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Min Yoongi

La primera vez que pensé en una boda fue a los seis años. Hablaron de eso en mi clase del medio día, justo después de haber aprendido detalladamente sobre las jerarquías, me dijeron que, al ser un príncipe [y el mayor] me convertiría después en un rey, cuando llevara al altar a una persona que quisiera como acompañante eterno, describieron las tradiciones que tenía nuestra cultura y sonaba bien, me hizo centrar mi atención completa durante su larga explicación.

Al día siguiente le conté a mi mejor amigo como imaginaba mi boda, el número de invitados e incluso la descripción de una muchacha linda; una combinación de varias pequeñas princesas que alguna vez ví. Mi amigo hizo una cara seria, creí haber sido ridículo, pero él me dijo que en mi plan no había especificado su lugar, y que entonces no sería una verdadera celebración. Así que lo añadí, en el tercer asiento de la primera fila del magnífico e infantil evento de mi mente.

En mi plan, el día de la boda despertaría con un beso en mis mejillas [en los labios no, porqué eso era cosa de adultos] y un calor agradable sobre mi piel, tendría tiempo para frotar mis ojos y reír bajito con el corazón lleno de lo creía que era amor. Pero la realidad fue, por mucho, diferente.

El sol tardaría horas en iluminar el cielo, mi humor era una mierda, porqué perturbaron mis sagradas horas de sueño, el traje era horrible y me sentía incapaz de hacer protesta alguna, los sirvientes se disculpaban por los jalones al intentar vestir mi cuerpo rígido y, evidentemente indispuesto, en medio de la luz de las velas y la prisa de la madrugada. Me preguntaba si todo eso realmente iba a suceder, tuve la vaga esperanza de encontrarme con mis padres sonriendo antes de decirme que todo era mentira y solo fue para aprender una lección, pero sabía que no sería así.

¿Conocen ese sentimiento de nerviosismo y emoción que te recorre el cuerpo antes de ver a la persona que amas preparada para casarse contigo? ¿Sí? ¿No? Daba igual, porqué eso no era lo que sentía, no me latía el corazón con fervor ni me temblaban las piernas por la euforia, solo fruncía mis cejas por el enojo, me dolía el estómago por el miedo y la rabia, con una pizca de desesperación, me perforaba las sienes en un agudo dolor de cabeza.

Sobre todo, más allá de las ansias de escapar y la angustia mortal, me sentía incapaz, incapaz de enfrentar la gestión y responsabilidad de un reino entero de pronto, de cientos y cientos de personas confiando en mi decisión. No creía poder convivir con un desconocido humano que invadía mi espacio, mi hogar y mis planes.

"Es hora, príncipe." me dijo una sirviente, y no pude hacer nada más que asentir.

Quería irme lejos, esconderme debajo de mis sábanas o ahogarme en un mar hecho de vino, quería volver a ser ese príncipe que regresaba al castillo riendo mientras intentaba cordinar sus pasos, aquel que, de vez en vez, disfrutaba de despertar junto a chicas lindas y saborear en labios ajenos el éxtasis de la noche anterior.

Estaba allí, no supe cómo ni cuando, pero estaba de pie en la mitad de un bello lugar, un techo de mármol sobre mi cabeza y cuatro pilares cubiertos en enredaderas de rosas, con un piso frío y pulcro, hecho de algún material impecable y blanco. Era tan hermoso como un cuadro que describe el paraíso después de la muerte, pero por desgracia el único defecto era que seguía vivo y que podía ver enfrente de mí a los muchos invitados, entre ellos mi mejor amigo.

Su rostro era...peculiar, estaba bien vestido y seguramente enamoró a un par con sus bonitas facciones mientras duró la ceremonia, pero tenía esa expresión, esa que harías si tu amigo más cercano [que conoces desde siempre] contrae matrimonio de la nada, sin previo aviso a pesar de que nueve días antes tuvieron una larga charla a cerca de la vida, sí, sólo de esa manera podría describir el impacto en la cara de príncipe Kim.

❛Príncipe❜ #2 ❝Distinto❞ [YOONMIN] [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora