Memorias perdidas de Aiden.

815 54 4
                                    

–Déjame adivinar.–dice Aiden acostado mirando el mugroso techo–Otro intento fallido.

Lourien gruñe.

–No te burles. Algún día voy a salir de aquí por mis propios méritos.

–Ajá. No lo dudo.

–¡Aish! Pensé que confiabas en mi después de todo el tiempo que hemos sido compañeros.

–No se trata de confianza, se trata de valor.

Lourien frunce las cejas.

–¿De que mierda hablas? ¿Que tu crees que tengo yo como para seguir intentando e intentando salir de aquí? Si hablas de valor, a mi me sobra.

–No lo dudo.–de nuevo con las respuestas sarcásticas.

–Todavía estoy joven, ¿sabes? Bastante como para dejarme pudrir en un lugar como este. Es injusto que lo haya echado todo a perder por lo mejor que tengo.–se señala la cabeza.

Aiden casi sonríe.

–Tu madre dió a luz a un genio.

Se encoge de hombros.

–No creo que le haya importado.

–Y a un egocéntrico a veces pero eso ya es aparte.–deduce en voz alta–Y podemos decir que un poco inmaduro también...

Lourien rueda los ojos.

–¡Déjate de cosas!

Hay un momento de silencio y cuando Aiden voltea su rostro a verlo tenía algunos golpes en el rostro.

Las pandillas se lo gozaban con Lourien y aunque él sabía arreglárselas solo en una situación de diez contra uno no es favorable para nadie.

–¿Otra ves la pandilla de Rocket?

Afirme sin decir nada.

–¿Porqué no me dijiste nada? Debiste avisarme.

–Siempre me has dicho que busque respeto por mi cuenta, que te deje fuera de mis asuntos.–le recuerda.

Claro...

Había pasado tanto tiempo con este niño que le había tomado cariño casi olvidando todas las cosas que dijo para mantener distancia las primeras veces que se conocieron.

–La próxima me avisas.

Lourien lo mira con sorpresa y luego formula una sonrisa.

–¿Acaso ese pecho frío se está ablandando?

Aiden lo mira por unos segundos que para él fueron eternos. Ese rostro de adolescente testarudo le recuerda mucho a Thalia y como no se rinde cuando quiere algo.

Había pasado mucho tiempo con el chico y le había tomado mucho aprecio.

–Acepto que me he encariñado un poco.

Lourien pone cara de asco.

–Ni que fuera perro.

–Es lo mejor que te puedo dar por ahora.–dice Aiden y se sienta en la cama.

Repasa una ves más las contusiones en su rostro y la ceja herida pero que ya en la enfermería se un hecho cargo.

Se pone de pie.

–Ven aquí.

–¿Que?

–Ven. Si aceptaste el trato tienes que saber defenderte, normalmente cuando una oferta así aparece es porque tienen a alguien en mente para que te enfrentes.

El chico más joven se pone de pie.

–No puedo estar contigo a cada segundo cuando salgamos de aquí por lo que te voy a enseñar a defenderte.

Lourien se acerca ya que había pedido por esto muchas veces y Aiden todas las veces dijo que no. Levanta sus puños pero luego parece darse cuenta de algo.

–Espera... ¿Salgamos?

–Vamos.–le hace una seña para que se acerque–Atácame.

No había mucho espacio en esa celda doble ya que las dos camas aunque fueran extremadamente pequeñas tomaban mucho espacio. Sin contar el pequeño enjuaga manos al lado del inodoro.

–¿Aceptaste el trato también?

Aiden lanza un golpe que apenas y el otro pudo esquivarlo.

–¡Wow...! Quieto tigre.–lo mira a los ojos–Aceptaste, ¿cierto?

Una sonrisa de medio lado aparece en sus labios.

–Tenías razón, tengo personas allá fuera esperándome.

Lourien asiente con la cabeza.

–Bueno... siempre puedes aceptar que aceptaste porque no puedes estar sin mi.

Aiden rueda los ojos.

–Vamos, atácame.–dice con una sonrisa.

***

Tú (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora