La playa es siempre un lugar para descansar del mundo atareado que rodea a la gente. Un simple día en una isla puede convertirse en una oportunidad para cruzarse frente a frente con el amor.
Pd: no se pregunten de dónde vienen mis ideas raras, ni yo lo sé.
------------
Otro día luego de la oficina, Kibum caminaba con sus pasos cansados a la estación de autobús más cercana. La cantidad de gente que se aleja de su rutina para volver a su casa es tanta que comienza a irritarse. Empujones, pequeños golpes, la sensación de sofocación le hace pensar que lo mejor sería teletransportarse hasta su cama, pero sabía que aquello era más bien un imposible. Se sube al autobús, toma la barra superior para no caerse cuando el autobús frene, y se detiene a contemplar el reflejo que le devuelve la ventana: un hombre flaco, de cabellos negros, pálido, con un rostro opaco adornado con grandes ojeras oscuras le devuelve la mirada. Analiza un poco más cada una de las partes de su cuerpo y toma una decisión: irse de vacaciones.
No espera llegar a casa para comentarle a su jefe la decisión que ha tomado. Hacía tanto tiempo que no descansaba que el hombre le preguntó si algo le ocurría. Con al excusa de visitar a una tía enferma, Kibum corta la llamada preguntándose por qué había mentido de esa forma si estaba en todo su derecho de tomarse un tiempo libre. Suspira al llegar a su casa y se instala en su computadora para poder planificar sus apresuradas vacaciones.
Entre todos los avisos que ve en una página de viajes, uno llama su atención: una isla. Kibum mira su calendario y se da cuenta de que iría en temporada baja, por lo que esperaba estar en completa soledad en el mejor de los casos. Se siente feliz con la idea de alejarse de todo el mundo por dos semanas, por lo que no pierde tiempo en comprar el boleto para embarcarse en su merecido descanso.
Nunca había preparado una valija tan rápido como aquel día. Se aseguró de llevar lo necesario y nada más. Tomó sus pertenencias, dio un último vistazo a su apartamento y salió de allí prácticamente corriendo. Al llegar al puerto, sentía que el peso de las semanas duras que había pasado se iban cayendo. Se sentó en el asiento, y se dejó arrullar por el movimiento del agua.
Ya en la isla, con sus pantalones cortos puestos, una remera de manga corta blanca y su gorro de visera, se dedicó a recorrer caminando el lugar. Unas pequeñas casas de colores se encontraban a ambos lados de la calle desierta por la que caminaba. Escuchaba la risa de los niños, el sonido lejano de algunos instrumentos que sonaban y el cantar de los pájaros. Inhaló el aire fresco y supo que eso era exactamente lo que necesitaba para renovarse.
Dejó sus pertenencias al llegar al hotel. Miró por la ventana hacia la profundidad del mar y se sintió como un punto dentro de la gran inmensidad del mundo, le pareció intimidante, y, a la vez, lo más hermoso que uno podría ver. Dejó su valija en la habitación y se alejó lo más que pudo del encierro. Bajó a la playa solo con lo puesto. Pudo notar que, como había imaginado, no había mucha gente allí, eso le hizo sentir a gusto. Buscó una palmera grande que le daba toda la sombra que necesitaba y se recostó a escuchar el sonido del mar.
Bajó su gorro hasta tapar completamente sus ojos, cruzó sus manos sobre su pecho, y dejó que la canción del mar le acariciara los oídos, mientras su canto lo arrullaba sobre la cálida arena que dormitaba bajo su cuerpo. Pero su tranquilidad no pudo haber durado más de unos minutos, una presencia lo hizo levantar la visera y abrir sus ojos. Un muchacho de cabello blanco como una hoja de papel le sonreía. Traía unos pantalones holgados y una remera blanca que parecía ser tres veces su talle.
—Buenas tardes —saludó.
Kibum pudo notar que el muchacho tenía algo en su brazo, probablemente, el producto que intentaría venderle.
ESTÁS LEYENDO
Cuentos cálidos para corazones fríos [Jongkey]
أدب الهواةLa idea de este espacio es publicar todos aquellos escritos que se me ocurren sobre Jonghyun y Kibum. Quizás algunas veces no aparezcan sus nombres pero son ellos sus protagonistas. No sé cuántos escritos habrá, eso dependerá de mi imaginación.