Esta es la historia de un muñeco de porcelana que vive entre algodones pues todos temen que se rompa. Ningún juguete se atreve a jugar con él, se ubica solo en su repisa. Pero, un día, alguien nuevo aparece en el silencio del cuarto, ¿podrá quitar los algodones que rodean a la fría porcelana?
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¿Qué es la vida para un juguete? Es darle felicidad a las personas que juegan con ellos. Es el motivo de su existencia, la razón por la que llenan baúles alrededor del mundo. Todos los juguetes, además, tienen un propósito extra según lo quiera su dueño. En el caso del pequeño Jinki, cada uno tenía un deber: los buenos, los malos, los aldeanos, los comerciantes, los doctores. Cada muñeco tenía una función definida y la cumplía todos los días. Cada uno salía de su escondite, del baúl o de la caja en la que estuvieran para realizar su cometido. Todos excepto uno: Jonghyun.
"Jonghyun" fue el nombre que el pequeño Jinki le dio a su amigo de porcelana. El muñeco estaba dentro de una estructura de cartón violeta, donde yacía sentado sin moverse. Su rostro, albino como la nieve que caía en aquel invierno, estaba impecablemente pintado. Su cabello blanco relucía bajo la luz de la lámpara de la habitación. Jinki amaba a su Jonghyun, le encantaba su ojo "celeste como el cielo" y el otro "color caramelo". Tanto era el amor que le tenía a su juguete que siempre lo dejaba sobre la repisa que se encontraba sobre el escritorio, lo más alejado posible, pues no quería que nadie lo tocara. Jinki era pequeño, pero sabía que la porcelana era muy frágil y podría romperse en cualquier momento. Por este motivo, había nombrado a Jonghyun el guardián de todos los juguetes: era el encargado de vigilar y velar por los demás desde la seguridad de su caja.
Jonghyun se sentía realmente honrado por la labor que el pequeño Jinki le había conferido, pero, para él, aquella situación era el peor escenario para vivir. Se sentía completamente solo, todos los juguetes jugaban con Jinki menos él. Él también quería sentir la voz del pequeño sobre su espalda, el calor de su mano cuando lo tomara para moverlo, la risa que garantizaba una aventura inolvidable. Él también quería divertirse con el resto de muñecos. Pero cuando Jinki dejaba la habitación y él quería bajar a charlar con el resto de juguetes, todos se desesperaban queriendo que volviera a su lugar. Se enojaban con él, decían que era egoísta por no considerar el hecho de que si algo le sucedía Jinki quedaría devastado. Jonghyun lloraba en silencio, queriendo también jugar con el resto de amigos y con el mismo Jinki.
Pero no todo era malo, Jonghyun tenía un momento favorito en el día: el beso de buenas noches. Cada vez que el papá de Jinki venía a leerle una historia, Jinki le pedía ayuda para subir hasta la repisa y darle un beso a Jonghyun, eso sucedía todo los días sin excepciones. El papá de Jinki lo alzaba hacia el escritorio y, una vez arriba, sostenía al pequeño mientras los cortos brazos de este tomaban la caja donde se hallaba Jonghyun y depositaban un beso en las frías mejillas del muñeco, que por unos segundos se volvían cálidas como el sol del verano. Antes de dejarlo en su lugar, Jinki tocaba una llave que colgaba del cuello de Jonghyun y le deseaba una buena noche.
Un día, el pequeño Jinki volvió de la escuela con mucha alegría. Abrió la puerta de la habitación mientras su padre reía por ver al niño tan feliz.
—Amor, es solo un peluche.
—¡Es el mejor peluche! ¡Gracias!
—¿Ya tienes un nombre para él?
El niño dejó de saltar y se quedó un momento con el peluche entre sus brazos. Pensó y pensó hasta que un nombre se le vino a la cabeza:
—¡Hombre zorro!
—¿No es ese el nombre que dice la etiqueta?
—¿No te gusta?
—Bueno, podrías elegir otro más original.
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Cuentos cálidos para corazones fríos [Jongkey]
Fiksi PenggemarLa idea de este espacio es publicar todos aquellos escritos que se me ocurren sobre Jonghyun y Kibum. Quizás algunas veces no aparezcan sus nombres pero son ellos sus protagonistas. No sé cuántos escritos habrá, eso dependerá de mi imaginación.