1

1.8K 68 2
                                    

Oscuridad.

Eso es todo lo que veo.

Estoy consiente de que me encuentro acostada pero no logro tomar el control de mi cuerpo. El no poder abrir mis ojos empieza a desesperarme.

Suelto un gruñido.

Con todas mis fuerzas logro abrir mis ojos pero vuelvo a cerrarlos, una potente luz me da de lleno en el rostro. Cuando me siento preparada giro mi cabeza y los abro de nuevo. Estoy en una habitación de color blanco, en una esquina hay un pequeño sofá del mismo tono y un triste cuadro haciendo el vago intento de alegrar el ambiente.

La puerta se abre dejando ver a una enfermera, ¿eso es? ¿estoy en un hospital? La chica es de tez trigueña y sujeta una carpeta, alrededor de su cuello cuelga un aparato médico incapás de reconocer.

―¿Dónde estoy?―la vos me sale rasposa, cómo si llevara años sin articular una palabra.

La enfermera levanta la cabeza y me mira, enseguida formula una sonrisa brillante.―Me alegro que haya despertado, Denvers.

―¿Dónde estoy?―repito apretando los ojos para pasar el mareo.

―Está usted en la enfermería del Internado Saint Mary, en Inglaterra.―hace una pausa―No te preocupes, te va a encantar este lugar. Mi nombre es Wey.

¿Internado? ¿Pero qué mierda hago yo aquí?

No.

Aiden.

Meneo mi cabeza de un lado a otro e intento ponerme de pie ignorando el dolor de mis huesos. Debo buscarlo, tengo que saber si está bien después de todo.

―¿Que hace joven?―la enfermera deja la carpeta en una bandeja de metal sobre una mesita e intenta hacer que me acueste―Debe reposar.

Sigo negando aunque cada ves tengo menos fuerzas.―No lo entiendes.―siento mis ojos llenarse de lágrimas ―Tengo que salir de aquí. Yo estaba con un chico, debo verlo.

―Acuestese, dentro de poco vendrá el doctor a hacerle unos análisis.

―¡No!―pataleo.

Quizá los gritos o el sonido de la pequeña maquina conectada a mi, que va cada ves más rápido fueron los que alertaron al que imagino es el doctor ya que entra casi corriendo a la habitación.

―¿Qué sucede aquí?―se acerca con una jeringa.

―¡Aiden!―comienzo a llorar sin ningun motivo, debo verlo.

Él me salvó. Necesito saber si está bien.

―¡Porfavor!―les ruego en un mar de lágrimas.

No se si es por llorar, o por el líquido que me inyectaron pero se me estaba haciendo difícil respirar. Miles de manchas negras se instalan en mi vista haciendo todo lo demás borroso.

―Está teniendo un ataque de pánico. ―escucho que dice el doctor―Traigan un tranquilizante. ¡Ahora!

Sigo negando con la cabeza he intentando inútilmente safarme de sus brazos, la presión que ejercían sobre mi empezaba a dolerme. Nisiquiera había notado los múltiples moretones en mi cuerpo.

―Se los ruego...―sollozo sin pudor alguno―Necesito verlo, porfavor.

Mi garganta sigue murmurando cosas hasta que ya no puede más, siento como un líquido caliente corre por mis venas adormeciendo mis músculos. Dejo caer mis párpados, mis ganas de salir de aquí y todo lo demás, entonces sin darme cuenta, ya estaba en la completa oscuridad otra ves.

Tú (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora