Cuento 20: La revolución de los escarabajos

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El par de botas descansa en el suelo, mientras la incipiente mañana se vislumbra por la ventana entreabierta. El cielo comienza a despertar a la tierra y a sus habitantes. Las hierbas se desperezan con la suave brisa que las peina, y los pequeños insectos caminan con su comida a cuestas. Algunas criaturas aún duermen. 

Un sonido estalla en medio de la armonía. Las trompetas hacen que un ojo se abra abruptamente. El hombre de cabello rapado se quita las sábanas rápidamente y, de un salto, toma lo necesario para vestirse. Las botas se despiertan en sus pies cuando camina rápidamente a su entrenamiento.

—Soldado Kim, le recuerdo que este es el ejército, no una clase de baile. ¡Suba ese cuerpo! 

Kibum odiaba que el sargento Park se entrometiera en su entrenamiento simplemente para intentar dejarlo en ridículo. No sabía cómo se había enterado de que bailaba, no recordaba habérselo comentado a nadie, pero eso no interesaba. El sargento siempre conocía lo necesario para aplicar la tortura diaria. 

Aún realizando las flexiones, Kibum observaba el pasto mojado por el rocío, y miraba cómo un pequeño escarabajo caminaba en la otra dirección. Le gustaban aquellos insectos. Parecía que el pequeño quería huir lo más lejos posible de aquel lugar. Y eso hizo que Kibum pensara que también quería escapar. 

—¡Vamos, Kim, deme 100 más!

El entrenamiento matutino no fue lo peor de aquel día, sino que, en la oscura tarde, tuvieron que trasladarse al centro de la ciudad para presenciar una protesta. Era algo pacífico, en realidad era una manifestación en contra de la violencia. Pero el sargento había reído cuando le explicaron la tarea, había dicho que aquello era una tontería, y que sería divertido hasta apuntarlos con armas. Nadie rio ante su chiste, aunque Kibum escuchó comentarios peores que ese por parte de sus compañeros. 

Kibum estaba armado y listo para no hacer nada en todo el día. No quería estar ahí, no le gustaba estar con un semblante impasible mientras la gente le sonreía, a veces sinceramente y otras con ironía. No entendía las manifestaciones, jamás había estado en una. Pero tampoco quería estar del otro lado y poner una mirada amenazante a cualquier persona. 

Sus pensamientos se disiparon en un instante cuando oyó la voz del sargento Park gritándole a alguien. Proyectó su vista al lado opuesto y pudo observar a un muchacho de gorra blanca y tapabocas, con pinturas en aerosol que estaba escribiendo algo en el muro. No parecía estar haciéndolo en ese momento, en realidad, debería estar aplicando los toques finales. 

—Sabandija hippie —susurró cerca de Kibum el sargento Park. 

Kibum no pudo apartar su vista del enorme escarabajo pintado con una bandera de siete colores. Bajo él, una frase gritaba en silencio: "el miedo no es la forma. El fuego es derrota" . 

Decidió que era momento de dejar de observar la pintura, ya que se había percatado de que el sargento lo había descubierto mirando hacia donde no debía. 

Pero la pintura lo llamaba más de lo que deseaba. Aquella explosión de colores mezclada en la serenidad del gris de la pared, aquella revolución expresada en la letra, movía en él más cosas de las que deseaba. 

Siente que alguien lo observa y decide apartar su vista para encontrarse con un joven muchacho de pelo blanquecino, observándolo con una sonrisa en el rostro. 

Se acercó a paso lento y Kibum observó de reojo a sus colegas, pero estos están muy concentrados en su trabajo. Tragó saliva: debía enfrentarse solo. 

Pero contrario a todo pronóstico, el muchacho se acercó, demasiado. Le dejó una flor en el bolsillo superior. Sonrió nuevamente. 

—¡¿Qué demonios hace?! 

Cuentos cálidos para corazones fríos [Jongkey]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora