentos dentro de la maleta roja, ahí está mi regalo de bodas.

—Lo sé —me separé de ella para subirme a una camioneta negra, estacionada al frente del restaurante, me subo en la parte de copiloto, Set conduce.

—¿La chica… es tu hermana? —me animo a preguntar.

—Melliza, sí, se llama Laila —dice despegando la vista de la carretera un momento. —Es una pequeña delincuente —suelta una pequeña risita— y una inmadura, sobre todo —gira el volante.

—Nunca te he preguntado cuántos años tienes —digo recordando las veces que supuse su edad.

—21, 22 en tres meses y ¿tú?

—22 el otro año —contesto mirando por la ventana, el aire acondicionado está encendido lo que hace que mi nariz y pómulos se vuelvan un poco rojos, Set parece no notarlo.

—¿Trabajas? —pongo las manos en mi regazo.

—Con mi padre de jueves por la mañana hasta sábados por la noche, pero estoy de vacaciones. Y ¿a qué te dedicas en tu tiempo libre?

—Estaba pensando en hacer una carrera o algún deporte —digo un poco entusiasmada.

—¿Cuál carrera? —frena por el semáforo.

—Diseño gráfico o algo del estilo.

—Interesante —su tono muestra algo de interés.

1257 palabras.

Casada con el asesino de mi madreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora