diez*

472 57 61
                                    

🌹🌹🌹


Dentro de ese impecable castillo pasaban muchas cosas, pero nunca se escuchaban, ni los gritos a los sirvientes, ni sus lágrimas rogando una segunda oportunidad, las discusiones detrás de las enromes puertas, o el silencio que abrumaba al príncipe SeokJin, siempre deseoso de llenar su cabeza de ruido, aunque fuera imaginario, aunque estuviera acompañado simplemente de los personajes en los libros.

Parpadeó un par de veces, se estaba llendo el día a sus espladas, el sol desaparecía a través de la ventana, y no era fánatico de leer a la luz de las velas, así que soltó su libro y este cayó en sus piernas con un ruido sordo. Sintió que por un momento su alma se había vuelto una con la de su mejor amigo, porqué comenzó a pensar en vino, y en qué, según Yoongi, el que servían en el pueblo era por mucho superior al que llegaba a los castillos.

Su boca salivó más de lo normal.

Pero levantó la mirada, suspiró, y se cansó tratando de recordar de dónde había tomado el libro, sus estanterías blancas apenas y podían con un ejemplar más, así que la ausencia de alguno era casi imperceptible, lo colocó a un lado y quiso callar su ansía de vino, que más encajaba con curiosidad, para poder esperar a la noche y escapar de su castillo. Eso estaba prohibido, entonces le gustó más la idea.

Comenzó con criticar su propia vestimenta, y si esta era adecuada para poder mezclarse entre la multitud porqué, según su progenitora, un príncipe no podía convivir siendo igual con su pueblo, pues podría ser visto como común y no lo era. Aparentemente tal hecho era el peor pecado no escrito por los dioses, y bueno, Seokjin obedecía cada que estaba de buen humor. Casi siempre estaba de mal humor.

Aún así, era parte de su rutina, no le importaba no ir al pueblo, no solía tener asuntos allí, además, no era como si se fuera casar con un simple poblador. Casi comenzó a reír ante tal idea.

"Hermano ¿Has visto a Jungkook?" se sobresaltó por un instante antes de reconocer la joven voz que le cuestionaba.

"Creo que eres el único que lo podría saber." sonrió, mirando a su hermano menor, quién reconoció de inmediato la veracidad de sus palabras, nadie tenía la menor idea de dónde estaban el par de príncipes la mayor parte del tiempo, en el castillo o el pueblo, los veías de reojo escondidos de los posibles castigos por sus travesuras.

"Es que... llevó bastante buscándolo, no sé dónde está." se escuchaba triste, Seokjin lo supo antes de siquiera mirarlo, extendió sus brazos para que Taehyung se pudiera refugiar en ellos.

"Terminará apareciendo, no te preocupes." trató de animarlo cuando finalmente lo abrazó.

"No sé puede ocultar para siempre ¿Cierto?" susurró antes de volverse progresivamente más pesado, cayó profundamente dormido en poco tiempo, era normal que los días finalizaran así, demasiado movimiento desde que iluminaba el sol.

El usual e inconfundible silencio rodeó al príncipe Seokjin, lo hizo sentir temeroso de cada una de sus respiraciones, podían ser demasiado ruidosas e interrumpir los sueños de su hermano, pero al menos estaba seguro de su temperatura, la mitad del verano aseguraba que el ocaso conservara el calor suficiente. Aún así, todo el pueblo ya esperaba ansioso el otoño y sus días menos calurosos.

Taehyung cumpliría catorce años en invierno, pero para Jin seguía siendo muy pequeño, no por su estatura o su apariencia, sino por la inocencia que veía diariamente en su mirada sonriente, por su aparente incapacidad de notar los matices oscuros de la personas o la vida, por el amor que entregaba sin dudar a cualquiera y especialmente, por la manera en la que se aferraba a él, su único hermano.

Con el dorso de su mano acarició la mejilla de su hermanito, con sus dedos despeinó sus rebeldes cabellos y la indecisión que tenía por ser liso o rizado en algunos mechones. Sonrió, y de nuevo estuvo convencido de amarlo con todo su ser.

❛Príncipe❜ #2 ❝Distinto❞ [YOONMIN] [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora