diecisiete*

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NARRADOR.

Min Jimin había llegado al mundo en otoño, sobre sí, antes que la luz del sol, cayeron cuidados, títulos, futuros y responsabilidades únicas, fue nacido príncipe y fue tratado como tal. Le llenaron de prendas hechas a medida, de respeto que jamás tuvo que ganar y miedos que tampoco pidió.

Reinar junto a Min Yoongi también le trajo miedos, dudas, angustias y placeres que completó el día después de despertar, cuando finalmente se sintió rey, no por una corona sobre sus cabellos, un mandato pronunciado por sus labios o un pueblo fiel a su pensar, sino por la manera en la que su esposo le trató.

Le hizo creer, por un instante, que estaba hecho del más fino y delicado cristal, que era un diente de león a mitad de una ventisca, un montón de arena a punto de ser impactado por una ola. No se sintió débil o incapaz, porqué el tacto y la voz de Yoongi no parecían tener esa intención.

Lo cubría de abrigos cada vez que mencionaba la idea de tomar un paseo, le cuidaba de las bajas temperaturas nocturnas cuando lo atrapaba la noche observando el paisaje desde su balcón, le ordenó a los sirvientes cumplir con cualquiera de sus caprichos, con la rapidez que hubiera requerido una hemorragia o un desastre natural.

Entre los brazos de Min Yoongi, fue más que un rey, fue protegido, amado y mimado, fue monarca del sentir y voluntad de su esposo, fue dueño de cada segundo y de cada caricia. Ante sus ojos, cubriendo su cuerpo lentamente con prendas bordadas a mano, supo que estaba desnudo, y que no le importaba.

"¿Se ve bien?" preguntó.

"Elegante. Te queda perfecto." le respondió Yoongi, con su pierna izquierda descansando sobre la derecha, con los brazos reposando sobre la silla desde donde lo observaba.

"Entonces me lo quedo." afirmó Jimin.

"De acuerdo, pero recomiendo vuelvas a tu anterior vestimenta, nos restan aún cuatro horas ¿Qué quieres hacer?" si Jimin pudiera ser completamente sincero, si pudiera dejar de avergonzarse, de sentirse fuego y ardor, en lengua y cuerpo, le diría a su esposo que lo único que deseaba hacer era permanecer atado a él, de tantas maneras como pudiera.

"El príncipe Seokjin me ha regalado un libro, me contó emocionado que tiene una trama bastante interesante ¿Podemos leerlo juntos?" fue lo que tuvo el valor de decir.

"Me gustaría." le sonrió.

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Las peleas entre el príncipe SeokJin y la reina YoungMi eran habituales, cotidianas, casi tan rutinarias como la comida que se servía en el desayuno, casi tan seguras como los amaneceres y casi tan graves como un rayo impactando sobre un árbol. Los motivos siempre variaban, algunas veces era por los comportamientos desafiantes y rebeldes del príncipe, entre gritos que pronunciaban insultos que nadie creería provenientes de los labios de un monarca, de una madre o de un hijo. Otras veces era el humor sensible de la reina y lo poco dispuesta que se encontraba a soportar el más mínimo detalle en cualquier persona.

Así que la pelea de esa mañana no sorprendió a nadie, los sirvientes prepararon el té y anticiparon el silencio para lidiar con el humor de ambos, aquellos dispensables huyeron a sus habitaciones, y Hoseok ocultó su cuerpo lo mejor que pudo en la tina de baño.

Duró menos de lo dura un atardecer en su punto más bello, solo que en ese breve lapso escuchó la voz del príncipe subiendo cada vez más de volumen, contraatacando los argumentos de la reina, quien halló manera de dejar en silencio a su hijo, después de expresar lo infantil y caprichoso que era.

❛Príncipe❜ #2 ❝Distinto❞ [YOONMIN] [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora